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Muestras de traducción: 2
español al inglés: Ser empresario en EU, ¿Por dónde empezar? General field: Negocios/Finanzas
Texto de origen - español Ser empresario en EU
¿Por dónde empezar?
Por Rodrigo Lastreto, Univision Online
Luego de los sucesos terroristas de septiembre 11 muchas cosas cambiaron en Estados Unidos. Pero al contrario de la creencia general, el gobierno norteamericano sigue abierto a la inversión directa de capitales extranjeros. Un ejemplo claro de esto, se da en la estructura actual de visado para inmigrantes, que se adapta a las necesidades de empresarios que desean inmigrar o transferir personal al territorio estadounidense.
Regulaciones y leyes
“El éxito del inversionista extranjero, y especialmente el Latinoamericano, para importar ideas de negocio a los Estados Unidos, se fundamenta en la planificación estratégica a corto y largo plazo”, explican Brian García y Frank Cordero, socios de la firma de abogados Akerman Senterfitt de Miami, con más de 400 profesionales en Florida y Washington DC.
García y Cordero dirigen la nueva División de Negocios e Inversiones Extranjeras, orientada particularmente a asesorar a empresarios latinoamericanos operando en Florida y en los Estados Unidos. Ellos cuentan que para que el inversionista tenga éxito en su nuevo emprendimiento debe considerar los siguientes factores:
Sin importar ni el grado de complejidad ni el tamaño de la corporación inversionista, las leyes y regulaciones tanto federales, como regionales y locales generan un impacto que es determinante en la planificación y manejo exitoso del negocio.
La clave para la realización de cualquier inversión en los Estados Unidos es entender los fundamentos básicos del negocio y el mercado en el cual va a operar. Cualquier tipo de inversión requiere de un análisis transaccional y de la respuesta a preguntas elementales que ayudan a definir el tipo de inversión: ¿Cuáles son los componentes del negocio? ¿Cómo y por qué deben realizarse ciertos trámites? ¿Se requiere financiamiento? ¿Cuáles son las consideraciones laborales? La mayoría de estos factores están directamente vinculados a la materia fiscal y determinan la estructura corporativa y de inversión.
Traducción - inglés Being an Entrepreneur in the U.S.: Where to Begin?
By Rodrigo Lasreto, Univision Online
A lot has changed since the September 11 terrorist attacks, but contrary to popular belief, the United States government is still open to foreign direct investment. One clear example is shown in the current immigrant visa system which adapts to the needs of businessman who want to migrate or relocate personnel to America.
Rules and regulations
"In order to bring business ideas to the United States, the success of the foreign investor, Latin American especially, is based on short and long-term strategic planning." explain Brian Garcia and Frank Cordero, partners in Akerman, Senterfitt law firm in Miami, with more than 400 professionals in Florida and Washington, D.C.
Garcia and Cordero are head of the new Foreign Business and Investment Division, particulary aimed to provide consultation services to Latin American entrepreneurs operating in Florida and the United States. They say that investors who look to be successful in their business initiatives should consider the following factors:
No matter the degree of complexity or size of the company, rules and regulations play an important role which determines the planning and successful management of the business.
Understanding the basic fundamentals of business and the market in which it serves is the key to making any investment in the United States. Any type of investment requires a transactional analysis and an answer to basic questions that help define the type of investment: What are the components of the business? How and why are certain transactions performed ? Is debt-financing necessary? What are the working conditions? Most of these factors are directly linked to physical elements and determines the corporate and fianancial structure.
español al inglés: Chicago Boys article General field: Ciencias sociales Detailed field: Gobierno / Política
Texto de origen - español Chile, los Chicago Boys, Sebastián Piñera y el nuevo panorama en Latino América
Por Guillermo Cabieses
El domingo 17 de enero de 2010 será en adelante un día histórico para la República de Chile, pues se terminó con el gobierno de la Concertación tras 20 años y se regresó a un régimen de derecha democrática que no existía en Chile desde la elección de Jorge Alessandri en 1958. Años más tarde un senil Alessandri postularía nuevamente a la presidencia en los comicios de 1970, perdiendo –lamentablemente para los chilenos– frente a Salvador Allende por un escaso margen de 2%, contra todo pronóstico.
Recordemos que la Concertación de Partidos por la Democracia (antes, “Concertación de Partidos por el No”, y hoy conocida simplemente como “Concertación”) es una coalición de partidos políticos básicamente de centro izquierda e izquierda que nació como oposición al régimen dictatorial de Augusto Pinochet y triunfó en el Plebiscito de 1988, que terminó con el militarismo en Chile y significó el regreso a la democracia, que finalmente se dio en 1990 con el ascenso al poder de Patricio Aylwin.
Pinochet fue -como todos los dictadores- un tirano, sin embargo, su manejo de la economía fue la comprobación empírica del principio que Milton Friedman esgrimió en Capitalism and Freedom publicado en 1962, según el cual la libertad económica tarde o temprano nos conduce a la libertad política. En palabras de Friedman: “The kind of economic organization that provides economic freedom directly, namely, competitive capitalism, also promotes political freedom because it separates economic power from political power and in this way enables the one to offset the other” (en español: “La clase de organización económica que provee libertad económica directamente, llamada, capitalismo competitivo, también promueve la libertad política porque separa el poder económico del poder político y de esta manera permite que uno compense el otro”). Las experiencias en Chile, Taiwan y Korea del Sur confirman esta tesis.
La dictadura en Chile se instaló el 11 de setiembre de 1973, cuando el General Augusto Pinochet defenestró al presidente marxista Salvador Allende, un pésimo gobernante que había puesto a Chile al borde del colapso. Por aquellos años Chile tenía 600% de inflación, un déficit fiscal enorme y un gobierno gigante y brutalmente ineficiente. El golpe de Estado y el patricio suicidio han hecho que Allende sea recordado como un gran gobernante, un símbolo de la democracia, un egregio político y estadista, pero su gestión en realidad distó mucho de ser exitosa, más bien en sus 1,000 días de Gobierno se las ingenio para destrozar económicamente el país, haciéndolo transitar por la desastrosa senda del comunismo. Esto motivo que su gobierno sea insostenible y sirvió como caldo de cultivo para que se produzca el golpe de Estado.
Sin embargo, Pinochet y su Junta Militar tenían una sola agenda, eliminar el comunismo. Por lo demás, no tenían un plan de gobierno económico claro. Lo único claro de la Junta Militar es que fue lo suficientemente lúcida para darse cuenta de que las economías centralmente planificadas conducen a la más absoluta miseria. Una vez en el poder, Pinochet, al poco tiempo de asumir el mando, decidió entregarle las riendas de la economía chilena a los llamados Chicago Boys, un grupo de economistas chilenos (liderados por Sergio de Castro –un discípulo de Milton Friedman– y entre los que destacaba José Piñera, hermano mayor del actual presidente) que se habían formado en la Universidad de Chicago y eran adeptos de las políticas de la Escuela de Chicago -que por esos años liderada por Milton Friedman y George Stigler- que tenían una propuesta central: la libertad individual y los mercados competitivos son el trayecto hacia el desarrollo. Sergio de Castro y algunos de otros de los Chicago Boys habían publicado por esos años “El Ladrillo”, una propuesta para poner en práctica las ideas de la Escuela de Chicago en Chile. Este documento, como bien afirmó Eliodoro Matte –otro de los Chicago Boys– “(…) ofrecía una alternativa a los errados caminos que habían puesto en práctica los gobiernos de América Latina” y “(…) destrozó el cristal que rodeaba el establishment chileno”.
Estos economistas eran especialmente cercanos al gran economista de la Escuela de Chicago, Arnold Harberger (curiosamente, casado con una chilena), del que se dice incluso fue quien finalmente convenció a Milton Friedman para que asesorase a este equipo de brillantes jóvenes en su tarea de rescatar a Chile de la miseria económica en la que el gobierno comunista de Allende lo había hundido. Asesorar al gobierno militar de los chilenos debe haber sido una decisión difícil para Friedman, un defensor de la libertad, fue durísimamente criticado por eso, pero emprendió la empresa consciente de que ese sería el primer paso para derrocar los gobiernos militares en América Latina. No olvidemos que las dictaduras estaban muy de moda en Latino América en los setenta, Castro ya estaba instalado impartiendo miseria en Cuba hace un buen tiempo, en Perú tuvimos la desgracia de caer en las manos de Velazco Alvarado, Banzer en Bolivia, Alfredo Stroessner en Paraguay, Videla en Argentina, João Baptista de Oliveira Figueredo en Brasil, ¡dictadores por todos lados! En esa coyuntura, la idea detrás de los Chicago Boys y la Escuela de Chicago era que, a la larga, un modelo de libre mercado en la economía impulsaría una demanda por un modelo político democrático. Como efectivamente ocurrió.
Una vez que los Chicago Boys tomaron las riendas de la economía, pusieron en práctica muchas de las recetas de la Escuela de Chicago, esto en un momento en que aún no se había dado la Revolución de Reagan y Thatcher –The Reagan-Thatcher Revolution– (que en realidad para mí debería haberse llamado la Friedman Revolution, pues consistió en poner en practica las ideas de éste). Las principales políticas impuestas por éstos consistieron reformar el sistemas tributario, flexibilizar el mercado laboral, eliminar los controles de precios y de tasas de interés, permitir el libre ingreso de inversiones y divisas, liberación de aranceles, recorte del gasto público (por aquel entonces grosero), eliminar el déficit, dotar de independencia al Banco Central, la reducción de las empresas públicas y eliminación de los bancos estatales, la reforma del sistema de pensiones al privado, entre otras muchas medidas acertadas.
Aquí recalcó una vez más que no debe perderse de vista la lucidez envidiable con la que los Chicago Boys impusieron estas políticas en un momento en que el mundo aún sufría los estragos del New Deal y en el que las políticas intervencionistas de los discípulos de Keynes estaban en pleno furor en occidente y, peor aún, cuando al otro lado del muro la desgracia comunista aún no había sido desnudada y era todavía una amenaza latente para la humanidad.
El resultado del manejo de los Chicago Boys fue denominado “el milagro chileno”. Un país pujante en lo económico, creciendo a niveles cercanos al 8% por año (salvo por el shock de 1975 y la crisis mundial desatada a inicios de los ochenta, que hizo que Chile coqueteé brevemente con el keynesianismo, volviendo rápidamente a la cordura, bajo la guía de Hernán Büchi, curiosamente un Chicago Boy de Columbia), sentándose así las bases para un crecimiento impactante durante la década de los noventa y estando hoy considerada como una de las economías más libres del mundo y ciertamente una de las más desarrolladas de América del Sur. Estas medidas fueron luego adoptadas –tardíamente– por muchos de los países sudamericanos, con resultados singularmente exitosos, por eso me parecen absurdas las criticas a las recetas planteadas por la Escuela de Chicago a la luz de los números que la respaldan, Chile es un fantástico ejemplo, como bien indicó Gary Becker –actual líder de esa escuela– en su artículo “Latin America Owes a Lot to Its “Chicago Boys””, publicado en Business Week en junio de 1997. El milagro chileno habla por sí solo, un crecimiento de 7% anual entre 1976 y 1980 y un despegue increíble luego de la crisis de inicios de los ochenta que permitió un crecimiento sostenido a un ritmo cercano al 8% anual entre 1986 y 1998, mientras el resto de Latino América estuvo desmoronada durante la década de los ochenta a inicios de los noventa gracias a los modelos intervencionistas que para entonces ya estaban pasando su gigantesca factura inflacionaria. Lo grande en Chile fue que a pesar de la salida del dictador y la victoria de la izquierda, las semillas plantadas por los Chicago Boys ya habían dado sus frutos y cambiar de política económica en ese momento era inviable. Desde 1990 la Concertación tuvo el poder en Chile y si bien sus políticas e ideales son contrarios a mis creencias, por lo menos tuvieron la suficiente inteligencia de mantener durante los noventa –en lo esencial– el modelo impuesto por los Chicago Boys. Evidentemente, tendrían que haber sido muy ineptos para cambiarlo cuando funcionaba tan bien. De otro lado, bajo su regencia la democracia chilena obtuvo una lozanía que había perdido al volver a tener un gobierno elegido en las urnas y no erguido por los tanques. La alternancia fortalece las democracias.
Sin embargo, como bien anotó el siempre acertado Ricardo V. Lago en su blog El Nuevo Sol, post “¿Piñera o Frei?”: “La concertación se estrenó en 1990 con Patricio Aylwin cómo un soplo de viento fresco y de cambio de régimen del autoritarismo a la democracia. Después de dos décadas en el poder y cuatro presidencias apoltronados en el machito, han “cartelizado” la política para perpetuarse y se han desviado de la democracia interna: Frei se debió ver las caras en una primaria con Enriquez-Ominami como mandan los cánones.
La alianza de democristianos y socialistas se ha convertido en una especie de OPEP electoral qué, cómo todo monopolista, en cada gobierno sucesivo entrega a los gobernados menos cantidad y peor calidad de “servicio público” a un costo cada vez más alto. Lo que fue el nuevo régimen se ha convertido en el “nuevo establishment”, cómo es inevitable en todo proceso humano de poder prolongado. Lo que fue primigenio viento fresco ha devenido en aire estático y calenturiento. El nuevo régimen de la esperanza de ayer ha envejecido con la autocomplacencia, el clientelismo y el patronazgo”.
Sumándole a eso que en la última década la Concertación empezó a trastocar el modelo económico con políticas intervencionistas, lo que generó que Chile reduzca su crecimiento a tasas muy por debajo de las que tuvo en los noventas.
Los chilenos han sido sabios al optar por la alternancia y elegir un gobernante de derecha para que los guíe. Sebatian Piñera es un liberal que, además de ser un empresario sumamente exitoso –su fortuna personal se calcula en más de mil doscientos millones de Dólares de los EE.UU., sin contar la ganancia que la venta de las acciones de LAN Chile que debe concretarse en estos días le generará–, es un académico de primera, es Doctor (Ph.D.) en Economía por la Universidad de Harvard y ha sido profesor en la Universidad de Chile, la Pontificia Universidad Católica de Chile y Universidad Adolfo Ibañez. También tiene experiencia política, ha sido senador y fue candidato presidencial en las elecciones pasadas, perdiendo ante la sorprendente e increíblemente popular Michelle Bachelet.
Para remate, su comisión de macroeconomía es un cuadro de lujo que cuenta con el gran economista chileno Felipe Larraín como coordinador (sobre la comisión macroeconómica de Piñera recomiendo el post “Sebastian Piñera elevará el listón en la política económica” publicado por Ricardo V. Lago en su blog El Nuevo Sol).
Se estima que las políticas de Piñera consistirán en flexibilizar el mercado laboral, dar incentivos tributarios en áreas claves como investigación, educación y salud. Dar bonos de capacitación a los trabajadores. Es decir, mucha inversión en capital humano, ahí está el desarrollo de un país. Además de repotenciar las mypes mediante normas favorables, concesionar obras públicas, dotar de autonomía al Sistema de Empresas Públicas, entre otras medidas ideales para promover el desarrollo.
En palabras de Larraín: “Es perfectamente factible aumentar la productividad en 1,5% anual, alrededor de la mitad de lo que Chile logró entre 1986 y 1997. Los pilares aquí serán: reformar el Estado, potenciando la Alta Dirección Pública y el sistema de evaluación social de inversiones, modernizando las empresas públicas y transformando el Sistema de Empresas Públicas en un ente autónomo; promover la ciencia e innovación, simplificando y extendiendo el incentivo tributario a la investigación y desarrollo; apoyar el emprendimiento, reduciendo el número de trámites y el tiempo necesario para abrir un negocio, y modernizando la ley de quiebras; promover la mayor competencia en los mercados, y mejorar de verdad la calidad de nuestra educación” (al respecto ver: “Programa Económico para el Cambio”).
La elección de Sebástian Piñeira es una gran noticia para la región y genera que la cuenca del pacífico finalmente retorne por el sendero correcto de gobiernos que respetan la libertad económica y dejan que las personas a través de los mercados sean libres de elegir, siendo esa libertad la que conduce al desarrollo.
Hoy Colombia, Perú, México, Honduras, Panamá y ahora Chile tienen gobiernos de derecha económica, por lo que la Cuenca del Pacífico ha virado finalmente en la dirección correcta. Pronto Brasil, si los brasileños no desaprovechan la oportunidad, debería hacer lo propio. A esto debemos sumarle nuestras plegarias para que en nuestro Perú no suceda un disparate en el 2011. Al otro lado, Chavez se está aislando del mundo mientras desmorona Venezuela y trata de crear distracciones para que el caos en el que ha sumido al petrolero país pase desapercibido. Le ha dicho a Piñeira que no se meta con él, ha afirmado que el terremoto de Haíti es un “(…) claro resultado de una prueba de la Marina estadounidense” y, “lucidamente” ha sostenido que el Bolívar vivirá “una devaluación reevaluadora”. Seguramente el 30% de inflación, escases de agua y racionamiento de electricidad que están padeciendo nuestros hermanos venezolanos, entre otras desgracias, encuentren su explicación en alguna “lógica razón” de esa índole. En todo caso, lo positivo es que conforme la amenaza chavista se va desinflando, sus satélites pierden liquidez y con eso perderán popularidad. Si a eso le sumamos una Argentina que tarde o temprano debería regresar a la cordura, se generaría mucha estabilidad en Latino América en una coyuntura dura en la que si bien el mundo sale lentamente de una crisis, se presentan grandes oportunidades para que nuestra región asuma un rol más importante en la economía mundial. Las crisis traen consigo oportunidades y parece que las cosas en Latino América finalmente están siendo manejadas con sensatez como para aprovecharlas. ¡Esto es una buena noticia!
Las opiniones vertidas en este blog son estrictamente personales y en nada comprometen a las entidades a las cuales el autor se encuentra vinculado.
Traducción - inglés Chile, The Chicago Boys, Sebastian Piñera, and The New Panorama in Latin America.
By Guillermo Cabieses
Sunday, January 17 will now and forever be a historic day for the Republic of Chile, bringing the 20-year Concertación Government to an end and returning to a Democratic Right-Wing regime which has not existed in Chile since the election of Jorge Alessandri’s 1958 election. Years later, a senile Alessandri would run again for presidency in the 1970 elections, losing—unfortunately for Chileans—to Salvador Allende by a slim 2% margin despite high expectations.
Let’s remember that the Concertación of Parties for Democracy (formerly “Coalition of Parties for NO”, now known simply as “Concertación”) is a coalition basically formed by the central-left and left-wing political parties joined together to oppose Augusto Pinochet’s dictatorial regime. It prevailed with the 1988 Referendum, which ended the militarism in Chile and symbolized the return to democracy with Patricio Aylwin’s rise to power in 1990.
Pinochet was—like all dictators—a tyrant. However, his way of steering the economy was empirical evidence of Milton Friedman’s principle in Capitalism and Freedom, published in 1962, who proclaimed that economic freedom eventually leads to political freedom. In Friedman words: “The kind of economic organization that provides economic freedom directly, in other words competitive capitalism, also promotes political freedom because it separates economic power from political power, and in this way one is able to offset the other.” Events in Chile, Taiwan, and South Korea confirm this thesis.
The dictatorship in Chile began on September 11, 1973, when General Augusto Pinochet overthrew the Marxist president Salvador Allende, a terrible leader that had put Chile on the verge of collapse. During that time, Chile had a 600% inflation rate, an enormous deficit, and a large, brutally inefficient government. The coup d’etat and the patrician suicide resulted in Allende being remembered as a great leader, a symbol of democracy, an egregious politician and statist, but his administration was far from successful. Rather, in less than 3 years he managed to destroy the country’s economy, leading it down the path of Communism. This was the reason why his government was unsustainable and served as a breeding ground for the coup d’etat.
However, Pinochet and his military coup had one agenda in mind: to get rid of Communism. As for the rest, they didn’t have a clear economic plan. Yet, one thing was clear: the military coup was smart enough to realize that a centrally-administered economy leads to complete disaster. Once in power, Pinochet decided to leave the Chilean economy in the hands of the Chicago Boys, a group of Chilean economists (lead by Sergio de Castro—a disciple of Milton Friedman—and also José Piñera, the older brother of the current-day president) that were educated at the University of Chicago and followed the politics of the Chicago School—back then lead by Milton Friedman and George Stigler—which had a single objective: individual freedom and competitive markets lead to development. During that time, Sergio de Castro and some of the other Chicago Boys had published “El Ladrillo,” a proposal to implement the Chicago School ideas in Chile. This document, as stated by Eliodoro Matte, another Chicago Boy: “…offered an alternative route to the wrong paths many Latin American governments were taking” and “…broke the crystal ball surrounding the Chilean establishment.”
These economists are especially close to the Chicago School’s great economist Arnold Harberger (who happens to be married to a Chilean), who some say was the one to finally convince Milton Friedman to consult this group of bright, young men on their task to rescue the Chilean economy from the mess that Allende’s Communist government had created. Consulting the Chilean military government must have been a difficult decision for Friedman, a defender of freedom. He was harshly criticized for it, but he took the risk knowing it would be the first step to defeating the military governments in Latin America. Let’s not forget that in the seventies, dictatorships were fashionable in Latin America. Castro had been already inflicting misery in Cuba for some time now; in Peru, we had the displeasure to fall in the hands of Velazco Alvarado; Banzer in Bolivia; Alfredo Stroessner in Paraguay; Videla in Argentina; João Baptista de Oliveira Figueredo in Brasil—dictators everywhere! At this conjuncture, the Chicago Boys and the Chicago School had a long-term plan: to create a free market economy that would push the demand for a democracy, which is exactly happened.
Once the Chicago Boys took charge of the economy, they implemented several Chicago School strategies, during a time in which The Reagan-Thatcher Revolution (which actually should have been called the Friedman Revolution, since it was his ideas) had not yet begun. Their political principles consisted of reforming the tax system, making the job market more flexible, eliminating price controls and interest rates, allowing free investment income and foreign currency, liberating tariffs, cutting public spending (which back then was horrific), eliminating the deficit, ensuring the independence of The Central Bank, minimizing government-run enterprises and eliminating state-owned banks, reforming the pension system in the private sector, and other initiatives.
I again emphasize the enviable lucidity with which the Chicago Boys imposed these policies, during a time when the world still suffered from the devastating New Deal and Keynes disciples’ Interventionist politics were in full force in the Western Hemisphere. And even worse, Communism was lurking behind the fence undetected and was then just a potential threat to humanity.
The result of the Chicago Boys operation was called the “Chilean Miracle,” an economic powerhouse, growing at a rate of approximately 8% a year (except for the 1975 stock market crash and the world crisis unleashed in the early eighties, that made Chile flirt with Keynesianism, then quickly come back to its senses, guided by Hernán Büchi, who happens to be a Chicago Boy from Columbia), this way setting the foundation for tremendous growth during the 1990s. Today, it is considered as one of the world’s freest economies and certainly one of the most developed in South America. These measures were adopted by many South American nations belatedly, with relatively good results, which is why the criticism of the Chicago school seems absurd to me in light of the numbers that support it. Chile is a wonderful example, as Gary Becker, current leader of this School, stated in his article: “Latin America Owes a Lot to Its ‘Chicago Boys’,” published in Business Week in June of 1997. The Chilean Miracle speaks for itself, a 7% annual growth between 1876 and 1980, and it really took off after the crisis in the 1980s, sustaining growth close to an annual rate of 8% between 1986 and 1998. Meanwhile, the rest of Latin America was crumbling from eighties to the early nineties, thanks to the Interventionists models, which back then were already paying the heavy price of inflation. The great thing about Chile was that despite the dictator’s exit and the victory of the left-wing, the seeds planted by the Chicago Boys were already bearing fruit and it was unfeasible to change the policies at that time. Since 1990, the Concert held power in Chile, and although their politics and ideals are contrary to my beliefs, at least they had the decency to continue the model set in the 1990s by the Chicago Boys. They would have have had to be evidently incompetent to change it when it worked so well. On the other hand, under their regency, the Chilean democracy regained a freshness that they had once lost and returned to a government determined by the ballot and not with army tanks. These political shifts strengthen democracy.
However, as the ever wise Ricard V. Lago noted in his blog “El Nuevo Sol” post “¿Piñera o Frei?” [Piñera or Frei?]: “The Concert emerged in 1990 with Patricio Aylwin being a breath of fresh air and the regime changing from authoritarianism to democracy. After two decades in power, and four presidencies sitting on their high horse, they have perpetuated themselves by way of “cartelizing” politics and have deviated from internal democracy. Frei had to face Enriquez-Ominami in a primary as the required by law.
The alliance of Demo-Christians and Socialists have become a sort of OPEC electorate that, like all monopolies, gives less to the people, has poor quality “public service”, and becomes more costly with each successive government. What was once the new regime has become the “new establishment,” which is inevitable in all human processes of prolonged power. What was originally fresh air has become hot and stifling. The new regime of yesterday has aged with self-complacency, cronyism, and patronage.
On top of that, in the last decade The Concert began to muddle the economic model with interventionist policies, which resulted in Chile slowing its growth down to levels lower that what it had been in the 1990s.
The Chileans have been wise to opt for the alternative, choosing an official from the right-wing to lead them. Sebastian Piñera is a liberal who, other than being a very successful businessman—his wealth is estimated to be more than $1.2 billion, not counting his earnings from selling LAN Chile stock—is an outstanding scholar, earning a Ph.D in Economy from Harvard and has lectured at the Universidad de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, and Universidad Adolfo Ibáñez. He also has political experience, was a senator and presidential candidate in past elections, losing surprisingly to the incredibly popular Michelle Bachelet.
To top that off, his macroeconomic committee is a talented group headed by renowned Chilean economist, Felipe Larrain, as the coordinator (for more information about Piñera’s macroeconomic committee, I recommend you read the post “Sebastian Piñera elevará el listón en la política económica” [Sebastian Piñera raises the bar in economic policy] published by Ricardo V. Lago in his blog El Nuevo Sol).
Many believe that Piñera’s policies will consist of creating a flexible labor market; giving tax incentives in key fields of research, education, and health; giving bonuses to workers who undergo training—in other words, a lot of investment in human capital. This is the way a country develops. In addition, it will stimulate the small and mid-sized businesses through favorable laws, outsourcing public service, granting full autonomy to state-owned enterprises , and other initiatives to promote development.
In Larrain’s words: “It is perfectly feasible to increase productivity to 1.5% annually, almost half of what Chile accomplished between 1986 and 1997. The cornerstones will be: reforming the State by boosting the Executive Public Management and the Company Investment Evaluation Program and by streamlining government-run businesses and converting State-Owned Enterprises into an independent entity; promoting science and innovation by simplifying and extending tax incentives to research and development; supporting entrepreneurship by cutting red tape and reducing the time necessary to open a business and by updating the bankruptcy laws; promoting more competition in the markets by improving the quality of education” (for more information see “Programa Económico para el Cambio”[Economic Program for Change].
Sebastian Piñera’s election is great news for the region and makes it possible for the South American Pacific Basin to finally return to governments that respect economic freedom and, through trade, give people freedom of choice—a freedom which leads to development.
Today, Columbia, Peru, Honduras, Panama, and now Chile have right-wing economic governments, which is the reason why the Pacific Basin is finally heading in the right direction. Soon Brazil will be doing the same, if the Brazilians take advantage of this opportunity. In addition, we should pray that nothing Peru does not do anything foolish in 2011. Then again, Chavez is isolating himself from the world while Venezuela is falling apart and trying to create distractions so that the chaos in the oil country goes unnoticed. He has told Piñera to stay out of his business; stated that the earthquake in Haiti is “…clearly a result of a U.S. Navy testing” and “lucidly” has declared that the Bolívar will experience a “reassessed devaluation.”
Certainly there’s a “logical explanation” for the 30% inflation rate, water scarcity, the rationing of electricity, and other misfortunes that our Venezuelan brothers are enduring. But looking on the bright side, the Chavist threat is steadily waning, his political satellites are losing money, and will subsequently lose popularity. If only Argentina could come back to its senses, there would be stability in Latin America, a tight economic joining of forces in which—although the world is gradually emerging from a crisis— would provide many opportunities for our region to play a more important role in the world economy. These crises offer great opportunities, and it seems as though Latin America is finally getting some sense and taking advantage of them. This is good news!
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