Idiomas de trabajo:
inglés al español
español al inglés
francés al español

Gerardo Noriega Rivero
Top quality Engl/French/Ital to Spanish

Mexico, Distrito Federal, México
Hora local: 11:04 EST (GMT-5)

Idioma materno: español Native in español
Feedback from
clients and colleagues

on Willingness to Work Again info
2 positive reviews

Sample translations

inglés al español: Anatomy of a Heart Attack
Texto de origen - inglés
Anatomy of a Heart Attack

[Table Blurb:]
The mechanics involved in this deadly cardiac event. Plus: A CPR primer.

By jim Hutchison

The heart is a powerful muscle, weighing between 200 and 425 grams, that ceaselessly pumps blood around the body, delivering oxygen and nutrients and removing carbon dioxide and waste products. It beats about once a second, drawing a constant source of oxygen-rich blood through a complex network of coronary arteries.
Over time, bad habits such as smoking, poor diet and lack of exercise, as well as genetic factors may lead to a buildup of cholesterol and fatty deposits, or plaque, inside the artery walls. Known as atherosclerosis or coronary-artery disease, the plaque slowly accumulates, narrowing the arteries.
Through a biological mechanism not fully understood, the surface of the plaque can become inflamed and rupture, forming a blood clot. If this coronary thrombosis completely obstructs the artery, the area of heart muscle it feeds is suddenly starved of blood, triggering a heart attack. Within minutes cardiac muscle cells begin to die.
Most heart attacks are not fatal, and their severity depends on many factors, including which part of the heart is affected, and for how long and how large an area of cardiac muscle is left ischemic (without blood supply). Symptoms can vary from mild - a quarter of all heart attacks are "silent," without symptoms, occurring most commonly in diabetics - to severe, but usually the heart sends out such distress signals as chest pain, which sometimes radiates out to the shoulders, arms and jaw; shortness of breath; and nausea (indigestion or vomiting) and sweating.
An ischemic heart muscle, especially if it is a large area, may be unable to conduct the electrical impulses that originate in the sinus node and orchestrate the heart's rhythmic pumping action. The resulting arrhythmia (irregular heartbeat) can set the scene for a deadly chain of events.
Instead of beating and contracting uniformly, the heart may fall into a quivering, chaotic state that results in cardiac arrest. With the heart no longer beating, blood pressure plummets, and the victim collapses. Breathing and blood circulation cease, and without swift intervention - CPR to maintain some pumping action and to keep oxygen and blood flowing to the heart and brain, and electric shock from a defibrillator to restore rhythmic pumping action -tissue and vital organs are deprived of oxygen and begin to die within minutes. For every minute of delay in defibrillation, the survival rate decreases by seven to ten percent.
More than 80 percent of heart-attack victims who reach hospital survive. Half of those who die from a heart attack do so within an hour of the first symptoms, and before reaching the hospital.

When an artery becomes severely clogged with plaque the flow of oxygen-and nutrient-rich blood to the heart can be blocked. This blockage can trigger a heart attack, resulting in damage or death of the heart muscle

Severely
clogged
artery

Healthy
artery

Damaged
heart
muscle

Traducción - español
Anatomía de un infarto

[epígrafe para el índice:]
Cómo se produce este grave accidente cardiaco. Además, una guía de reanimación cardiopulmonar.

Por Jim Hutchison

El corazón es un músculo potente, de entre 200 y 425 gramos de peso, que bombea la sangre sin parar por el cuerpo, llevando oxígeno y nutrientes a los tejidos y retirando de ellos bióxido de carbono y otros productos de desecho. Late aproximadamente una vez por segundo, alimentado por sangre oxigenada que recibe de manera constante a través de la compleja red de arterias coronarias.
Con el tiempo, hábitos nocivos como el tabaquismo, la mala alimentación y la falta de ejercicio, así como factores genéticos, propician la aterosclerosis o cardiopatía coronaria, un depósito gradual de ateromas, o placas de grasa y colesterol, en la pared interna de las arterias, lo que las estrecha.
Por un mecanismo biológico que aún no se comprende bien, los ateromas pueden inflamarse, desprenderse y formar un coágulo. Si este accidente, llamado trombosis coronaria, obstruye totalmente la arteria, la zona de músculo cardiaco, o miocardio, irrigada por ella queda privada de sangre y se produce un infarto: las células afectadas empiezan a morir en cuestión de minutos.
La mayoría de los infartos no son mortales. Su gravedad depende de muchos factores, entre ellos la zona de miocardio afectada, su extensión y el tiempo que dura la isquemia, o falta de sangre. Los síntomas van de leves (la cuarta parte de los infartos son “silenciosos”, es decir, sin síntomas, sobre todo entre los diabéticos) a graves, pero el corazón suele dar señales de alarma, como dolor de pecho que puede irradiarse a los hombros, brazos o mandíbula; sofocación; indigestión, náuseas o vómito, y sudoración profusa.
Una zona cardiaca isquémica, sobre todo si es extensa, puede dejar de conducir los impulsos eléctricos que regulan el latido normal. La consiguiente arritmia a veces resulta letal.
En vez de latir rítmicamente, el corazón puede temblar de manera desordenada hasta sufrir un paro. Al cesar el latido, la presión arterial se desploma y la víctima queda inconsciente. Respiración y circulación se detienen, y si la persona no recibe atención oportuna —reanimación cardiopulmonar para reanudar la oxigenación de corazón y cerebro, y descargas eléctricas con un desfibrilador para restablecer el latido normal—, los órganos vitales se quedan sin oxígeno y empiezan a morir. Por cada minuto de retraso en la desfibrilación, el índice de supervivencia disminuye de siete a 10 por ciento.
Más de 80 por ciento de las víctimas de infarto que llegan al hospital sobreviven. La mitad de quienes sufren un infarto letal mueren en el lapso de una hora desde que se presentaron los síntomas, sin haber podido llegar al hospital.

[pie de ilustración y leyendas de arriba abajo e izq. a der.]

Cuando un ateroma obstruye gravemente una coronaria, el flujo de sangre oxigenada al corazón puede interrumpirse y ocasionar un infarto, que es la lesión o muerte de una zona de miocardio.

Coronaria gravemente obstruida

Coronaria sana

Miocardio infartado

inglés al español: CPR Primer
Texto de origen - inglés
CPR Primer

By Liz Crompton

A heart attack causes cardiac arrest when so much heart tissue has been damaged it stops pumping blood. A person is considered clinically dead when his or her heart stops, but they may be resuscitated. This may be achieved through cardiopulmonary resuscitation (CPR), which consists of two basic life-support skills: Artificial respiration provides oxygen to the lungs while chest compressions keep blood circulating through the body.
The first thing you should do if you suspect a heart attack is to send or go for medical help. Then begin CPR. Here's how:

1 Protecting the head and neck, place the person face up. Open the airway by tilting the head and lifting the jaw. Check for normal breathing for up to ten seconds. Place your ear just above the person's nose and mouth, listen and feel for breath, and watch for chest movement.

2 If the person is not breathing normally, seal your mouth around his or hers and, while pinching the nose, breathe into the person twice. Release the person's nose and mouth to allow air to escape. Each breath should take one second. Use enough air to make the chest rise.

3 Make sure the person is on a firm, flat surface and kneel to his or her side. Position your shoulders directly over your hands with elbows locked. Position your hands mid-chest. Push hard with the heels of your hands 30 times, then give two more breaths. [After each compression, release pressure so the chest can rise.]

4 Continue with sets of 30 compressions and two breaths until the person responds or another first-aider or medical help takes over.








Traducción - español
Guía de reanimación cardiopulmonar

Por Liz Crompton

Un infarto produce un paro cardiaco cuando la zona de miocardio lesionado es tan extensa que éste deja de bombear sangre. Se considera que una persona está clínicamente muerta cuando su corazón se detiene, pero es posible revivirla por medio de la reanimación cardiopulmonar (RCP), que consta de dos técnicas de salvamento básicas: respiración artificial para suministrar oxígeno a los pulmones, y compresiones de pecho para hacer circular la sangre.

Si crees que alguien está sufriendo un infarto, primero pide atención médica y luego practica la RCP de esta manera:

1 Coloca a la víctima boca arriba cuidando que no se lastime cabeza ni cuello, y ábrele la garganta echándole la cabeza hacia atrás. Verifica durante 10 segundos si respira: pon un oído sobre su nariz y boca, escucha y siente si exhala, y observa si su pecho se eleva.

2 Si la persona no respira normalmente, pega tus labios a los suyos y, mientras le pinzas la nariz con los dedos, insúflale aire en la boca dos veces. Suelta entonces nariz y boca y deja escapar el aire. Cada respiración debe durar un segundo y levantar el pecho de la víctima.

3 Comprueba que la persona está en una superficie firme y plana, y arrodíllate a su lado. Con las manos una sobre otra encima de su esternón, y los brazos extendidos en vertical, haz 30 compresiones fuertes con la base de la palma, dejando subir el pecho entre una y otra. Dale entonces dos respiraciones más.

4 Continúa con series de 30 compresiones y dos respiraciones hasta que la persona reaccione, te releve alguien o llegue la atención médica.
inglés al español: A Simple Idea
Texto de origen - inglés
A SIMPLE IDEA

A vaccine for cervical cancer? It took Ian Frazer to make it happen

By Louise WIlliams

Flying back into Australia recently, it suddenly hit Professor Ian Frazer that his life really had changed. Here, perhaps, was a chance to bask in a moment of hard-earned glory after decades of solid backroom work. So he put his characteristic humility to one side. And instead of filling in "medical researcher" under profession on his landing card, he carefully wrote out "Australian of the Year." "No-one even noticed," he laughs, recalling how an immigration clerk processed his documents and nodded him through without a second glance.

Such is the modest public profile of a man now standing on the brink of medical history. Frazer's cervical cancer vaccine was approved in June last year for use in Australia and the US. Other countries have followed suit and, as a result, the next generation of women around the world may well dismiss the human papillomavirus (HPV) as a scourge from a bygone age, just as we take for granted the end of polio.
Until now, this common sexually transmitted virus – which can go on to cause cervical cancer – has killed some 250,000 women a year. Cervical cancer is the only human cancer yet proven to be caused entirely by a virus. And Frazer's vaccine, developed with his late research partner, Dr Jian Zhou, makes it possible for us to wipe it out.
Professor Peter Doherty, an Australian Nobel laureate who made one of last century's most significant medical discoveries in physiology and immunology, says that in a world of daily headline claims and hype, Frazer's work truly can be called a breakthrough – one that surprised even the scientific community, because it works so well. "Ian has made an incredible contribution to human well-being," he says.
Growing up in the cold, smoggy cities of Edinburgh and Aberdeen, Scotland, in the late 1950s, Ian Frazer plus a chemistry set equalled an explosive combination. His father was a professor of medicine; his mother had a PhD in science. Little wonder that by early primary school, Frazer had decided he wanted to be a physicist.
Then, when he was about nine, he remembers lining up with schoolmates for their polio vaccinations. "The needle got my attention," he says – which is where most kids are happy to leave it. "Then, I realised there were [crippled] kids around who had had polio. That got me interested in how the body fights infection."
Frazer studied medicine at university, graduating in 1977. From there, the young Scot with a brilliant eye for detail could have walked into a research job at Cambridge University. Instead, he had figured that much of the best work in immunology was coming out of the Walter and Eliza Hall Institute of Medical Research in Melbourne. He'd spent several months as an intern there in 1974 and liked the laid-back Aussie lifestyle, so he emigrated. "In retrospect, it was a risky strategy," says the immunologist, now 53. But he also had a deliberate plan.
A strange new illness was brewing. Frazer began working on liver diseases linked to hepatitis B in gay men. And when a US researcher dropped by the institute and mentioned a mysterious immunity problem among gay men in the US, Frazer realised his patients had a similar problem, later recognised as HIV-AIDS.
Frazer also noticed his patients were commonly afflicted with genital warts caused by the human papillomavirus. HPV wasn't just a nuisance; the warts seemed to be associated with abnormal cells that were on their way to becoming cancer.
To link a virus to cancer was contentious. Only one other scientist, German virologist Harald zur Hausen, had linked HPV in women to cervical cancer. But Frazer was convinced this needed further investigation.
Research grants were easier to find in Queensland, and with his wife Caroline, whom he had met while at university in Scotland, and their two children (with a third on the way), he moved to Brisbane and was soon running his own lab at the Princess Alexandra Hospital, the University of Queensland's teaching hospital. The relaxed, friendly environment was some compensation for the long hours Frazer spent on his medical research. Then, in 1989, he was offered the chance to go and spend some time in Cambridge on a sabbatical.
It was an academic's dream, and once more Frazer and his family were unpacking suitcases in a new location. It wasn't long, however, before the Frazers realised their Australian dollar savings converted to too few British pounds. In just such a precarious financial situation were a Chinese couple, Dr Jian Zhou and his wife and assistant Dr Xiao-Yi Sun, toiling long hours in the lab next door. "Jian's English was limited and his wife's was nonexistent, but somehow we managed to talk," Frazer says. And as they talked, they connected – a Scottish
immigrant and a young Chinese molecular biologist who'd survived the proletariat farm and factory labour of the Cultural Revolution.
"We just traded off each other. I could see what he was trying to do, and what I was trying to do was very similar," says Frazer of their common interest in the papillomavirus.
But for Zhou, a talented virologist, the interest was in the behaviour and characteristics of the virus itself. As an immunologist, Frazer was working on how the human body responded to it. It was a perfect scientific match.

Zhou and Sun explained to Frazer how they weren't keen to go back to China. "We wanted the opportunity to advance our careers and work with leading international scientists, whether that be in the UK, US, Germany or Australia," says Sun. In the end, it took nine months for Frazer to get the papers necessary to get the two researchers to Brisbane.
In March 1991, six months after they began working together in Brisbane, the team was stunned by the results of an experiment.
Unlike most other viruses, the papillomavirus cannot be grown in a test tube; it grows only on intact, living skin. But to create a vaccine, they needed something that so closely resembled the real virus that the body would be tricked into recognising it and – as with all vaccines – trigger a mild immune response that it could quickly draw on if it ever had to deal with a serious attack.
When the group examined the electron microscope photographs of their tests to combine two proteins, they spotted virus-like particles and they realised they'd managed to mimic the "coat" of the real virus; it was the building block they needed to create their revolutionary vaccine.
"We'd cracked it. I don't think any of us doubted for a moment that we had done it. We got very excited, but then we weren't sure we should tell other people," says Frazer. It wasn't, as he explains, "exactly a champagne moment." They realised there was so much work still to be done.
As it turned out, it was two more years before the vaccine was turned over to the Melbourne-based biopharmaceutical company CSL Limited, and another 13 years before the general public would see the benefit of the team's work.
The biggest regret Frazer has now is that Zhou's sudden death in 1999, from a complication to a routine medical problem during a trip to China, means he can't share the success with his partner of so many years.
But the work is continuing. With a carbon copy of the papillomavirus in a test tube, Frazer has been able to conduct previously impossible tests on how it works. And now his lab is chasing down the next vaccine: one that can be used to treat someone who already has the virus in her system.
What advice does Frazer have to other medical researchers to keep believing in what they're doing? "The art in science is to make sure you are trying to answer answerable questions," he says. "I tell my students, don't go into science if you want to be famous."
And indeed it's been a very long, uncertain road, 20 years at least since the first germ of an idea to a vaccine. But now Frazer's discovery is the stuff of history, not mere celebrity.
And that's far more durable than a brief glance of recognition at the immigration counter.

Box:
Making Cervical Cancer History
How will the vaccine change our lives?
By the time you finish reading this article, a woman somewhere in Asia will have died of cervical cancer. Over half of the 500,000 cases of cervical cancer diagnosed worldwide each year occur in the region.
But in the not-too-distant future, girls are likely to be vaccinated against cervical cancer as infants, and the HPV vaccine will be just another of the cocktails protecting our children. Here's what you need to know now:

THE VIRUS According to the World Health Organization, HPV is the most common sexually transmitted viral infection with approximately 630 million people infected worldwide. About 30 per cent of women will get a high-risk HPV during their lifetime, usually between the ages of 18 and 25. In most women, their immune system kicks in to fight it and it disappears. About one in 50 women remain chronically infected and that may progress to cancer.
"Many women who come for a Pap test have no idea what HPV is," says Professor Jatupol Srisomboon, chairman of the Department of Obstetrics and Gynaecology at Chiang Mai University in Thailand. In Singapore, the Obstetrical and Gynaecological Society and the Association of Women Doctors Singapore recently started their Empowered to Protect campaign (empoweredtoprotect.com) to teach women about the disease and how to take action against it. A similar campaign in Malaysia also spreads the word about the dangers of HPV (tellsomeone.com.my).

THE CANCER Once a woman is infected, the papillomavirus gets inside a cell and triggers it to multiply, usually causing harmless warts. However, the cell multiplication can go wrong, says Professor Ian Frazer, causing a cancerous growth that overwhelms the virus, killing its host.
Across Asia, some 143,000 women die each year from the disease. According to the Department of Public Health in Thailand, over 6000 cases of cervical cancer are diagnosed each year. And in the Philippines, two in three women diagnosed with cervical cancer are already in the advanced stage, and half of them die within five years.

THE JAB It's best if girls get the vaccine before they are sexually active, but it is never too late:

PRE-PUBERTY The recent approval of the vaccine in most countries in Asia means that girls as young as nine can receive the vaccine. Although parents might balk at immunizing young girls against a sexually transmitted disease, Professor Margaret Stanley, director of research at the Department of Pathology, University of Cambridge, points out that the objective of all vaccines is to protect before exposure to a virus.
"Nine to 12 year olds have the best immune response to the vaccine," says Stanley. "Your immune response goes downhill after puberty."

Adult WOMEN Associate Professor Tay Eng Hseon, chairman of KK Women's and Children's Hospital medical board in Singapore and a principal investigator for the vaccine trial in Asia, says sexually active adults can still be vaccinated. Gardasil by Merck protects against four strains of HPV – type 16 and 18, which causes 70 per cent of cervical cancer, and type six and 11, which causes approximately 90 per cent of genital warts. Experts at the WHO say there are some 32 million cases of genital warts worldwide.
"If a woman has not been exposed to any of the four HPV types, she will benefit from the vaccine," says Tay.

HPV INFECTED For those already exposed to HPV, the best defence is still regular Pap smears to pick up abnormal cells while they can still be treated. Gynaecologists recommend the Pap smear test within three years of having sexual intercourse for the first time or by the time a woman is 25 years of age. Regular testing can prevent cervical cancer in up to 90 per cent of cases.
If you are HPV positive, you may be able to receive the vaccine two years after the infection has been properly treated and eradicated. This will protect you against other strains of HPV. While there is no cure for HPV, maintaining a healthy lifestyle, practising safe sex and being in a monogamous relationship will definitely help prevent further infection.

AFTER VACCINATION So then, do women still need the Pap smear test even after being vaccinated? "Definitely!" says Tay. "Until a vaccine is developed to protect a woman from all cancer-causing types of HPVs or when the Pap test is no longer cost-effective, Pap smears are still helpful."

THE COST Gardasil costs between $390 and $450 for a course of three injections on private prescription, not
including doctor's fees








Traducción - español
UNA IDEA SIMPLE

¿Una vacuna contra el cáncer cervicouterino? Sí, y es obra de Ian Frazer.

Por Louise Williams

En un reciente vuelo de regreso a Australia, el profesor Ian Frazer pensó en cuánto había cambiado su vida. Parecía presentársele la ocasión de gozar por un instante de una merecida fama tras décadas de arduo y oscuro trabajo de laboratorio, así que, dejando de lado su característica humildad, en vez de anotar “investigador médico” como ocupación en el formulario de ingreso, decidió poner “australiano del año”. “Nadie se dio cuenta”, dice riendo al recordar cómo un funcionario de inmigración revisó sus documentos y le dio el paso sin chistar.

Tal es la modestia de un hombre que hoy está en la cumbre de la investigación médica. En junio de 2006 se autorizó el uso en Australia y Estados Unidos de la vacuna para el cáncer cervicouterino desarrollada por él. Otros países han hecho lo propio, y es muy posible que para la próxima generación de mujeres en todo el mundo el virus del papiloma humano (VPH) no sea más que el recuerdo de un azote, como la poliomielitis lo es para nosotros.
Hasta ahora este virus de transmisión sexual —que con el tiempo puede producir cáncer cervicouterino— ha matado a unas 250,000 mujeres al año. Hoy por hoy el cáncer cervicouterino es el único cáncer humano cuya causa demostrada es un virus, y la vacuna de Frazer, desarrollada en colaboración con su fallecido colega, el doctor Jian Zhou, es el arma para erradicarlo.
El profesor Peter Doherty, australiano que ganó el Premio Nobel de Medicina por uno de los mayores hallazgos de fisiología e inmunología del siglo XX, afirma que, en un mundo donde a diario se publican titulares sensacionalistas, la obra de Frazer puede considerarse un gran logro… que asombró a la propia comunidad científica por sus excelentes resultados. “Ian ha hecho una enorme contribución al bienestar de la humanidad”, añade.
En su niñez, a fines de los años 50, en las frías y brumosas ciudades escocesas de Edimburgo y Aberdeen, Ian Frazer era un peligro si tenía en sus manos un juego de química. Su padre era profesor de medicina; su madre, doctora en ciencias. No es de extrañar que ya en los primeros años de la escuela primaria Frazer decidiera ser físico.
Cuando tenía nueve años hizo cola con sus compañeros para recibir la vacuna antipoliomielítica. “La aguja me llamó la atención”, cuenta (hasta ahí llega el interés de la mayoría de los niños). “Luego vi algunos chicos [inválidos] que habían sufrido polio. Eso me hizo interesarme en cómo combate el cuerpo la infección”.
Frazer estudió medicina y se recibió en 1977. El joven escocés, de ingenio perspicaz para el detalle, habría podido conseguir un empleo de investigador en la Universidad de Cambridge, pero sabía que buena parte de los estudios avanzados en inmunología procedían del Instituto Walter y Eliza Hall de Investigación Médica, en Melbourne, Australia. Había estado varios meses interno allí en 1974 y le gustó el relajado estilo de vida australiano, así que emigró. “Ahora que lo pienso, fue una decisión arriesgada”, dice el inmunólogo, hoy de 53 años. Pero no era irreflexiva.
Había surgido una extraña enfermedad. Frazer empezó su labor en el campo de las complicaciones de la hepatitis B entre los hombres homosexuales. Cuando un investigador estadounidense visitó el instituto y mencionó la existencia de una misteriosa inmunodeficiencia entre varones homosexuales de Estados Unidos, Frazer comprendió que sus pacientes padecían una enfermedad similar, la que después se conocería como infección por VIH-sida.
Frazer también observó que sus pacientes a menudo presentaban verrugas genitales causadas por el VPH, las cuales no eran una simple molestia, pues parecían acompañarse de células precancerosas.
Asociar un virus con el cáncer era polémico. Sólo otro científico, el virólogo alemán Harald zur Hausen, había relacionado la presencia del VPH en mujeres con el cáncer cervicouterino. Frazer estaba convencido de la necesidad de estudiar más a fondo el asunto.
Como las becas de investigación eran fáciles de conseguir en el estado de Queensland, se mudó a Brisbane, la capital, con su esposa, Caroline, a quien había conocido en la universidad, sus dos hijos y un tercero en camino, y al poco tiempo dirigía un laboratorio propio en el Hospital Princesa Alejandra, adscrito a la Universidad de Queensland. El ambiente relajado y amigable compensaba un poco las largas jornadas que Frazer dedicaba a su trabajo. En 1989 le ofrecieron la oportunidad de pasar un tiempo en Cambridge durante un año sabático.
Era el sueño de cualquier académico, y Frazer y su familia volvieron a mudarse. Sin embargo, los Frazer no tardaron en darse cuenta de que sus ahorros en dólares australianos no eran gran cosa una vez convertidos a libras esterlinas. En igual situación económica estaba una pareja china: el doctor Jian Zhou y su esposa y asistente, la doctora Xiao-Yi Sun, que trabajaban extenuantes jornadas en el laboratorio de al lado. “Jian hablaba poco el inglés, y su mujer nada, pero nos las ingeniamos para charlar”, cuenta Frazer. Y la conversación los hizo grandes amigos: un inmigrante escocés y un joven biólogo molecular chino que había sobrevivido los campos de trabajo agrícola y las fábricas de la Revolución Cultural.
“Nuestra amistad nos enriqueció a los dos. Teníamos objetivos de investigación muy parecidos”, dice Frazer del interés que compartían por el VPH. Sólo que a Zhou, virólogo eminente, le interesaban las características y el comportamiento del virus en sí, mientras que Frazer, como inmunólogo, investigaba la reacción que producía en el cuerpo. Eran la pareja científica perfecta.

Zhou y Sun le explicaron a Frazer que no querían volver a China. “Preferíamos aprovechar la oportunidad de desarrollo profesional y de colaboración con científicos de talla internacional, ya fuera en el Reino Unido, Estados Unidos, Alemania o Australia”, cuenta Sun. Frazer tardó nueve meses en conseguir los papeles para llevar a los dos investigadores a Brisbane.
En marzo de 1991, a los seis meses de iniciada su investigación conjunta en Australia, el equipo quedó sorprendido por los resultados de un experimento.
A diferencia de otros virus, el VPH no puede cultivarse en un tubo de ensayo; sólo se desarrolla en piel viva y sana. Sin embargo, para producir una vacuna necesitaban algo muy parecido al VPH, tanto que hiciera al cuerpo reconocerlo como tal y —al igual que con todas las vacunas— desatar una reacción inmunitaria leve que lo preparara para combatir una infección verdadera.
Cuando examinaron las microfotografías electrónicas de sus ensayos para combinar dos proteínas, observaron partículas semejantes a virus y comprendieron que habían logrado fabricar una réplica de la capa externa del VPH; era el bloque constructivo que necesitaban para crear su revolucionaria vacuna.
“Creo que no dudamos ni por un instante que habíamos descifrado el enigma. Estábamos muy emocionados, pero no sabíamos si divulgar el hallazgo; no podíamos cantar victoria”, explica Frazer. Después de todo, aún faltaba mucho que hacer.
Tuvieron que pasar dos años más antes de que pusieran su invento en manos de los laboratorios biofarmacéuticos CSL Limited, y 13 para que los beneficios de la vacuna llegaran al gran público.
Lo que más lamenta Frazer es que la súbita muerte de Zhou en 1999, de una enfermedad que sufrió en un viaje a China, le impidiera participar del éxito junto con su colaborador de hacía tantos años.
Pero la labor continúa. Con una réplica del VPH en un tubo de ensayo, Frazer ha podido realizar ensayos antes imposibles sobre su comportamiento, y ahora su laboratorio busca la siguiente vacuna: una con la que se pueda tratar a una persona ya infectada con el virus.
¿Qué aconseja Frazer a otros investigadores médicos para que perseveren? “El arte de la ciencia es intentar responder sólo preguntas que tengan respuesta”, dice. “A mis alumnos les digo que, si buscan la fama, no se dediquen a la ciencia”.
Y en efecto, aunque pasaron al menos 20 años de incertidumbre desde que Frazer concibió la vacuna, su hallazgo es hoy un avance histórico, no un simple motivo de fama.
Eso es mucho más duradero que una fugaz mirada de reconocimiento en el mostrador de inmigración.

[Recuadro:]

El cáncer cervicouterino será historia
¿Cómo nos cambiará la vida la vacuna?

Por Debbie Lau

Cuando termines de leer este artículo, en Asia una mujer más habrá muerto de cáncer cervicouterino. Allí se presentan más de la mitad de los 500,000 casos de la enfermedad que se diagnostican cada año.
Pero es posible que en un futuro no muy lejano la vacuna contra el cáncer cervicouterino se administre a las niñas en los primeros años de vida, y que se incluya en el programa de inmunizaciones con que protegemos la salud de nuestros hijos. Esto es lo que debes saber ahora:

EL VIRUS. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la infección por VPH es la virosis de transmisión sexual más común, con unos 630 millones de casos en el mundo. Cerca de 30 por ciento de las mujeres contraerán una infección por VPH de alto riesgo en su vida, sobre todo entre los 18 y los 25 años. En la mayoría de ellas el sistema inmunitario combate la infección y la vence, pero una de cada 50 contrae una enfermedad crónica que puede convertirse en cáncer.
“Muchas mujeres que acuden al Papanicolaou no saben qué es el VPH”, advierte el doctor Jatupol Srisomboon, presidente del Departamento de Ginecología y Obstetricia de la Universidad Chiang Mai, en Tailandia. Hace poco la Sociedad de Ginecología y Obstetricia y la Asociación de Ginecólogos de Singapur iniciaron una campaña para informar a las mujeres sobre la enfermedad y enseñarles a combatirla, y en Malaysia una campaña parecida da a conocer los peligros del VPH.

EL CÁNCER. Cuando una mujer se infecta, el virus se introduce en una célula y la obliga a multiplicarse, lo que suele formar verrugas inofensivas. Sin embargo, la multiplicación celular puede salirse de control y formar un tumor canceroso, advierte Frazer.
En Asia unas 143,000 mujeres mueren cada año de cáncer cervicouterino. Según el Departamento de Salud Pública de Tailandia, cada año se diagnostican en ese país más de 6,000 casos de la enfermedad. En Filipinas, en dos de cada tres mujeres a las que se diagnostica, el cáncer ya está avanzado, y la mitad de ellas mueren en el lapso de cinco años.

LA VACUNA. Lo mejor es vacunar a las niñas antes de que se inicien en la vida sexual, pero nunca es tarde:

EDAD PREPUBERAL. La reciente aprobación de la vacuna en la mayoría de los países asiáticos permite que las niñas puedan recibirla desde los nueve años. A los padres quizá no les parezca bien inmunizar a sus hijas contra una enfermedad de transmisión sexual, pero la profesora Margaret Stanley, directora de investigación del Departamento de Patología de la Universidad de Cambridge, señala que el objetivo de cualquier vacuna es brindar protección antes del contacto con el virus que la produce.
“Las niñas de entre nueve y 12 años tienen la reacción más favorable a la vacuna”, explica Stanley. “La inmunidad empieza a decaer en forma constante después de la pubertad”.

MUJERES ADULTAS. Según el profesor Tay Eng Hseon, presidente del consejo médico del Hospital Infantil y de Ginecología KK, en Singapur, y uno de los principales autores del estudio clínico de la vacuna en Asia, las mujeres adultas sexualmente activas también pueden vacunarse. El Gardasil, de Merck, inmuniza contra cuatro cepas del VPH: los tipos 16 y 18, que producen 70 por ciento de los casos de cáncer cervicouterino, y los tipos 6 y 11, responsables de 90 por ciento de las verrugas genitales, de las que hay 32 millones de casos en el mundo, según expertos de la OMS.
“Si una mujer no ha tenido contacto con ninguna de estas cuatro cepas, la vacuna la inmunizará”, añade Tay.

MUJERES INFECTADAS. Para quienes ya son portadoras del VPH, la mejor defensa sigue siendo hacerse el Papanicolaou con regularidad para detectar células anormales a tiempo. Los ginecólogos aconsejan someterse a la prueba dentro de los tres años siguientes a la primera relación sexual o cuando la mujer cumple 25 años de edad. La práctica sistemática del Papanicolaou puede prevenir el cáncer cervicouterino hasta en 90 por ciento de los casos.
Si estás infectada con el VPH, podrás recibir la vacuna dos años después de que te hayan tratado y erradicado la infección, lo que te protegerá contra otras cepas del VPH. Aunque la infección por VPH no se cura, llevar una vida sana, practicar el sexo seguro y mantener una relación monogámica ayudan mucho a evitar la reinfección.

DESPUÉS DE LA VACUNA. ¿Las mujeres vacunadas siguen necesitando el Papanicolaou? “¡Claro!”, dice Tay. “Mientras no se desarrolle una vacuna contra todas las cepas cancerígenas del VPH, el Papanicolaou seguirá siendo útil”.

EL COSTO. El Gardasil cuesta de 300 a 350 dólares por tratamiento de tres inyecciones.

[pies de foto]
[p. 56]

El profesor Ian Frazer con la vacuna que salvará a muchas mujeres del cáncer cervicouterino.

[p. 59]

Frazer trabajando en busca de una vacuna contra el cáncer cervicouterino.

[callout p. 58]

Sus pacientes solían padecer verrugas genitales causadas por el VPH.

inglés al español: Health IQ
Texto de origen - inglés
1 Q&A: My Knees Hurt! Dr. Roizen & Dr. Oz

I've started running, but my knees are killing me. I used to run for miles, but now I can't. Any advice? It's great to strengthen your heart, but why derail nature's transportation system in the process? With each step, you pound your joints with about four times your weight. Ease into it: Start by walking 30 minutes a day and doing strength training a few days a week. Build up the muscles around your knees with exercises such as lunges or squats. Plus, weight training can help you lose weight, so you put less strain on your knees. After a month, try running again, but don't increase your mileage by more than 25% a week. Crucial: Go to a specialty sneaker store to have your gait analyzed so you can find shoes with proper support. Add calcium, magnesium and vitamins C and D to your diet to help prevent osteoarthritis. And keep in mind that running on a treadmill or track can be easier on aching knees.

2 The Buzz Dr. Roizen & Dr. Oz

1 Cloudy, unclarified apple juice has up to four times the cancer-fighting polyphenols as clear juice. 2 For healthy guys who can tolerate aspirin, taking one every other day may lower the risk of developing asthma by 22%. 3 Regular acupressure can reduce agitated behavior common in dementia. 4 When women eat quickly, they consume 10% more calories than when they have the same meal but slow down, chewing each bite 15 to 20 times. 5 Eat strawberries! They may slow the growth of colon and oral cancers.

3 How Ta Handle Stress Dr. Roizen & Dr. Oz

One Common Problem Four Expert Solutions The Osteopathic Physician After making sure you have no serious medical problems, we might try osteopathic manipulation, a technique similar to chiropractic that can help relieve stress and the pain that often accompanies it. In the muscle-energy technique, the doctor guides you through contracting and relaxing different muscles to ease tension. In cranial osteopathy, the doctor manipulates the skull structures to relax the body. Gary Ostrow, DO, New York, New York The Nutritionist The most important thing is to get enough sleep. When you're sleep-deprived, stress is magnified and you feel it more. Aim for six to eight hours a night. Find time to exercise, as the endorphins you release during a workout can counter your stress hormones. Foods with tryptophan (turkey, dairy, soy products) can be calming too. Lisa Derosimo, MD, Owner, The Weight and Wellness Center, Jupiter, Florida The Massage Therapist Just being touched reduces tension, but massage also increases levels of the hormone oxytocin, which helps lower blood pressure and slow your breathing, easing stress. Swedish massage is the most calming, but you can get some of the same results with a hand or foot massage or a back rub from a loved one. Patti Darragh, Owner, RejuvinEssence Day Spa, Huntingdon Valley, Pennsylvania The Meditation Coach You don't have to dedicate a huge chunk of time to meditation. You can get stress relief with just ten deep breaths. To do it, sit down in a quiet place, close your eyes and breathe in slowly. Picture the air coming in through your nose and circling to the back of your throat. Exhale through your nose. This practice slows down and relaxes your nervous system. Slowly progress up to 20 minutes a day, if you can. Kathy Freston, Los Angeles

4 43% of us suffer adverse Dr. Roizen & Dr. Oz USRD

43% of us suffer adverse health effects due to stress

5 Bottom Line Dr. Roizen & Dr. Oz

The keys to managing stress are understanding the cause and adjusting your physical response. Keep a diary of daily events that frustrate you. Analyze the common thread and challenge the underlying beliefs that cause your responses. Instead of exploding at a co-worker, find a physical outlet for stress, such as walking, stretching, deep breathing.



Traducción - español
NOTICIAS DE LA MEDICINA
TUS DUDAS DE SALUD RESUELTAS POR EXPERTOS

¡Me duelen las rodillas!

Empecé a correr, pero las rodillas me están matando. Antes corría kilómetros y ya no puedo. ¿Qué hago?

Está bien fortalecer el corazón, pero no a costa del aparato locomotor. Cada zancada supone un impacto cuatro veces mayor que tu peso para las articulaciones. Comienza poco a poco: camina media hora al día y fortalece los músculos, sobre todo los que rodean las rodillas, con ejercicios como flexiones hacia delante y sentadillas con pesas varios días por semana, lo cual adelgaza y así aminora los impactos de la carrera. Al cabo de un mes prueba a correr otra vez, pero aumenta la distancia sólo en 25% a la semana. Acude a una tienda de calzado deportivo para que analicen tu zancada, y adquiere los zapatos óptimos. Aumenta el consumo de calcio, magnesio y vitaminas C y D para prevenir la osteoartritis, y recuerda que para las rodillas sensibles es preferible correr en una caminadora o una pista blanda.
DOCTORES ROIZEN Y OZ
EN BREVE
1 El jugo de manzana turbio tiene hasta cuatro veces más polifenoles (de acción anticancerosa) que el clarificado.
2 En las personas sanas que toleran la aspirina, tomar una cada tercer día reduce en 22% el riesgo de contraer asma.
3. El uso regular de la digitopuntura puede reducir la agitación que suele acompañar a la demencia.
4 Cuando las mujeres comen deprisa ingieren 10% más calorías que si comen lo mismo pero más despacio, masticando cada bocado de 15 a 20 veces.
5 ¡Come fresas!: frenan el desarrollo de los cánceres de boca y colon.

CÓMO MANEJAR EL ESTRÉS
UN PROBLEMA COMÚN CUATRO SOLUCIONES EXPERTAS
OSTEOPATÍA
Una vez que compruebes que no padeces ningún trastorno serio, puedes someterte a la osteopatía, una manipulación parecida a la quiropráctica que ayuda a aliviar el estrés y los dolores que suelen acompañarlo. En la energización muscular, el terapeuta guía al paciente para que contraiga y relaje distintos músculos, y reduzca así la tensión. En la osteopatía craneal, el terapeuta manipula los huesos de la cabeza para relajar el cuerpo.
GARY OSTROW
Osteópata, Nueva York

NUTRICIÓN
Lo principal es dormir bien. La falta de sueño hace que el estrés afecte más. Duerme de seis a ocho horas diarias y ejercítate con regularidad, pues las endorfinas producidas por la actividad física contrarrestan las hormonas del estrés. Los alimentos que contienen triptófano (pavo, productos lácteos y de soya) también calman.
DOCTORA LISA DEROSIMO
Dueña del Centro de Control de Peso y Bienestar
Júpiter, Florida

MASAJE
Cualquier contacto físico reduce la tensión, pero el masaje también aumenta la concentración de oxitocina, hormona que disminuye la presión arterial y el ritmo respiratorio, lo que alivia el estrés. El masaje sueco es el más relajante, pero se obtienen casi los mismos resultados con una fricción de espalda, manos o pies por parte de un ser querido.
PATTI DARRAGH
Dueña del RejuvinEssence Day Spa,
Huntingdon Valley, Pensilvania

RELAJACIÓN
Relajarse no quita mucho tiempo. Bastan 10 respiraciones profundas para aliviar el estrés. Para probarlo, siéntate en un lugar tranquilo, cierra los ojos e inspira despacio. Concéntrate en el aire que entra por la nariz y baja por la garganta. Espira por la nariz. Aumenta poco a poco el tiempo de relajación hasta llegar a 20 minutos al día.
KATHY FRESTON
Los Ángeles

43% de la población sufre trastornos de salud por estrés.

PUNTOS CLAVE
El secreto para manejar el estrés es averiguar su causa y modificar tu reacción física. Lleva un diario de los hechos cotidianos que te frustran. Analiza qué tienen en común y cuestiona las creencias en que se basan tus reacciones. En vez de estallar contra un compañero de trabajo, elige una válvula de escape como caminar, estirar los músculos o respirar profundamente.
DOCTORES ROIZEN Y OZ
inglés al español: Hunting Britain’s Mr. Cocaine
Texto de origen - inglés
Hunting Britain’s Mr. Cocaine
Detective Sergeant Adrian Hodgetts suspects one man is behind the flow of ‘crack’ flooding the streets. Now the net is closing
By tim bouquetAs the wedge shape of the Eurostar to Paris flashes through the Kent countryside, a well-built man leans his close-cropped head on to the backrest behind him and shuts his eyes. After 20 years hunting major criminals, Adrian Hodgetts, a detective sergeant in the Specialist Crime Directorate, is not easily excited. But today he has a meeting with drug investigators at the Ministry of the Interior in Paris. They have picked up a string of drug “mules” travelling from the French territory on the island of St Martin in the West Indies, all heading to the UK.
It’s the best lead yet in a battle to halt a growing wave of super-addictive “crack” cocaine spreading through the streets of Britain. Hodgetts eases himself back into the upholstered seat and tries to relax as the train speeds quietly into the Channel Tunnel.


“Bienvenue à Paris...et merci pour votre...” Hodgetts picks up his briefcase as the train enters the Gare du Nord. Within minutes he is greeting members of the French National Drug Squad at Place Beauvau.
What he hears is breathtaking in its scale. Sixteen couriers have been picked up carrying up to ten kilos of cocaine each, altogether some 160 kilos. But police estimate that three times that has escaped detection: that’s nearly half a ton of cocaine on its way to Britain.
Most of the mules are female, in their late teens or early twenties. Up to three travel on a flight, but their paymasters need only one to get through to make a fortune. The others are left to their fate. The drugs are hidden in books and suitcases. Liquid cocaine is in sealed gift-boxed rum bottles.
It’s clearly a massive, well-organised operation. There’s no point arresting a few mules. Hodgetts knows he must find the spider at the centre of the web without giving any warning that police are on to him—or he will simply vanish.
“Next time your intelligence guys discover a mule is on the way,” says Hodgetts, “let her run.”


Seventeen-year-old Chantal Joly* grips her suitcase tightly as she steps from customs into the arrivals hall at Charles de Gaulle airport, her heart still pounding despite the light security on what is considered a domestic flight. She stops to scan the massed faces and searching eyes, then sees a girl holding a handwritten sign with her name on it, exactly as she’d been promised.
The girl, called Tasha, travels with her on the express train into Paris. Tasha checks Chantal into a hotel, they have lunch and for a while they catch the sights of the city.
Next day, April 20, 2004, they arrive at the International Coach Station in Bagnolet. Chantal, with four gift-boxed bottles of rum still safely in her luggage, boards an overnight coach to London.
At his office at New Scotland Yard Adrian Hodgetts reaches out to an-
swer his phone. He hears the voice of a French colleague: “She’s on her way.”


In a covered driveway at Victoria Coach Station the air vibrates with the steady roar of diesel engines. Chantal steps down from the Paris coach and stops to claim her suitcase from the hold. A man greets her and leads her to a red Citroën Xsara in the street.
As the Xsara slips into the traffic, Detective Constable Nicholas Potts and other cars with police officers follow. At nearby Belgravia police station
Hodgetts is in touch by radio.
Traffic is very light as they move
towards east London. The police alternate tails and hang back as far as they dare, but it’s difficult to hide the fact that they are following.
Suddenly, as the Xsara reaches Stoke Newington in London’s north-east, the driver slams into a U-turn and floors the accelerator. He’s spotted the tail.
As the car races away in the opposite direction, it’s Hodgetts’s call: move in and blow their cover or risk ten kilos of cocaine reaching the streets.
Hodgetts thumbs his radio: “Put in the hit!”
Police vehicles swoop, blocking the Xsara front and back. The driver sits motionless, but Chantal jumps out
and runs with the rum bottles. She doesn’t get far.
For Hodgetts and his team, it’s a
devastating setback. The only hope now is that when the spider hears of the arrests, he’ll think it’s just a one-off. Meanwhile the scent has gone cold. Maybe Chantal and the driver will yield something under interrogation.


At Belgravia police station Chantal is clearly terrified and shaking. She is also beginning to show signs of drug withdrawal. “The man in the car said, ‘Get out with the box, it’s got drugs in it,’ ” she says. “He said he’d shoot me if I said anything.” She claims to have had no idea what’s in the bottles.
“This man at the airport says if I drop off the bottles he’ll pay for my ticket.”
“Which man?”
“His name is Terrence. He is from
St Martin.”
A search of Chantal’s handbag
reveals another lead, the name Tasha with a number: 6094 95367.
The driver is Clyde Benjamin, aged 29, born in Guyana. “I went to collect someone that my friend had asked me to get,” he states. “I do not know what was in her suitcase or anything else in her possession.” That is all he reveals. He has no criminal record.
Hodgetts and his team find two more precious leads—a mobile phone on Benjamin and a second one hidden in the car. Hodgetts knows that mobiles can be crucial to a criminal gang’s
organisation, the strands that hold the web together. Police begin checking records for both phones.
They soon strike gold: Benjamin made five calls in a single day to Clare Jones, a 38-year-old single mother
recently arrested by Customs along with a passenger who had £1 million of cocaine hidden in four vases. There are more calls to the number Chantal had written next to the name Tasha.
Benjamin’s second mobile has just one name and number stored, at position 1, where users normally log their own details. The name was “Curel”.
The next lead is the car itself.
Hodgetts turned to the DVLA to trace the red Xsara’s owner. It is registered to a 33-year-old Guyanese woman, Candy Blackman. She turns out to be Benjamin’s sister.
She earns £194 a week as a care worker, yet when police examine her diary, it details expenditure of more than £334,000. But Hodgetts decides not to arrest her for the time being,
to reinforce the impression that the arrest of Benjamin and Joly was a
one-off. Maybe, thinks Hodgetts, we can trap the spider after all.


As Hodgetts’s team digs still deeper into mobile phone records, new names and numbers surface. One belongs
to Bernard Clarke, 31, who lives with his girlfriend Lisa Bennett, 36, in a plush suburban house in Romford,
Essex. Both have a taste for expensive watches, a Cartier for her, a Rolex for him. Surveillance teams report they spend a lot of time shopping, returning laden with expensive items.
But suddenly their routine changes. “They’re visiting chemists,” Detective Constable Paul Allen tells Hodgetts. Detectives trace them to Bream Gardens, a quiet cul-de-sac in Newham, east London, where they let themselves into No 6, a terraced house. Later, after the couple have gone, police discover empty containers of bicarbonate of soda discarded outside.
“It’s got to be a crack factory,” Hodgetts tells colleagues. He knows that bicarb mixed with water and boiled in a saucepan reduces the acid content of cocaine and it crystallises into crack.
There is no point in raiding the house without Bennett and Clarke there. They wait for the couple to reappear.
A search of Clyde Benjamin’s girlfriend’s house produces an address book with more mobile numbers, a set of
accounting figures and next to them the name “Cofy”. On other mobile phones the name comes up as “Kofi”; then, on one, the same number has the name “BC”. “Kofi”, it seems, is Bernard Clarke.
Hodgett is beginning to see a pattern to the web. The nearer the centre—or more important—a person is, the more things happen when they make a call. One name, in particular, stands out. When he calls, money moves, couriers fly and crack is made. Over a period of two and half months he has called “Kofi” at the factory 330 times. On other phones he has been calling France, St Martin, Guyana and the US.
The name is stored in many phones in several guises—“Bow” or “BoFt” or “Foot”. But most often it is “Bowfoot”.


The next morning as Clarke and Bennett return to Bream Gardens, Hodgetts gives the order to storm the building.
The policeman is stunned by what they find. “I have never seen anything on this scale.” Freshly cooked crack in half-inch-thick pizza-sized slabs covers every work surface in the kitchen.
Together they weigh 9.5 kilos, with a street value of more than £1 million.
At Clarke and Bennett’s house, wardrobes overflow with Prada and Versace, diamonds and jewellery. Rooms are filled with oversized white leather sofas and marble statues. One receipt shows the pair have paid £109,500 in cash for a cabinet to display their spoils.
Within two weeks the police have rounded up 17 members of the gang. But the biggest prize of all is still at large. Hodgetts takes a gamble.
Twenty-year-old Amy Anne Farrow of Wallington, Surrey, had been observed leaving the country for Barbados. When she returns to Gatwick Airport she is, as police had suspected, smuggling 1.8 kilos of cocaine.
Hodgetts hopes that for £150,000 “Bowfoot”, with his intermediaries gone, will risk meeting the girl himself. Clearing customs, as Hodgetts intends, Amy walks to a payphone. There is no reply to her call. She returns to her suitcase and waits. If Bowfoot is in the terminal he must have smelled a rat.
As police arrest the girl, Hodgetts races to her house, hoping for any
lead before the trail goes cold. As he searches, there is a knock on her door.
On the doorstep is a slim, middle-aged man with dreadlocks. Hodgetts recognises him from surveillance
photos. He can’t believe his luck.
Deadpan, Hodgetts says: “So what brings you here?”
“I’m just doing a favour for a
mate,” the man tells Hodgetts. But he can’t explain why he has Amy Farrow’s flight details in his pocket, or how
Lisa Bennett had a business card with his and her fingerprints, or why “Kofi” Clarke—a man he says he doesn’t know—has called him 220 times on just one of his eight mobile phones,
all at times when drugs or money are on the move.
Handcuffs are snapped on to Bowfoot’s wrists. The trap has sprung.
The police operation jailed a total of 65 people in the UK, Guyana, France and the US. In two years the Bling Bling Gang, named after their love of flashy lifestyle items, had
imported £50 million of cocaine into Britain, which they turned into crack.
Bowfoot, aka Ian Dundas-Jones,
was born Leon Dundas in the US
in 1970. Unlike Clarke and Bennett, Dundas-Jones lived a life with no bling, instead buying properties in Guyana. This February, Ian Dundas-Jones,
condemned by the judge for bringing “ruination and despair on others”,
was jailed for 27 years, Bernard Clarke and Lisa Bennett for 18 years each
and Clyde Benjamin 12 years. In France, those jailed included Rochelle Barnwell—better known as “Tasha”.

BOX
COCAINE IN UK
In Colombia one kilo of coca leaves costs a shade over £1. Turned into cocaine it costs £1,000 a kilo. A kilo of crack on Britain’s streets, where demand is the highest in Europe, retails at £100,000. The high of crack, so-called because it crackles when smoked, is as intense as it
is short-lived and dependence is rapid says Turning Point, the UK’s leading social care organisation
helping addicts turn their lives around. “Users are driven to obtain the drug repeatedly to avoid withdrawal symptoms, [to] the severe detriment of their mental and physical health.” Alarmingly there are twice as many crack users as heroin users among vulnerable young groups. Users of both drugs total an estimated 340,000.
Traducción - español
Tras un zar de la cocaína

El detective Adrian Hodgetts sospecha que hay alguien detrás del río de crack que inunda las calles de Reino Unido, y decide atraparlo.

por tim bouquet

Mientras el tren Eurostar a París surca veloz la campiña de Kent, un pasajero bien parecido reclina la cabeza casi rapada y cierra los ojos. Tras 20 años de perseguir peces gordos de la mafia, Adrian Hodgetts, detective de la Dirección Especializada contra el Crimen de Reino Unido, no se altera fácilmente, pero hoy se reunirá en el ministerio del Interior francés con investigadores del narco que descubrieron una red de traficantes que introduce droga en Reino Unido desde la parte francesa de la isla de San Martín, en las Antillas.
Es la mejor pista hasta ahora en una guerra por impedir que una ola creciente de crack, forma superadictiva de la cocaína, se desborde por las calles de su país. Hodgetts se relaja en su asiento mientras el tren se interna en el eurotúnel.


“Bienvenue à Paris...”, dice el altavoz. Hodgetts toma su portafolio y el tren llega a la estación. En unos minutos está en la plaza Beauvau saludando a miembros de la Brigada Nacional Antidroga francesa.
Le dicen algo alarmante. Detuvieron a 16 contrabandistas que llevaban 10 kilos de cocaína por cabeza (unos 160 kilos en total), pero la policía sospecha que la misma operación ha pasado inadvertida tres veces, así que casi media tonelada de la droga va en camino a Reino Unido.
Los contrabandistas son sobre todo mujeres de alrededor de 20 años. Viajan en grupos de hasta tres por vuelo, pero a sus patrones les basta que pase uno para hacer una fortuna. A los otros los abandonan a su suerte. La droga viaja oculta en libros y maletas, y en forma líquida en botellas de ron selladas y envueltas para regalo.
Una operación masiva y bien organizada, sin duda. De nada serviría detener a algunos contrabandistas. Hodgetts sabe que debe encontrar al cerebro de la red sin darle señales de que lo busca… o se esfumará.
—La próxima vez que sus agentes descubran a un contrabandista —dice—, no lo detengan.


Chantal Joly,* de 17 años, va de la aduana a la sala de llegadas del aeropuerto Charles de Gaulle aferrando su maleta, el pulso aún acelerado pese a la poca vigilancia en lo que se considera un vuelo nacional. Se detiene a mirar a quienes esperan y ve a una joven que lleva un letrero con su nombre, como le dijeron.
La joven, Tasha, viaja con Chantal en el expreso a París, la registra en un hotel, comen juntas y pasean un rato por la ciudad.
Al otro día, 20 de abril de 2004, llegan a la estación internacional de Bagnolet y Chantal, con cuatro botellas de ron envueltas para regalo aún guardadas en su equipaje, toma un tren nocturno a Londres. En su oficina en Scotland Yard, Hodgetts contesta el teléfono. Un colega francés le avisa:
—Va para allá.


En un camino techado en la estación Victoria retumba el ruido de las máquinas diesel. Chantal baja del tren que viene de París y recoge su equipaje. Un hombre la saluda y la lleva a un Citroën Xsara rojo estacionado en la calle.
Cuando el Xsara arranca, lo sigue el agente Nicholas Potts con varios autos de la policía. Hodgetts mantiene contacto con ellos por radio desde la vecina comisaría de Belgravia.
Avanzan entre poco tráfico hacia el este de Londres. La policía alterna los autos y se rezaga lo más posible, pero no logra disimular su presencia.
Al llegar a Stoke Newington, en el noreste de la ciudad, el conductor del Xsara vira bruscamente en redondo y acelera al máximo.
Mientras el auto huye en la dirección opuesta, Hodgetts manda a sus hombres desenmascararse para impedir que 10 kilos de cocaína lleguen a las calles.
Los vehículos policiales cierran el paso al Xsara por delante y por detrás. El conductor no se mueve, pero Chantal baja de un salto y corre con las botellas. No llega lejos.
Es un duro revés para Hodgetts y su equipo. Ahora la única esperanza es que cuando el pez gordo sepa de las detenciones, piense que fue un golpe aislado. Quizá Chantal y el conductor digan algo en el interrogatorio.


En la comisaría de Belgravia Chantal tiembla de miedo y muestra síntomas de abstinencia.
—El hombre del coche me dijo que bajara con la caja, que había droga en ella —declara—. Amenazó con dispararme si decía algo.
Sostiene que no sabía lo que hay en las botellas.
—Un hombre en el aeropuerto me dijo que si las entregaba, me pagaría el boleto de avión.
—¿Qué hombre?
—Se llama Terrence. Es de San Martín.
Cuando le registran el bolso sale otra pista: el nombre Tasha y el número 6094 95367.
El conductor es Clyde Benjamin, guyanés de 29 años.
—Fui a recoger a la chica porque me lo pidió un amigo —dice—. No sé lo que ella llevaba encima ni en la maleta.
Es lo único que confiesa. No tiene antecedentes penales.
Hodgetts y su equipo dan con otras dos valiosas pistas: un teléfono celular en poder de Benjamin y otro oculto en el auto. Hodgetts sabe que los celulares son esenciales para una red criminal: son los hilos que la unen. La policía revisa los registros de ambos números.
No tardan en hacer hallazgos: Benjamin llamó cinco veces en un día a Clare Jones, mujer de 38 años detenida hace poco por Aduanas junto con un pasajero que llevaba cocaína por 1.9 millones de dólares oculta en jarrones. Hay más llamadas, al número que Chantal escribió junto al nombre de Tasha.
El segundo teléfono de Benjamin sólo tiene grabados un nombre y un número en la primera posición, donde los usuarios suelen introducir sus datos. El nombre es Curel.
La siguiente pista es el auto. Hodgetts pide los datos del dueño a la Oficina de Licencias de Conductores y Vehículos. El Xsara es de una mujer guyanesa de 33 años, Candy Blackman, que resulta ser hermana de Benjamin.
Gana el equivalente de 366 dólares a la semana como trabajadora social, pero la policía descubre que en su agenda ha anotado gastos por más de 630,000. Aun así, Hodgetts decide no detenerla por lo pronto, para aumentar la impresión de que el arresto de Benjamin y Joly fue un golpe fortuito. Después de todo, piensa, quizá podamos atrapar al cerebro.


Cuando el equipo de Hodgetts ahonda en los registros de los celulares, surgen más nombres y números. Uno es Bernard Clarke, de 31 años, que vive con su novia, Lisa Bennett, de 36, en una mansión en las afueras de Romford, Essex. Les gustan los relojes caros: ella tiene un Cartier y él un Rolex. Según las brigadas de vigilancia, pasan mucho tiempo de compras y vuelven cargados de artículos costosos. Pero sus costumbres de pronto cambian.
—Están consultando químicos —avisa a Hodgetts el agente Paul Allen.
Los siguen hasta Bream Gardens, una tranquila calle cerrada en el sector londinense oriental de Newham, y los ven entrar en el número 6, una casa con terraza. Cuando la pareja se marcha, la policía descubre envases de bicarbonato de sodio vacíos tirados fuera de la casa.
—Tiene que ser un laboratorio de crack —dice Hodgetts a sus colaboradores.
Sabe que el bicarbonato mezclado con agua y hervido en una sartén reduce la acidez de la cocaína y hace que se cristalice en forma de crack.
Sería inútil registrar la casa sin Bennett y Clarke. Esperan a que la pareja vuelva a aparecer.
Al registrar la casa de la novia de Benjamin encuentran un directorio con más números de celulares, una lista de cifras y, junto a ella, el nombre Cofy. En otros celulares el nombre figura como Kofi, y en otro más el mismo número aparece a nombre de BC. Parece, pues, que Kofi es Bernard Clarke.
Hodgetts empieza a desenmarañar la red. Cuanto más cerca del centro está una persona, más importante es, y más efectos tienen sus llamadas. Destaca un nombre en particular. Cuando él llama, se mueve dinero, los contrabandistas toman aviones y se fabrica crack. En el curso de dos meses y medio llamó a Kofi al laboratorio 330 veces. Con otros teléfonos ha llamado a Francia, San Martín, Guyana y Estados Unidos.
Su nombre está guardado en muchos teléfonos de diversas formas: Bow, BoFt o Foot, pero la más frecuente es Bowfoot.


Cuando al otro día Clarke y Bennett regresan a Bream Gardens, Hodgetts ordena tomar la casa.
Se queda atónito ante lo que encuentran. “Nunca he visto nada tan grande”, dice. Todas las mesas de la cocina están cubiertas de placas de crack recién hechas, de un centímetro de grueso y del diámetro de una pizza. Pesan en total 9.5 kilos y su precio de venta al menudeo asciende a más de 1.88 millones de dólares.
En casa de Clarke y Bennett los armarios rebosan de ropa Prada y Versace, diamantes y otras joyas. Hay habitaciones llenas de enormes sofás de piel blanca y estatuas de mármol. Un recibo indica que la pareja pagó el equivalente de más de 200,000 dólares en efectivo por una vitrina para exhibir su botín.
En cuestión de dos semanas la policía detiene a 17 miembros de la banda, pero el pez más gordo sigue libre. Hodgetts decide arriesgarlo todo.
Habían visto salir del país a Amy Anne Farrow, chica de 20 años de Wallington, Surrey, con rumbo a Barbados. Como suponían, a su regreso, por el aeropuerto de Gatwick, lleva 1.8 kilos de cocaína de contrabando.
Hodgetts espera que por el equivalente de 280,000 dólares Bowfoot, que se quedó sin intermediarios, se arriesgará a contactar a la chica. Una vez que Amy pasa la aduana, como previó Hodgetts, se dirige a un teléfono público. Nadie contesta su llamada. Amy vuelve a donde dejó la maleta y se pone a esperar. Si Bowfoot está en el aeropuerto, esto debe de haberle dado mala espina.
Mientras la policía detiene a Amy, Hodgetts corre a casa de la chica con la esperanza de hallar otra pista. Al registrar la casa oye que llaman a la puerta.
En el umbral ve a un hombre delgado, de mediana edad, con trenzas. Hodgetts lo reconoce por las fotos de vigilancia. No puede creer en su buena suerte.
—¿Qué lo trae por aquí —le pregunta inexpresivo.
—Vengo a hacerle un favor a un amigo —responde el sujeto, pero no puede explicar por qué trae en el bolsillo los datos del vuelo de Amy Farrow, ni cómo es que Lisa Bennett tenía una tarjeta de visita con sus huellas dactilares y las de él, ni por qué Kofi Clarke —hombre al que dice no conocer— lo llamó 220 veces sólo a uno de sus ocho teléfonos celulares, siempre cuando había droga o dinero en movimiento.
Hodgetts esposa a Bowfoot. La trampa resultó.


A raíz de esta operación se encarceló a 65 personas en Reino Unido, Guyana, Francia y Estados Unidos. En dos años la banda Bling Bling (“Lujo”), así llamada por su afición a lo suntuoso, había introducido en Reino Unido el equivalente de casi 95 millones de dólares en cocaína que luego convertía en crack.
Bowfoot, alias Ian Dundas-Jones, nació en Estados Unidos en 1970 y su nombre real es Leon Dundas. A diferencia de Clarke y Bennett, el jefe de la banda vivía sin lujos, pero compraba propiedades en Guyana. En febrero de 2006 Ian Dundas-Jones, a quien el juez declaró culpable de causar “ruina y desesperación a otros”, fue condenado a 27 años de cárcel. Bernard Clarke y Lisa Bennett recibieron sendas penas de 18 años, y Clyde Benjamin una de 12. Entre los encarcelados en Francia está Rochelle Barnwell, mejor conocida como Tasha.

* El nombre se cambió.

[Recuadro:]

La cocaína en Reino Unido
En Colombia un kilo de hojas de coca cuesta casi dos dólares; uno de cocaína, casi 1,900. Un kilo de crack en las calles de Reino Unido, donde la demanda es la mayor de Europa, se vende al menudeo por el equivalente de unos 190,000 dólares. El efecto estimulante del crack, así llamado porque cruje al fumarse, es tan intenso como pasajero, y la dependencia se adquiere pronto según Turning Point, principal institución británica de rehabilitación de adictos. “Los usuarios tienen que conseguir la droga a menudo para evitar el síndrome de abstinencia, [en] grave detrimento de su salud física y mental”. Hay dos veces más usuarios de crack que de heroína entre los jóvenes vulnerables. El total de adictos a ambas drogas se calcula en 340,000.

inglés al español: Report Card on Russia 2006
Texto de origen - inglés
Report Card on Russia 2006
By David Satter

Fifteen years after the fall of the Soviet Union, Russia has changed dramatically. In July 2006 it hosted the G8 summit for the first time. But how real is its evolution toward democracy? In 1990, David Satter filed a report card on Russia for Reader's Digest as it prepared to free itself from communism. We recently sent him back to update his findings.

Personal Freedom: Just before New Year student Aliona Maximtsova, 26, prepared to board her flight from Moscow's Sheremetyevo-2 airport to Amsterdam, where she was joining her boyfriend to see in 2006. Thousands of young Russians like her, some already celebrating, were waiting in long lines for flights all over the world. The crowded departure lounge was full of women in long mink coats. “They wear them for beauty,” Aliona said, “and to show that they have a man who can buy them such a coat.”
Aliona barely remembers the Soviet Union. She is accustomed to going abroad for holidays and plans a career as a tour guide. But Bella Minikova, a Moscow schoolteacher in her sixties, is amazed at the changes that have occurred in her country.
“Children are now without complexes,” she said. “They make more of an effort to learn foreign languages. Foreign travel expands their world view and they see Russia with new eyes when they return.”
The new freedom is reflected in other ways. In January 2006, Russian television began broadcasting a serial based on Alexander Solzhenitsyn's once banned novel, The First Circle. Thirty years ago, the mere possession of a copy could get you into serious trouble with the authorities.
Moscow bookstores are filled with works critical of contemporary Russia and President Vladmir Putin. In Pushkin Square, where dissident gatherings used to be dispersed by the police, political demonstrations are a regular event.
Yet this freedom is not complete. When I talked with her in 1990, Rita Luchkov, a Moscow housewife, was still stunned by the first stirrings of political freedom. Now, she has a more nuanced view of what Russia has achieved.
“People can travel and read whatever they want and they don't fear that the authorities are listening to the telephone,” she reflected, “but there is no protection, particularly for people who don't have money. The bureaucracy is on the same level-rude, brutal and dishonest. If a person falls upon hard times, if he is a victim of a medical mistake or police abuse, there is no help for him.”
Grade: A minus.
The Press: When Islamic terrorists seized a school full of children in Beslan, southern Russia, in 2004 the newspaper Izvestiya claimed the authorities were lying about the number of hostages. Instead of 354 being held, as officials claimed, there were actually 1,200. Then the paper ran graphic full-page photographs of the attack that ended the siege. Editor-in-chief Raf Shakirov says that the Kremlin told the heads of Profmedia, which owns Izvestiya, that the paper's coverage was unacceptable. “The authorities were demanding blood,” says Shakirov, “and the only person whose blood they could have was mine.”
The major newspapers, with few exceptions, are subject to direct or indirect control by the presidential administration. Alexander Podrabinek, to whom I talked 15 years ago when he was editing Ekspress Khronika, an unofficial weekly newspaper that campaigned against Soviet censorship, believes that many journalists are still afraid of the authorities. “If Putin wrinkles his brow,” he said, “the majority begin to shake in their boots.”
Podrabinek went on to found Prima-News, an Internet news service specializing in human rights abuses in the former Soviet bloc. He travels every year to Cuba with computers, tape recorders and literature for dissidents. “Cuba is a Soviet product and I feel obliged,” he said. “This is the way Westerners helped us.”
Three years ago, the independent management of NTV (Independent Television) was eliminated, leaving all national television networks under the control of the Kremlin.
Press coverage during elections supports Kremlin-supported candidates. In the last presidential elections, Putin was omnipresent on television and always depicted positively. Communist candidate Nikolai Kharitonov was rarely mentioned and then only negatively.
Journalists who seek to expose crime or corruption are often killed. According to the Committee for the Protection of Journalists (CPJ), at least 12 journalists have been murdered since Putin took office on Dec 31, 1999, making Russia the world's fourth most dangerous country for journalists. Not one person has been brought to justice.
Grade: C.

The Rule of Law: Transparency International, which monitors corruption worldwide, ranks Russia 126th in the world in terms of honesty alongside Niger, Albania and Sierra Leone, according to its 2005 index. The rule of law is absent throughout Russian society. Massive official corruption entangles business owners in a web of crime. Bribes amount to $316 billion a year, more than two-and-a-half times Russia's annual federal revenues, according to a 2005 report by Indem, an anti-corruption monitoring group.
Business owners pay bribes to the police and government agencies and the weight of constant payoffs leads them to cheat on their taxes. Konstantin Gagarin, a wholesale clothing importer, said that businesses do not show their real turnover. “You need to show only what is necessary for salary, rent and expenses. Among small and medium-sized businesses, this is practically universal. If they did not do this, their business would be unprofitable. There would be too much money for the government.”
Importers have to deal with the Russian customs. “Customs officials can place one code or another on your goods,” Gagarin said. “In one case, you pay 10 percent of your revenue, in the other 40 or 50 per cent. You pay a broker to get your goods through customs and part of what you pay him goes to the customs official.”
Property rights are insecure. An entire industry has grown up dedicated to stealing companies from their rightful owners and selling them to the highest bidder. A company buys shares in a factory and then takes legal action against the management in a court thousands of miles away. The court rules in favor of the plaintiff in return for a bribe and the new shareholder begins an audit of the enterprise. Hired thugs escort the new “director” onto the grounds and the new management rewrites the register of stockholders, crossing out the names of the old.
In Samara, about 1000 km southeast of Moscow, lies Togliatti-Azot, a giant chemical factory and the world's largest producer of ammonia. In 2005, the Renova group, run by Viktor Wechselberg, an oligarch close to Putin, and another holding company, Evrokhim, jointly formed a company, Synttech. It bought a ten percent interest in Togliatti-Azot and attempted to put its representative on the board of directors.
The attempt failed but the Synttech shareholders immediately complained about “irregularities” at the factory. This led to searches by federal agents and the seizure of documents. In June 2005, the director of the factory, Vladimir Makhlai, who owns the controlling packet of shares, was charged with tax evasion and a warrant was issued for his arrest. He disappeared and, according to a factory spokesman, was receiving medical treatment at an undisclosed location. Renova announced it was ready to negotiate the purchase of his shares.
Anatoly Ivanov, a deputy in the State Duma (Parliament), who is trying to block the takeover, said: “In 2002, the tax service did a check of Togliatti-Azot and did not find any violations. Now they find them. This is confirmation that the basic goal is not to get the taxes but to seize the enterprise.”
Police corruption is notorious. Officers routinely shake down citizens during identity checks and traffic stops. Film-maker Andrei Nekrasov was stopped in St. Petersburg one night after he mistakenly turned down a one-way street. The officer who halted him should have written out a ticket to be paid at the state bank. Instead, he demanded 80 rubles.
Nekrasov, who had just returned from England, had only a British £20 note (1,000 rubles). The policeman began to lecture him on traffic safety. Finally, he said, “I don't even have a car, you have a car, you should pay.” Nekrasov handed over the £20 note. “This how they earn money,” he commented.
Grade: D.
The Economy: Flush with Russia's oil profits, Moscow reeks of prosperity. It has more billionaires than any other city in the world. Roman Abramovich is Russia's richest man. Following the death of his parents, he was raised by an uncle and owns castles in France and Scotland, Chelsea Football Club in London, his own Boeing 767 jet, and four luxury yachts, each reportedly equipped with a swimming pool, helicopter landing pad and mini-submarine.
Many of Russia's new capitalists live in the village of Zhukovka, eight kilometers outside Moscow. Protected by armed guards and sequestered behind high walls, they enjoy a lifestyle that would have been unimaginable during the Soviet era.
In the Zhukovka-Plaza shopping centre, you can buy a gold mobile telephone with gold keys for 86,000 Euros or a phone made out of platinum with embedded diamonds for 46,000 Euros. There are Krone pens on sale, including a gold pen with a fragment of the last lipstick used by Marilyn Monroe embedded in the top for $14,000. The jewellery includes a necklace produced in 1945 by the Swiss firm Faerber with 20 24-carat diamonds (price $63,000) and a star sapphire brooch surrounded by diamonds for $49,000. “Only Russians buy these,” said a salesgirl. “Foreigners come, look, but never buy.”
But small businessmen can also succeed in Russia today. Konstantin Vasiliev, the owner of Stensis, a furniture manufacturing company, worked as a dealer for a Finnish furniture firm until the Russian financial crash of 1998. With the sharp fall in the value of the ruble, the Finnish firm's products became too expensive for Russians so Vasiliev began to produce furniture himself. Stensis now makes office furniture and kitchen cabinets for the middle class market (Moscow's middle class alone is estimated at more than a million people). “You don't need connections to start a business,” says Vasiliev. “You just have to be ready to accept responsibility.”
Russia is still plagued by gross inequalities in wealth. According to a 2004 report in Parlamentskaya Gazeta, the State Duma's official bulletin, the wealthiest 5 percent of the population possess 75 percent of the country's savings whereas 71 percent of the population has only 3 percent.
“There are really two countries,” said Albert Speransky, a free trade union activist in Moscow. “All the power is in the hands of the officials and the elite, which lives in its own secluded world. There is no noticeable improvement in the standard of living in the provinces.”
The energy sector is booming. High world prices have encouraged investment and produced windfall profits. If the price of oil were to drop, however, today's relative economic stability would be threatened.
Grade: C minus.
Health: In the post-communist era Russia has witnessed a catastrophic deterioration in public health. According to the World Bank, between 1988 and 1994, life expectancy of males fell by seven years to 58 years. Overall life expectancy in Russia today (65 years) ranks it 112 in the world, behind Ukraine and Indonesia. In 1990, overall life expectancy in the Russian part of the Soviet Union was 68.9 years. In the period 1992-95, deaths exceeded births by two million, a demographic catastrophe. Among the reasons for this decline are the failure to finance the public health system and the removal of restrictions on the sale of alcohol.
Russia is also faced with a mounting Aids crisis. Figures from the Federal Center for Fighting Aids show the number of registered cases is rising by 30 percent each year.
According to the World Bank's 2002 data (the latest available), Russia spent $12.5 per person per month on health care, compared to $439 in the US, placing Russia at 82 in the world healthcare rankings.
Despite its large number of well-trained doctors, Russia is not caring for the health of the population.
Grade: D
Tighter State Control: On September 13, 2004, in the wake of the Beslan massacre, President Putin announced that the fight against terrorism demanded a “deep reshaping of policy.” His proposal: to eliminate the direct election of provincial governors. But the scheme had been on the agenda for months. Putin had used the tragedy to justify a change that had been planned well in advance.
The government already controls the State Duma and the judiciary. The appointment of governors will help eliminate what little political pluralism still exists.
A new law on foreign non-governmental organizations (NGOs) or those financed from abroad, perhaps the only bodies still capable of offering political opposition to the regime, was recently passed. It allows the government to refuse registration for foreign NGOs if they harm “national interests” or fail to comply with the Constitution or laws. Although NGOs have the right to challenge the decision, the vagueness of these criteria means that the government can close them at will.
With this degree of control, there are deep misgivings as to whether Putin and his entourage will permit truly free elections in 2008. There have already been widespread abuses in provincial elections, including vote stuffing and intimidation. The Organisation for Security and Co-operation in Europe (OSCE) reported that the 2004 presidential elections were marred by irregularities. Russia is becoming steadily more authoritarian again.
Grade: D plus.

For the most part, Russians are better off. They now have at least a degree of freedom and can make choices about their lives. But there is still a huge gap between the rulers and the ruled and, all too often, the ruled are viewed simply as material for exploitation.
Communism conceived of the individual as a cog in a machine, without rights or feelings. Today's Russian rulers frequently see ordinary people in the same way. To complete the journey to democracy, the country needs justice, the rule of law and respect for the individual. Russia has come a long way but there is still a long way to go.



Traducción - español
Rusia 2006: evaluación
Por David Satter

A 15 años de la caída de la Unión Soviética, Rusia ha cambiado radicalmente. En julio de 2006 por primera vez fue anfitriona de la cumbre del G8. ¿Pero hasta qué grado es real su tendencia a la democracia? Cuando en 1990 el país se disponía a liberarse del comunismo, David Satter calificó su desempeño en un informe para Reader’s Digest. Hace poco volvimos a enviarlo para actualizar sus hallazgos.

Libertad personal: Poco antes del Año Nuevo de 2006, en el aeropuerto moscovita de Sheremetievo 2, Aliona Maksimtsova, estudiante de 26 años, se preparaba para tomar un avión a Amsterdam, donde se reuniría con su novio para recibir el año. Miles de rusos jóvenes como ella, algunos ya con ánimo festivo, hacían largas colas para volar a todo el mundo. La atestada sala de salidas hervía de mujeres con abrigos de visón largos. “Los usan para verse bien”, explicó Aliona, “y para mostrar que tienen un hombre que puede comprárselos”.
Aliona apenas se acuerda de la Unión Soviética. Suele salir de vacaciones al extranjero y quiere ser guía de turistas. En cambio a Bella Minikova, maestra de primaria moscovita de sesenta y tantos años, la asombran los cambios que ha sufrido su país.
“Los niños ya no tienen complejos˝, dice. “Se esfuerzan más por aprender lenguas extranjeras. Viajar a otros países amplía su visión del mundo, y al regresar ven a Rusia con otros ojos.
La nueva libertad se refleja de otras maneras. En enero de 2006 la televisión rusa empezó a emitir una serie basada en El primer círculo, novela antes prohibida de Aleksandr Solzhenitsin. Hace 30 años, bastaba poseer un ejemplar para meterse en un lío grave con las autoridades.
Las librerías moscovitas están a reventar de libros críticos de la Rusia contemporánea y el presidente Vladimir Putin. En la Plaza Pushkin, donde antes la policía dispersaba las reuniones de disidentes, hoy abundan las manifestaciones políticas.
Pero la libertad no es completa. Cuando en 1990 hablé con Rita Luchkov, ama de casa de Moscú, ella aún no salía de su asombro ante los primeros signos de reforma política. Hoy tiene una opinión más reservada de lo conseguido.
“La gente puede viajar y leer lo que quiera sin temor a que las autoridades intervengan su teléfono”, comenta, “pero no hay protección, sobre todo para quien no tiene dinero. Los burócratas siguen como antes: groseros, brutales y deshonestos. Si una persona está en apuros económicos, si es víctima de un error médico o del abuso de la policía, no hay quien la ayude”.
Nota: 9.5

Prensa: Cuando en 2004 un grupo terrorista islámico tomó una escuela llena de niños en Beslan, en el sur del país, el diario Izvestia acusó al gobierno de mentir sobre el número de rehenes. Los funcionarios declararon 354 cuando en realidad eran 1,200. Luego el periódico publicó fotos a toda plana del asalto oficial que puso fin al secuestro. Según el director editorial Raf Shakirov, el Kremlin dijo a los directivos de Profmedia, la firma dueña del diario, que el reportaje era inaceptable. “Las autoridades exigían una cabeza”, agrega Shakirov, “y la única que podía rodar era la mía”.
Los principales periódicos, con contadas excepciones, están bajo el control directo o indirecto de la administración presidencial. Aleksandr Podrabinek, quien habló conmigo hace 15 años cuando dirigía el Ekspress Khronika, semanario no oficial que luchaba contra la censura soviética, cree que muchos periodistas siguen temiendo a las autoridades. “Si Putin frunce el ceño, la mayoría se pone a temblar”, dice.
Podrabinek después fundó Prima-News, servicio de noticias por Internet especializado en abuso de los derechos humanos en el antiguo bloque soviético. Cada año viaja a Cuba con computadoras, grabadoras y literatura para disidentes. “Cuba es un producto soviético y me siento en deuda con ella”, dice. “Así nos ayudaron los occidentales”.
Hace tres años se eliminó a la administración independiente de NTV (Televisión Independiente), con lo que todas las cadenas nacionales quedaron bajo el control del Kremlin.
La cobertura de la prensa escrita y electrónica durante las elecciones da publicidad a los candidatos apoyados por el Kremlin. En la última elección presidencial, Putin fue ubicuo en la televisión y siempre recibía buena prensa, mientras que las pocas veces que se mencionaba al candidato comunista, Nikolái Kharitonov, era en forma negativa.
Es común matar a los reporteros que intentan denunciar el crimen o la corrupción. Según el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), por lo menos 12 han muerto asesinados desde que el 31 de diciembre de 1999 Putin asumió el cargo, lo que hace de Rusia el cuarto de los países más peligrosos del mundo para los periodistas. No se ha llevado a nadie ante la justicia.
Nota: 7

Imperio de la ley: En su índice de 2005, Transparencia Internacional, que vigila la corrupción en todo el mundo, sitúa a Rusia en el lugar 126 del mundo en honradez, junto con Níger, Albania y Sierra Leona. El imperio de la ley está ausente en toda la sociedad rusa. Una imponente corrupción oficial enreda a los empresarios en una maraña de delincuencia. Los sobornos suman 316,000 millones de dólares al año, más de dos veces y media el ingreso anual de la Federación Rusa, según un informe publicado en 2005 por Indem, organismo anticorrupción de vigilancia.
Los empresarios pagan mordidas a la policía y a dependencias gubernamentales, y la carga de los desembolsos constantes los induce a evadir impuestos. Según Konstantin Gagarin, importador de ropa al mayoreo, los negocios no declaran su facturación real. “Uno tiene que declarar sólo lo necesario para justificar sueldos, renta y otros gastos. Esto es así prácticamente en todas las empresas pequeñas y medianas; si no, el negocio no redituaría. El gobierno recibiría demasiado dinero”.
Los importadores deben lidiar con las aduanas. “Los agentes aduanales pueden aplicar un código u otro a la mercancía”, continúa Gagarin. “En un caso se paga el 10 por ciento del ingreso; en el otro, el 40 o el 50. Hay que contratar a un corredor para que saque la mercancía de la aduana, y el agente aduanal se queda con parte de sus honorarios”.
El derecho de propiedad no está garantizado. Ha surgido toda una industria dedicada a robar compañías a sus dueños legítimos y venderlas al mejor postor. Una empresa compra acciones de una fábrica y luego demanda a la administración en un juzgado a miles de kilómetros de distancia. El juzgado falla en su favor a cambio de un soborno, y el nuevo accionista audita la empresa. Matones a sueldo escoltan al nuevo “director” a las instalaciones y su administración reescribe la lista de accionistas y tacha a los anteriores.
En Samara, a unos 1,000 kilómetros al sureste de Moscú, se encuentra Togliatti-Azot, gigante químico que es el mayor productor mundial de amoniaco. En 2005 el grupo Renova (dirigido por Viktor Wechselberg, oligarca cercano a Putin) y el consorcio Evrokhim formaron la empresa conjunta Synttech, que compró el 10 por ciento de Togliatti-Azot e intentó poner a su representante en el consejo de administración.
El intento falló, pero los accionistas de Synttech en seguida denunciaron “irregularidades” en la fábrica, lo que dio pie a que intervinieran agentes federales y confiscaran documentos. En junio de 2005 se acusó a Vladimir Makhlai (director de la fábrica y dueño del paquete accionario con poder decisorio) de evasión fiscal y se ordenó su arresto. Makhlai desapareció y, según un vocero de la fábrica, estaba recibiendo tratamiento médico en un lugar no revelado. Renova anunció su intención de negociar la venta de sus acciones.
Anatoli Ivanov, diputado de la Duma (Parlamento) que intenta bloquear la maniobra, declaró: “En 2002 el fisco auditó a Togliatti-Azot y no encontró violación alguna. Ahora la encuentran. Esto demuestra que la intención no es cobrar los impuestos, sino quedarse con la empresa”.
La corrupción policiaca es notoria. Los agentes extorsionan a los ciudadanos por sistema en revisiones de identidad y detenciones por infracciones de tránsito. Al cineasta Andréi Nekrasov lo detuvieron una noche en San Petersburgo al doblar por una calle en sentido contrario. En vez de escribir la boleta de infracción para que Nekrasov pagara la multa en el banco estatal, el agente que lo detuvo le exigió 80 rublos.
El cineasta, que acababa de volver de Inglaterra, sólo llevaba un billete de 20 libras (1,000 rublos). Tras un sermón sobre seguridad al volante, el policía concluyó:
—Yo ni a coche llego. Usted sí, pague.
Nekrasov le entregó el billete. “Así se ganan la vida”, comentó.
Nota: 7

Economía: Gracias a la venta del petróleo ruso, Moscú tiene más multimillonarios que cualquier otra ciudad del mundo. Roman Abramovich es el hombre más rico de Rusia. Posee castillos en Francia y Escocia, el Club de Futbol Chelsea, en Londres, un Boeing 767 y cuatro yates de lujo, cada uno provisto, se dice, de piscina, helipuerto y minisubmarino.
Muchos de los nuevos capitalistas rusos viven en el pueblo de Zhukovka, a ocho kilómetros de Moscú. Protegidos por guardias armados y altos muros, disfrutan de una vida impensable en la era soviética.
En el centro comercial Zhukovka Plaza se vende un teléfono celular de oro, con teclas del mismo metal, en 86,000 euros, y uno de platino con incrustaciones de diamante en 46,000. También hay plumas Krone: una de oro con una incrustación del último lápiz de labios de Marilyn Monroe cuesta 14,000 dólares. En la joyería se vende un collar hecho en 1945 por la firma suiza Faerber con 20 diamantes de 24 quilates (63,000 dólares) y un broche con un zafiro rodeado de diamantes en 49,000. “Sólo los rusos compran esto”, dice una joven vendedora. “Los extranjeros miran, pero nunca compran”.
También los pequeños empresarios pueden prosperar hoy en Rusia. Konstantin Vasiliev, dueño de la fábrica de muebles Stensis, distribuía muebles de un fabricante finlandés hasta el colapso financiero de 1998. Ante la brusca devaluación del rublo, sus productos encarecieron hasta el grado de que empezó a fabricarlos él mismo. Hoy Stensis ofrece mobiliario de oficina y cocina para el mercado de clase media, que en Moscú se calcula en más de un millón de personas. “No hacen falta relaciones para iniciar un negocio”, dice Vasiliev. “Sólo hay que estar dispuesto a asumir la responsabilidad”.
Aún privan enormes desigualdades en la distribución de la riqueza. Según un informe publicado en 2004 en la Parlamentskaya Gazeta, boletín oficial de la Duma, el cinco por ciento de la población más rica posee el 75 por ciento del ahorro del país, mientras que el 71 por ciento más pobre tiene apenas el tres por ciento.
“De hecho hay dos países”, comenta el activista sindical moscovita Albert Speranski. “Todo el poder está en manos de los funcionarios y la elite, que viven aislados en su mundo. No hay ninguna mejoría notable en el nivel de vida fuera de la capital”.
El sector energético está boyante. Los altos precios del petróleo en el mundo han estimulado la inversión y producido ganancias inesperadas, pero si cayeran, peligraría la relativa estabilidad económica actual.
Nota: 7.5

Salud: En la era poscomunista Rusia ha vivido un deterioro catastrófico de la salud pública. Según el Banco Mundial, entre 1988 y 1994 la esperanza de vida de los hombres disminuyó siete años para quedar en 58. La actual esperanza de vida general (65 años) coloca a Rusia en el lugar 112 del mundo después de Ucrania e Indonesia. En 1990 la esperanza de vida general en la parte rusa de la Unión Soviética era de 68.9 años. En el periodo de 1992 a 1995 las muertes superaron a los nacimientos en 2 millones, una catástrofe demográfica entre cuyas causas están la incapacidad para financiar el sistema de salud pública y la supresión de restricciones a la venta de alcohol.
Rusia también sufre una rampante crisis de sida. Las cifras del Centro Federal para Combatir el Sida indican que el número de casos registrados aumenta a razón de 30 por ciento anual.
Según datos del Banco Mundial relativos a 2002 (los más recientes disponibles), ese año Rusia gastó 12.50 dólares mensuales por persona en atención de la salud, comparados con 439 en Estados Unidos, lo que la sitúa en el lugar 82 del mundo.
Pese a su gran número de médicos calificados, Rusia no está atendiendo la salud de la población.
Nota: 7

Mayor control estatal: El 13 de septiembre de 2004, tras la masacre de Beslan, el presidente Putin anunció que la lucha antiterrorista exigía una “profunda transformación de la política” del Estado, y propuso suprimir la elección directa de gobernadores provinciales. Pero el proyecto llevaba meses en la agenda. Putin estaba usando la tragedia para justificar un cambio planeado con mucha anticipación.
El gobierno ya controla la Duma y el poder judicial. La designación de gobernadores contribuirá a acabar con el poco pluralismo político que queda.
Hace poco se aprobó una nueva ley sobre organizaciones no gubernamentales (ONG) extranjeras o financiadas desde el exterior, quizá las únicas agrupaciones aún capaces de ofrecer oposición política al régimen. La ley permite al gobierno negar el registro de ONG extranjeras si éstas lesionan “los intereses nacionales” o no cumplen con la Constitución o las leyes. Aunque las ONG tienen derecho a apelar la decisión, la vaguedad de estos criterios implica que el gobierno puede cerrarlas a voluntad.
Ante tal grado de control, hay serias dudas sobre si Putin y sus allegados permitirán elecciones libres en 2008. Ya ha habido abusos generalizados en elecciones provinciales, entre ellos votos falsos e intimidación. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) declaró que la elección presidencial de 2004 estuvo plagada de irregularidades. Poco a poco Rusia recae en el autoritarismo.
Nota: 7.5

En general, los rusos están mejor que antes. Hoy por lo menos gozan de cierto grado de libertad y pueden tomar decisiones sobre su vida. Pero aún hay una inmensa brecha entre gobernantes y gobernados, y con demasiada frecuencia a estos últimos se les considera simples objetos de explotación.
El comunismo concebía al individuo como engrane de una máquina, sin derechos ni sentimientos. Los actuales líderes de Rusia suelen ver al ciudadano común de la misma manera. Para completar la transición a la democracia, el país necesita justicia, legalidad y respeto por la persona. Rusia ha avanzado mucho, pero aún le queda un largo camino que recorrer.

[pies de foto]
[folio 3 de pdf]

Un nuevo rostro: Vendedora con una camiseta que reproduce una vieja consigna de la KGB instando al público a guardar los secretos del país.

[folio 5 de pdf]

El presidente Vladimir Putin y Roman Abramovich, el hombre más rico de Rusia.

[folio 6 de pdf]

Arrestado: Muchos policías son corruptos.

[folio 8 de pdf]

Rusia ha sufrido un grave deterioro de la salud pública.

[call out folio 7 de pdf]

Ha surgido toda una industria que roba compañías a sus dueños legítimos y las vende al mejor postor.

inglés al español: Taking a Bullet
Texto de origen - inglés
Taking a Bullet

SOME FEEL A SHARP STING, SOME FEEL NOTHING AT ALL

Describing what it’s like to be shot, a Toronto man who was wounded when gunmen
shot him and killed the
driver of a car in which he
was a passenger, uses this analogy:
You know rebar, the steel bars they
use in construction? Imagine someone
puts rebar in a fire and makes it redhot,
then stabs you with that. It’s a stabbing
that enters and exits and enters
and exits again. Bam-bam-bam-bambambam-
bam-bam-bam. It was loud,
repeatedly, and then they sped off.
An innocent victim, he was hit nine
times. His assailants are facing trial,
and he asked that his name not be used.
Other gunshot victims have described
it as a sharp slap with a stick,
or a bee sting or a slight burning.
Many who have been shot are in
such a highly charged emotional state
with an intense focus of mind, they
don’t even know they’ve been hit, says
Dr. Martin Fackler, a retired military
trauma surgeon and expert on wound
ballistics, speaking from Gainesville,
Fla.
I pushed myself off the dashboard to
see what was happening. I saw two
quick flashes of light and then I went
back down on the dashboard.
The bullet leaves the barrel of the
gun, spinning around its long axis. The
speed of the bullet varies, depending
on the gun, and it is this velocity that
is a factor in determining the damage
to body tissue.
“Remember your high-school
physics?” asks Dr. Michael Pollanen.
“Energy equals one half mass times
velocity squared. The wounding
power is determined by velocity, not
the mass of the bullet.” Pollanen, chief
SOME FEEL A SHARP STING, SOME FEEL NOTHING AT ALL
witness in court cases, says even if
someone is shot in the heart, “death is
by no means immediate. People can
still have ten to 15 more seconds of purposeful
action because the brain still
has enough oxygen to function.”
Despite the popular image of a victim
being hurled backward by the
force of a gunshot, it’s not true, he
adds. “This is probably the biggest fallacy.
The human body does not get
knocked backward.”
I still have four bullets in my left lung.
I was at church on Sunday, and one of
my church brothers said, “Let’s run,”
and he grabbed my hand to run off with
me. I had to stop after four steps. I felt
the pressure in my lung.
If the bullet is in the middle of muscle
mass in the leg or buttock, a surgeon
likely won’t take it out—probing
would likely do more damage than
that done by the bullet.
Then they came around and shot me
in the head. It felt like a piece of steel.
But it only grazed the top of my skull,
leaving an indent.
“Ninety percent of gunshot
wounds to the head
are fatal,” says Brenneman.
Sunnybrook sees up to
80 gunshot wounds a year,
a number that is steadily
rising. In 1999, by comparison,
there were 38. “If the
person makes it alive to
our hospital, they have an
87-percent chance of surviving,” says
Brenneman. The most common cause
of death from a gunshot wound is internal
bleeding.
I looked at my wounds. The entrance
wound was like a little circle, about a
half inch wide. The exit wound was like
a tear, more than one inch wide, like a
half-moon shape.
“I hate it when people use the word
gunplay,” says Brenneman. “When
someone gets shot, this is not playful,
not something to take lightly. The consequences
of a gunshot wound are
enormous. The impact on a family is
huge. The worst part of my job is to tell
a mother and father their 18-year-old
son is dead from a gunshot wound.”
I’m not the person I used to be. I was
a person with a lot of trust, friendly and
outgoing. Since then I can’t trust outsiders.
Being a person of colour, a black
man, there is a stigma to being shot—
people say, “You had to be involved.”
Now I don’t go out a lot. I go to the
lawyer, to doctors’ appointments and
to therapy. ■
forensic pathologist for
the province of Ontario,
saw three gunshot victims
between Sunday and
Wednesday one recent
week. In 2005 there were
333 shootings in Toronto.
If a bullet leaves the
muzzle of a gun at about
1,000 feet per second, it
may slow down 200 feet per second
as it passes through a car windshield.
A bullet has to travel between 170
and 210 feet per second to penetrate
skin. Often the entry wound is small,
round, giving little indication of the
wreckage it might leave inside the body.
The glass in the passenger window
shattered. I couldn’t feel my left arm or
the left side of my chest. My arm was
jumping, jumping, but I couldn’t feel anything.
When they took the bullets out of
my left side [two months later], a piece
of glass came out with the bullets.
As the bullet leaves the firearm, hot
gases, unburned gunpowder and soot
go with it, says Pollanen. If fired at
contact or close range to the skin,
these substances enter the body with
the bullet.
When the bullets entered, I felt like
something was expanding in me.
As the bullet tears through tissue, it
can become deformed and change its
shape, says Pollanen. It can also change
direction on rare occasions. As it does
so, it starts to divide and tear open tissue,
creating a zone of destruction.
With this effect, known as mushrooming,
the diameter of the bullet can double
in size.
As the bullet travels through the
body, it creates a zone of injury larger
than the actual bullet hole. The force
of the bullet causes the bullet hole to
temporarily expand outward, known as
the cavitation effect, sometimes creating
a space as large as an orange.
“They are like shock waves around
the bullet path and can be more damaging
than the bullet,” says Dr. Fred
Brenneman, chief of the trauma program
at Sunnybrook Health Sciences
Centre. “Sometimes the zone of injury
can be much wider than the bullet itself.
If you’re shot in the liver, it can be
huge—ten centimetres or more.”
If the bullet hits bone, the bone may
fracture and create secondary missiles
that scatter fragments within the body.
Fackler, who often works as a consultant
to police forces and as an expert
79
THE TORONTO STAR (NOVEMBER 1, '05), © 2005 BY THE TORONTO STAR SYNDICATE,
ONE YONGE ST., TORONTO, ONT. M5E 1E6
PHOTOS: © CORBIS
78
Traducción - español
Recibir un tiro

Por Leslie Scrivener

[Epígrafe:]

Algunos sienten una fuerte punzada; otros no sienten nada.

Para describir qué se siente recibir un tiro, un hombre de Toronto (que resultó herido cuando unos pistoleros le dispararon y mataron al conductor del auto en que viajaba) usa una analogía:
¿Conoces las barras de acero que se emplean en la construcción? Pues imagínate que alguien mete una en el fuego hasta que se pone al rojo vivo, y entonces te atraviesa con ella. Es como un puñal que entra y sale y vuelve a entrar y a salir. Pum-pum-pum-pumpumpum-pum-pum-pum. Fue una racha de ruidos explosivos y luego se alejaron a toda velocidad.
Víctima inocente del ataque, recibió nueve tiros. Como sus agresores se enfrentan a un proceso penal, pidió que no reveláramos su nombre.
Otras víctimas de impactos de bala los comparan con un fuerte palo, una picadura de abeja o una quemadura leve.
Muchos de quienes reciben balazos se encuentran en un estado de tal intensidad emocional, y tan absortos, que ni siquiera se dan cuenta de que los han herido, explica el doctor Martin Fackler, traumatólogo cirujano militar retirado y experto en heridas de bala que reside en Gainesville, Florida.
Levanté la cabeza del tablero para ver lo que pasaba. Vi dos destellos momentáneos y luego volví a dejarme caer en el tablero.
El proyectil sale disparado por el cañón del arma girando sobre su eje longitudinal. Su velocidad varía según el arma, y es este factor lo que determina la gravedad del daño a los tejidos del cuerpo.
“¿Recuerdas la física de la secundaria?”, pregunta el doctor Michael Pollanen. “La energía es igual a la mitad de la masa por la velocidad al cuadrado. El poder destructivo depende de la velocidad y no de la masa de la bala”. Hace poco Pollanen, jefe de histopatología forense de la provincia de Ontario, Canadá, examinó a tres víctimas de disparos de arma de fuego de un domingo al miércoles siguiente. En 2005 hubo 333 tiroteos en la ciudad de Toronto.
Si un proyectil sale del cañón de un arma a unos 300 metros por segundo, puede frenar a 240 al atravesar el parabrisas de un coche.
Una bala debe viajar a una velocidad de entre 50 y 65 metros por segundo para penetrar en la piel. A menudo el orificio que deja al entrar es pequeño, redondo, poco revelador de la destrucción que puede haber causado dentro del cuerpo.
El cristal de la ventanilla del pasajero se hizo añicos. Yo no sentía el brazo izquierdo ni la mitad del torso del mismo lado. El brazo no paraba de brincarme, pero yo no sentía nada. Cuando me sacaron las balas del costado izquierdo [dos meses después], con ellas salió un vidrio.
Al salir del arma de fuego, el proyectil va acompañado de gases calientes, pólvora sin quemar y hollín, continúa Pollanen. Si se dispara a quemarropa contra la piel, estas sustancias entran en el cuerpo junto con la bala.
Cuando me entraron las balas, sentí como si algo se expandiera dentro de mí.
Mientras desgarra los tejidos orgánicos, el proyectil puede deformarse, agrega Pollanen. En raras ocasiones también puede cambiar de trayectoria, y al hacerlo, ampliar la zona de destrucción. Este efecto, en el que la bala suele tomar una forma parecida a la de un hongo, puede duplicar su diámetro.
En su trayectoria dentro del cuerpo, el proyectil produce una zona de daño más extensa que el orificio por el que entró. La fuerza del impacto hace que el orificio se expanda momentáneamente hacia fuera —fenómeno llamado cavitación—, lo que a veces llega a formar un hueco del tamaño de una naranja.
“En torno a la trayectoria del proyectil se forman una especie de ondas de choque que pueden resultar más destructivas que la bala”, explica el doctor Fred Brenneman, jefe del programa de traumatología del Centro Sunnybrook de Ciencias de la Salud. “A veces la zona de la lesión es mucho más extensa que el propio proyectil; si el disparo es en el hígado, el daño puede resultar enorme: de 10 centímetros o más de diámetro”.
Si la bala da en un hueso, puede fracturarlo y formar proyectiles secundarios que se desperdigan dentro del cuerpo.
Fackler, que suele asesorar a la policía y emitir su opinión experta en procesos judiciales, dice que aun si a una persona le disparan en el corazón, “la muerte nunca es inmediata. Al herido pueden quedarle todavía de 10 a 15 segundos de conciencia porque el cerebro aún tiene suficiente oxígeno para funcionar”.
Por popular que sea, la imagen de la víctima que sale impulsada hacia atrás por el balazo no es cierta, continúa. “Ésa quizá sea la mayor falacia. El cuerpo humano no cae hacia atrás”.
Yo todavía tengo cuatro balas en el pulmón izquierdo. Estaba en la iglesia un domingo, y uno de mis hermanos de la congregación me tomó de la mano y me dijo que corriéramos. A los cuatro pasos tuve que detenerme. Sentí la presión en el pulmón.
Si la bala queda alojada en medio de la masa muscular en una pierna o nalga, es probable que el cirujano no intente sacarla, porque seguramente la operación agravaría la herida causada por el proyectil.
Entonces se me acercaron y me dispararon en la cabeza. Sentí como un golpe con un objeto de acero, aunque la bala apenas me rozó la coronilla y me dejó una hendidura.
“Noventa por ciento de las heridas de bala en la cabeza son mortales”, afirma Brenneman.
El Centro Sunnybrook atiende hasta 80 heridos de arma de fuego al año, número que va en aumento constante. Comparativamente, en 1999 se presentaron sólo 38 casos. “Si la persona llega viva al hospital, tiene 87 por ciento de probabilidades de salvarse”, añade Brenneman. La principal causa de muerte por impacto de bala es la hemorragia interna.
Miré mis heridas: la de entrada era un circulito como de un centímetro de diámetro; la de salida era un desgarrón en forma de media luna de casi tres de ancho.
“Detesto la ligereza con que algunos recurren a las armas de fuego”, comenta Brenneman. “Cuando alguien resulta herido, no es ningún juego ni puede tomarse a la ligera. Las consecuencias de un disparo son enormes, lo mismo que las repercusiones en la familia. La peor parte de mi trabajo es decirles a unos padres que su hijo de 18 años ha muerto de un tiro”.
Ya no soy la persona que era. Antes era muy confiado, amigable y extrovertido. Desde entonces no confío en la gente de fuera. Cuando eres negro, hay un estigma en el hecho de recibir un disparo. La gente dice que alguna culpa debes de tener. Ahora no salgo mucho. Voy a ver al abogado, a los médicos y a terapia.


[Pie de foto p. 78:]

Los expertos usan gelatina balística calibrada para medir el daño de una bala en el tejido humano.

[Call out pp. 78 y 79:]

AL VIAJAR POR EL CUERPO, LA BALA PRODUCE UN DAÑO MÁS EXTENSO QUE EL ORIFICIO POR EL QUE ENTRÓ.

CONDENSADO DE THE TORONTO STAR (1-XI-2005), © 2005 POR THE TORONTO STAR SYNDICATE, DE TORONTO, CANADÁ.

FOTOS: © CORBIS

FOTO: © MASTERFILE

inglés al español: Unforgettable B.B. King
Detailed field: Música
Texto de origen - inglés
UNFORGETTABLE B.B. KING
Blues Brothers
These solid-gold friendships mean
the world to me.
BY B.B. K I N G

Iguess I've earned the right to
make a few observations about
life, since I am now an old man
of 81. And one thing I know for
sure: Age has nothing to do with
friendship. Neither does race.
Looking back over my long career
as a bluesman, I know that three of
my friendships—with guitarists Eric
Clapton, Stevie Ray Vaughan, and
Jimi Hendrix—stand out for me.
Each of these men has given me so
much more than I ever gave them.
I first met Eric in 1967 at Café Au
Go Go in Manhattan, when he was a
youngster of 22 performing with
Cream. He saw me in the audience
and pointed me out. After the show,
we got up onstage and made some
music together. Eric pulls people in,
and he’s been a good friend to me
ever since. We’ve never talked about
this, but I believe he and I bonded
because neither of us had what you
would call a normal upbringing.
I grew up very, very poor on a
plantation in Kilmichael, Mississippi.
While Eric had a lot of advantages
I didn’t, he was raised in
England thinking his grandparents
were his parents, and that his real
mom was his older sister. I knew my
mother, but she died when I was
nine. Then I lived alone until I was 13
and rejoined my father. I can’t really
say how I survived. I worked for
a white family that was very good to
me. I milked 20 cows a day. After I
finished, I could go to school. I had
to walk five miles to the one-room
schoolhouse (the white kids had
buses). I guess you never miss what
you never had. But it all feeds into
playing the blues.
Eric told the newspapers in England
that the one thing he really enjoyed
about visiting the U.S. was
meeting B.B. King. He told them,
“If you like blues, you should go out
and see him.” That was a big thing
for me. It was before I ever traveled
to Great Britain.
Eric appeared on my first music
DVD, B.B. King and Friends: A Night
of Red Hot Blues, which we recorded
live in Los Angeles in 1987. Straight
from his tour, he chartered a plane
in order to get there one night,
though his fingers were sore from
playing. I thought that was tremendous.
He could have said, “I’m tired.
I just finished work,” but he didn’t.
Others were invited who didn’t
come, but Eric’s a man of his word.
His heart’s as big as I am.
He plays better blues than most
of us and may be the best living
rock’n’roll guitarist there is. I loved
working with him in the studio; he
always had good ideas. In 1999 we
recorded Riding with the King, which
became my first platinum CD and
introduced me to a new generation
of fans. We won a Grammy for it in
2001, and all I could say to Eric was
thanks. No way would it have happened
without him.
Even though there’s a 20-year difference
in our ages, I don’t consider
Eric a son. But I did think of Stevie
Ray and Jimi as being just as much
my kids as my own 15 biological
children. Stevie used to come to me
just like my sons did and ask about
music. As young and handsome as
he was, I thought he’d want to talk
about girls. But he and Jimi talked to
me about chords and how to make
certain sounds on the guitar.
I first met Jimi Hendrix in the
early ’60s when he was playing for
Little Richard. We toured for a few
weeks together, and whenever his
group had a break, he’d come by my
dressing room and talk. Same thing
with Stevie. He’d play something
and say, “What do you think of this,
B.? How does it sound?”
He would ask for pointers. It
made me feel good, like a teacher
feels when he sees a student doing
well. Stevie was very fast on the guitar.
I’d tell him, “If I could play that
well, I’d probably play as fast as I
could too. But since I don’t play so
well, I play slower to try to make my
music more precise.” He would
reply, “I just play what I feel.”
Stevie was on tour with Eric when
he died in that plane crash in 1990.
When I first got the news on the
radio, I heard it was Eric who had
died. Later I found out it was really
Stevie. I hurt just as bad. Same thing
about Jimi’s death in 1970 from
drugs—I heard it on the radio.
I wish I’d gotten to talk to Jimi
about the dangers of drugs. But
when I knew him he wasn’t a superstar
yet, and I don’t know if he was
using then. He didn’t really look
to me for personal advice, but now
I tell younger musicians, “Get high
off your music, not drugs or liquor.”
Stevie was different. He hung on
my every word. Whenever he’d
come to see me, he would sit down,
lean against my legs and talk. He
had a thing about him that just made
him lovable.
I’ve been going back to Indianola,
Mississippi, for 40 years now, playing
free concerts in the park for
children. As recently as 15 years ago,
you would see just little black kids
there. But in the last 10 years you’d
begin to see a rainbow of color. It
makes me so proud it seems my buttons
are gonna pop off my shirt.
Like Stevie, the children sit down
around me, this old white-haired
black guy. Kids who are 10, 12, 14,
they ask questions like, “Hey, B.B.,
what about So-and-So?” Their faces
light up when I start to talk; they get
close and take in every word. You
might say I have thousands of children—
Eric, Stevie and Jimi have just
been the most popular.
One other thing about Eric Clapton
and me. Being from Mississippi,
I’ve got a pretty bad mouth. I swear
a lot. Eric never does. He’s a real
English gentleman. He’ll do anything
he can to help people. He even
opened a rehab center in the
Caribbean for folks suffering from
addiction. He’s the kind of person
the world needs more of. Not only
as a musician, but as a man. I just
love the guy.

As told to ALANNA NASH

The winner of 14 Grammy Awards,
B.B. King is currently touring throughout
Europe and the United States.

B.B. King (second from left)
with Clapton and Vaughan in
1987; above, Hendrix in 1970.
Traducción - español
Mi personaje inolvidable

Hermanos en el blues

Su amistad vale todo el oro del mundo para mí.

Por B.B. King

Supongo que me he ganado el derecho de hacer algunas observaciones sobre la vida, ahora que soy un viejo de 81 años. Y de una cosa estoy seguro: la edad nada tiene que ver con la amistad. La raza tampoco.
Si echo una mirada a mi larga trayectoria como intérprete de blues, destacan tres de mis amigos: los guitarristas Eric Clapton, Stevie Ray Vaughan y Jimi Hendrix. Cada uno me ha dado mucho más de lo que yo jamás les di.
Conocí a Eric en 1967 en el Café Au Go Go, en Manhattan, cuando él tenía 22 años y tocaba en la banda Cream. Me vio entre el público y me señaló. Al terminar el espectáculo subimos al escenario y tocamos juntos un rato. Eric atrae a la gente, y desde entonces hemos sido grandes amigos. Nunca hemos hablado de esto, pero creo que congeniamos porque ninguno de los dos tuvo lo que se dice una infancia normal.
Yo fui un niño muy pobre, criado en una plantación en Kilmichael, Mississippi. Aunque Eric disfrutó de muchas ventajas que yo no tuve, se crió en Inglaterra pensando que sus abuelos eran sus padres, y que su verdadera madre era su hermana mayor. Yo conocí a mi madre, pero se murió cuando yo tenía nueve años. Luego viví solo hasta los 13, y entonces me reuní con mi padre. No sé cómo hice para sobrevivir. Trabajé para una familia blanca que fue muy buena conmigo. Ordeñaba 20 vacas al día. Al terminar podía ir a clases. Tenía que andar ocho kilómetros para llegar a la escuela, de un solo cuarto. (Los niños blancos tenían autobuses.) Supongo que no añoramos lo que nunca hemos tenido. Pero todo cuenta a la hora de tocar blues.
En una ocasión Eric declaró a los periódicos ingleses que lo que más disfrutaba de sus viajes a Estados Unidos era encontrarse con B.B. King. Comentó: “Si les gusta el blues, tienen que ir a verlo”. ¡Qué halagador! Eso fue antes de mi primer viaje al Reino Unido.
Eric apareció en mi primer DVD musical, B.B. King and Friends: A Night of Red Hot Blues, que grabamos en vivo en Los Ángeles en 1987. Apenas terminó una gira, alquiló un avión para llegar allí por la noche, aunque tenía los dedos lastimados de tanto tocar. Me pareció un gran gesto. Podía haber dicho que estaba rendido por el intenso trabajo, pero no lo hizo. Otros invitados no llegaron, pero Eric es un hombre de palabra. Tiene un corazón tan grande como yo soy corpulento.
Toca mejor el blues que la mayoría de quienes nos dedicamos a esto, y quizá sea el mejor guitarrista de rock’n’roll del mundo. Me encantó trabajar con él en el estudio; siempre propuso buenas ideas. En 1999 grabamos Riding with the King, que llegó a ser mi primer CD de platino y me promovió ante una nueva generación de fanáticos. El mismo álbum nos hizo ganar un Grammy en 2001, y lo único que pude decirle a Eric fue “gracias”. Habría sido imposible sin él.
Aunque le llevo 20 años, no lo considero un hijo; en cambio, Stevie Ray y Jimi sí lo eran para mí tanto como mis 15 hijos verdaderos. Stevie me hacía preguntas sobre música igual que mis hijos. Como era tan joven y bien parecido, yo pensaba que preferiría conversar sobre chicas, pero él y Jimi me hablaban de acordes y de cómo lograr ciertos sonidos con la guitarra.
Conocí a Jimi Hendrix a principios de los años 60, cuando él tocaba para Little Richard. Nos fuimos de gira juntos durante algunas semanas, y siempre que su grupo tenía un descanso él iba a mi camerino a platicar. Stevie también. Tocaba algo y me preguntaba: “¿Qué te parece, B.? ¿Te gusta?”
Me pedía sugerencias. Eso me hacía sentir bien, como un maestro que ve adelantar a sus alumnos. Stevie era muy rápido a la guitarra. Yo le decía: “Si yo tocara tan bien, quizá también sería rapidísimo, pero como no es el caso, toco más despacio, para que mi música resulte más precisa”. Él respondía que sólo tocaba lo que sentía.
En 1990 Stevie murió en un accidente aéreo mientras estaba de gira con Eric. Cuando oí la noticia en la radio dijeron que Eric había muerto, pero luego supe que en realidad había sido Stevie. No por eso me dolió menos. Tampoco cuando Jimi murió en 1970 de una sobredosis. Me enteré por la radio.
Quisiera haber podido advertirle los peligros de las drogas, pero cuando lo conocí aún no era una superestrella y no sé si entonces se drogaba. En realidad no me pedía consejos personales, pero ahora les digo a los músicos más jóvenes: “Ponte feliz con tu música, no con drogas ni con alcohol”.
Stevie era distinto. Estaba pendiente de mis palabras. Siempre que iba a verme se sentaba inclinado hacia mí para conversar. Tenía algo que lo hacía adorable.
Llevo 40 años volviendo a Indianola, Mississippi, y ofreciendo conciertos gratis para niños en el parque. Hace apenas 15 años no había más que niños negros, pero en los 10 últimos años he visto un arco iris de razas. Estoy tan orgulloso que siento como si me fueran a estallar los botones de la camisa.
Como Stevie, los niños se sientan en círculo para ver a este viejo negro de cabeza blanca. Tienen 10, 12 y 14 años, y me preguntan: “Oye, B.B., ¿qué tal esto o aquello?” Se les ilumina la cara cuando empiezo a hablar; se acercan y beben mis palabras. Se diría que tengo miles de hijos, sólo que Eric, Stevie y Jimi han sido los más populares.
Un último comentario sobre Eric Clapton y yo. Como yo soy de Mississippi, tengo boca de carretero y digo muchas maldiciones. Eric, en cambio, es muy correcto, todo un caballero inglés, dispuesto a hacer lo que esté en sus manos para ayudar a los demás. Incluso abrió un centro de rehabilitación para adictos en el Caribe. El mundo necesita más personas como él, no sólo en el aspecto musical, sino en el humano. Lo aprecio con toda el alma.
Según lo relató a ALANNA NASH

B.B. King, ganador de 14 premios Grammy, está de gira por Europa y Estados Unidos.

B.B. King (segundo desde la izquierda) con Clapton y Vaughan en 1987; arriba, Hendrix en 1970.

[créditos fotos]

robert sebree/lime foto

(izquierda) everett collection; (derecha) ap images

inglés al español: Sleight of Hand
Detailed field: Arte, artes manuales, pintura
Texto de origen - inglés
Sleight of Hand
Lisa Donafee

This artist's illusions are one of a kind.

Guido Daniele loves a challenge. When the Italian artist was hired by an advertising agency to create body paintings of animals, he took matters into his own hands—or those of his children, to be precise.
"I loved the idea," says the Milan-based illustrator, painter and photographer. "I researched each animal in depth to see how I could transfer it to a hand, and then set about bringing it to life."
Daniele's daughter Ginevra, 22, and son Michael James, 15, proved to be his best canvases. "If you're spending hours on end holding someone's hand, I'd rather it be the hand of someone I love. There's nothing worse than working with a nervous, unfamiliar model whose hands are shaking." His ulterior motive: to use the time to catch up with his children.
The cheetah, Daniele's first painting, is still his favorite. "It turned out perfectly the first time and gave me the courage to complete the rest of the set." He now has grand designs for a horse, a panda and a snake, all for his personal portfolio.
Daniele's paintings take an average of three to four hours to complete, although the first time he painted the eagle with outstretched wings it took him ten. The hardest part of his job is watching his creations disappear down the drain after they're photographed.
"I'm getting used to it," he shrugs. "At least I get to start each day with a fresh canvas."







Traducción - español
Arte en las manos
Por Lisa Donafee

Ilusiones mágicas de un creador.

A Guido Daniele, ilustrador, pintor y fotógrafo italiano que vive en Milán, le encantan los retos. Cuando una agencia de publicidad lo contrató para que hiciera pinturas de animales sobre el cuerpo humano, puso manos a la obra o, más bien, las manos de sus hijos.
“Me encantó la idea”, dice. “Investigué a fondo cada animal para encontrar la manera de transferir su imagen a una mano y luego hacer que cobrara vida”.
Los hijos de Daniele, Ginevra, de 22 años, y Michael James, de 15, resultaron sus mejores lienzos. “Si tengo que pasar horas enteras sosteniendo una mano, prefiero que sea de alguien a quien quiero. No hay nada peor que trabajar con un modelo desconocido, nervioso, al que le tiemblan las manos”. Su segunda intención: estrechar lazos con sus hijos.
El guepardo, su primer cuadro, sigue siendo su preferido. “Salió perfecto a la primera y me animó a continuar con la serie”. Ahora tiene espléndidos bocetos para un caballo, un panda y una serpiente, todos para su álbum particular.
Las pinturas le llevan de tres a cuatro horas, en promedio, aunque la primera vez que pintó el águila con alas desplegadas se tardó 10. Lo más difícil de su trabajo es ver cómo sus creaciones desaparecen por el desagüe después de que las ha fotografiado.
“Ya me estoy acostumbrando”, dice encogiéndose de hombros. “Me queda el consuelo de empezar cada día con un lienzo en blanco”.