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Spanish to German: Article: Very argentine. Two literatures in two centuries
General field: Art/Literary
Detailed field: History
Source text - Spanish
El modo argentino
Varias literaturas y dos centenarios

Sergio Chejfec

Resumen:

Como otras literaturas del continente latinoamericano, la argentina fue creada a partir de un acto de voluntad de la crítica. Hace unos cien años se reunió un conjunto de textos pertenecientes a diferentes tiempos y circunstancias y se le confió la preservación de la identidad nacional, en primer lugar a través de la escuela. Sin embargo, el corpus de esos relatos fundadores no tenía una relación tan pacífica con lo real como la voluntad nacionalista, que a su vez se basaba en la omisión de buena parte de la coyuntura, proponía. Ese rasgo forzado (junto con otros elementos, como por ejemplo una sinuosa y evasiva relación con el público) está en la raíz de que la literatura argentina del siglo XX parezca en ocasiones una extravagante muestra textual de sofisticación e insularidad.

Sergio Chejfec: escritor argentino residente en Estados Unidos. Es autor de narrativa y ensayo. Entre sus títulos, se encuentran Mis dos mundos (Buenos Aires, Alfaguara, 2008); Baroni: un viaje (Buenos Aires, Alfaguara, 2007); Boca de lobo (Buenos Aires, Alfaguara, 2000). Página web: .
Palabras claves: literatura, identidad nacional, historia, Argentina.


///

El imaginario argentino oscila entre la muy merecida resurrección y la más definitiva catástrofe. Lo curioso es que los argentinos encontramos razones válidas y simultáneas para justificar cualquiera de los dos escenarios. La literatura argentina es un discurso múltiple que se abrió camino en ese espacio, articulando intermitentemente ambas fantasías. No es fácil creer en el progreso del arte o en que, por ejemplo, las literaturas se perfeccionen con el tiempo. Nuestra literatura tampoco es, en este aspecto, una excepción (aunque desde mi punto de vista, previsiblemente, se trate de una literatura excepcional). Para dar cuenta de esto propongo la siguiente síntesis de argumentos. No voy a presentar un panorama de nombres, títulos o temas, ni detalles estadísticos, sino solamente una descripción tendencial de la curiosa práctica discursiva llamada literatura argentina.

Extensión (ST)

Una de las primeras anécdotas que envuelve a la literatura argentina como problema tiene menos de 100 años. Cuando Ricardo Rojas publicó su Historia de la literatura argentina, entre 1917 y 1921, uno de los primeros comentarios que suscitó fue que sus varios volúmenes eran más copiosos que el propio cuerpo literario del que se ocupaban. El autor de la ironía fue Paul Groussac, autor argentino de origen francés, primer director de la Biblioteca Nacional. La displicencia de Groussac fue conocida por todos y se pone de manifiesto en sus libros. Sintió que haber adoptado el castellano y alcanzar el panteón intelectual argentino no compensaba lo suficiente el hecho de terminar como un casi desconocido en Francia. Secretamente, como corresponde a la psicología del fracaso, fue uno de los primeros escritores argentinos en tematizarlo .

Rojas por su lado y Leopoldo Lugones por el suyo, entre algunos otros, buscaron nacionalizar (o sea, imprimirle marca de argentinidad) una producción literaria que hasta entonces tenía una naturaleza fluctuante y demasiado lábil. Rojas dio forma a un objeto de estudio, inició una cátedra universitaria con el mismo nombre (Literatura Argentina) y le asignó a ese saber una secuencia de temas y lugares; Lugones buscó establecer los textos fundamentales de esa tradición; Groussac, por su parte, había reflejado en sus ensayos y memorias la formación de una elite cultural y de un sistema literario. Las iniciativas de Rojas y de Lugones fueron explícitamente ideológicas y culturales, y se traducirían casi inmediatamente en opciones políticas.

Aparte de canonizar el Martín Fierro de José Hernández como poema épico nacional y al personaje del gaucho como arquetípico heroico, Lugones glorifica la Guerra de la Independencia y, entre otras cosas, idealiza la evangelización jesuítica de los guaraníes y da por sentado que estos monumentos literarios son jalones de un futuro de grandeza reservado para el país . Rojas tiende a recrear ciclos literarios previos a la Conquista rescatando tradiciones orales indígenas. En esta divergencia estratégica entre Lugones y Rojas pueden ya verse perfiladas dos opciones de política cultural e ideal literario que tendrían continuidad en el campo ideológico argentino: una vertiente integradora de las diferencias y otra afiliada al catolicismo y el nacionalismo .

Pero también es interesante Groussac, quien pese a su indiscutido prestigio local, aún en la vejez se desesperaba por conocer en qué términos, por ejemplo, Romain Rolland se había referido a él ante un ocasional visitante del sur. La figura de Groussac viene a mostrar temprano zonas largamente sensibles para la literatura argentina: la misteriosa elocuencia de lo escrito por un extranjero, y el siempre esquivo papel del éxito o la consagración. No quiero decir que estos rasgos reflejen una falta de nuestra literatura ni que impliquen una disminución. Se trata de rasgos constitutivos que colorean la forma de escribir y de leer, como también las imágenes de escritor y el papel que autores, críticos y lectores le asignan a la literatura de nuestro país.

Rojas y Lugones tienen en común, junto con muchos de sus contemporáneos en las primeras décadas del siglo XX, que conciben la literatura como un discurso asociado directamente con la política, en el sentido de gobierno, y con la mentalidad de los individuos, en el sentido de cultura. La literatura venía a ser el discurso orgánico a través del cual la elite, aun en los sectores más liberales y avanzados, trazaba los márgenes del imaginario público, tanto de la dirigencia como del pueblo.

La vanguardia estética de los años 20 vino a romper con ese vínculo aparentemente natural entre discurso de la dirigencia, discurso del Estado y literatura, y que homologaba ser político y ser escritor. Antes de la vanguardia los escritores reflejaron en sus textos la necesidad de organizar y regular una sociedad demasiado diversa y convulsionada, y un cierto optimismo secular, derivado del modelo económico hasta entonces exitoso, combinado con un programa de inclusión paulatina, a través de la educación, de numerosos contingentes de inmigrantes.

Para ello servía la literatura, para amalgamar el imaginario alrededor de un idioma y para dotar al país de una unidad simbólica. Los grandes textos argentinos que pertenecen al canon escolar del siglo XX responden a grandes rasgos a esta operación, y de hecho casi todos ellos fueron incorporados bajo este mandato programático, de la literatura argentina como imaginario específico y utilitario para el Estado.

Lenguas (ST)

Mientras tanto, obviamente existía una literatura y sobre todo una producción cultural de carácter popular, tanto criolla como inmigrante, con sus propios canales de circulación, muchas veces masiva, y que terminaría funcionando –tampoco en esto la Argentina es original– como reservorio de temas y tópicos de la cultura letrada, en muchos casos, y en otros generando desconfianza en el aparato del Estado. Un tema crucial en estos años es la lengua, debido a la gran cantidad de población inmigrante.

Son tiempos de una virtual demonización de la lengua extranjera (principalmente el italiano y el idisch), asociados por los gobiernos al activismo anarquista o comunista, efecto del que tampoco se salvaban los socialistas de cualquier idioma. Si bien siempre se escribió en lengua no castellana en la Argentina, tanto en el siglo XIX como en el XX, no hay mucha investigación sobre el papel de esta ambigua literatura extranjera durante las primeras décadas del siglo.

Dos ejemplos rápidos pueden ofrecer indicios, en primer lugar, de que aquello que la cultura oficial y el Estado querían presentar como la época floreciente de una nación rica y armónica tenía lecturas y facetas divergentes; en segundo lugar, que se producían experiencias múltiples y ajenas a cualquier uniformación; y que todo eso modeló una trama mucho menos previsible de lo que se presume.

Un ejemplo es el primer cuento argentino en idisch, “Pesadilla”, de Pinie Wald, aparecido en 1929 en la prensa periódica judía. Es un testimonio de la convulsionada Semana Trágica (1919), durante la cual se reprimieron manifestaciones y huelgas obreras, se detuvieron activistas y allanaron locales partidarios de la izquierda, y grupos civiles católicos atacaron ateneos culturales y a población judía.

El relato de Wald traza en primer lugar las líneas del conflicto social y del odio racial de parte de las elites conservadoras, y sobre todo describe una ciudad (Buenos Aires) atravesada por la convulsión. Como dato elocuente, vale destacar que el espíritu de «Pesadilla» se dirige no tanto a denunciar el sistema en su conjunto, sino a elogiar a las figuras políticas, pertenecientes al socialismo, que salieron en defensa de los apresados y torturados, como Wald.

El otro ejemplo es un tanto excéntrico y un poco ignoto –pero lo cierto es que hablamos de una literatura fundada en la idea de secreto y excentricidad, sobre lo que voy a volver más adelante–. Se trata de un breve relato del italiano Carlo Emilio Gadda, que recoge muy fragmentariamente su experiencia entre 1923 y 1924, cuando vino a Argentina contratado por una compañía del Chaco . Llamarlo relato es exagerado, es sobre todo un conjunto de recuerdos encadenados bajo la forma de escenas aisladas, impresiones sobre todo dedicadas a la observación de la naturaleza y la vida mundana. Una especie de diario donde se mezclan distintos planos de representación y diferentes escenarios.

Pero lo interesante de este texto es algo que no dice: alrededor de su viaje a Argentina Gadda produjo un pequeño y desordenado cuerpo textual, integrado por cartas privadas y sobre todo por nombres de lugares y personas en clave, algunas escenas minúsculas, materiales de los que se sirvió en su literatura posterior, especialmente en La cognizione del dolore. Y en esos textos, donde a veces habla desviadamente de Argentina y otras lo hace muy explícitamente, es visible su diagnóstico negativo. Todo en el país le ha parecido banal, infatuado y estropeado por adelantado, desde los intelectuales hasta el uso de los lugares públicos, pasando por la clase acomodada. Y el único consuelo que pudieran tener los lectores argentinos es haber pertenecido a ese paisaje o escenario que se mostró apto para las elípticas descripciones experimentales de Gadda.

Tomo estas dos narraciones laterales, en un sentido medio ocultas, junto con los proyectos de Rojas y Lugones pertenecientes al otro extremo, textos casi oficiales, para sugerir precisamente que la así llamada literatura argentina de las primeras décadas del siglo XX era una trama mucho más compleja y múltiple de lo que cualquier historia literaria está obligada a mostrar por necesidades clasificatorias.

Por un lado tenemos las tendencias uniformadoras del proyecto estatal, y el sistema propiamente literario que a través de las instituciones habituales cobija escritores y producciones textuales más o menos solidarias con ese programa, por otro una gran diversidad discursiva en cuanto a géneros, formas de circulación y lenguas. Creo que Wald y Gadda pueden ejemplificar este otro paradigma, en tanto estos textos carecieron en su momento de estatuto literario y es la mirada de hoy la que los interroga desde la literatura. Quiero decir, la literatura argentina de las primeras décadas del siglo XX es también una construcción del presente y de la mirada actual.

Pese a los recurrentes intentos de normalizar la tradición literaria, como los casos paradigmáticos y centrales de Rojas y Lugones, la literatura argentina se reproduce y encuentra su mayor riqueza en los márgenes discursivos y en las zonas de incertidumbre, tanto desde el punto de vista de los géneros como en lo conceptual; en la contradicción, en la inestabilidad, en el papel del sobreentendido y en el conflicto. Es una literatura que hace trabajar al lector .

Público (ST)

Tal cual ocurre siempre, la llamada industria cultural y en especial las editoriales tienen un papel decisivo en la reverberación de una literatura, tanto hacia el interior como al exterior de un país. Argentina ha pasado por tiempos mejores y peores en este aspecto. Un aparato cultural acotado lleva entre otras cosas a que los escritores crean que carecen de público (más allá de que lo tengan efectivamente o no). Mi hipótesis es que los altibajos de la industria cultural argentina, sumados a los efectos de la inestabilidad democrática, del mal desempeño económico del país, de la ambivalente movilidad social, de la represión y de las crisis educativas, etc.; rasgos todos que contrastan con un imaginario de venturoso destino colectivo, o por lo menos de virtudes naturales, ha llevado a los escritores argentinos a ser hipercontemporáneos, porque han encontrado secularmente traducidos como estructurales elementos de la época que trastornaron la sensibilidad literaria de las últimas décadas.

Me refiero a la noción de literatura como un discurso oscilante, que a veces habla desde la historia, la política, la subjetividad o desde lo social; pero que a veces no habla desde ningún lado, o lo hace desde varios a la vez. La literatura argentina fue optando a lo largo del siglo por lugares no confortables, y muchas veces fueron lugares que le fueron asignados y a los que debió acomodarse.

Creo que un eje interesante para describir buena parte de las premisas literarias argentinas y su curioso desempeño (o sea, una literatura mayormente secreta, insular y a la vez bastante autónoma y estéticamente exigente, pero absolutamente atada a canales de reproducción o amplificación externos) es la cuestión del público. Me parece mejor hablar de público y no de mercado, en buena medida porque en la palabra «público» resuena la idea de lectores determinados socialmente, y en la de mercado la idea de consumidores pasivos.

Y mi suposición es justamente que la literatura argentina ha tramado siempre un vínculo conflictivo con el público antes que con el mercado (que estuvo secularmente sujeto a sucesos un tanto volátiles). No digo que el mercado asegure entornos pacíficos, sino que, en primer lugar, muchos escritores argentinos pueden arrogarse el hecho de tener público y carecer de mercado, y otros tienen mercado pero carecen de público.

De cuando en cuando aparecen en el país llamados a que la literatura argentina se reencuentre con el público, al que buena parte de ella, supuestamente, le daría la espalda. Son propuestas bien recibidas por quienes creen que las novelas deben interpelar a la gente y sus problemas más habituales, o más vitales o imperiosos, vaya a saber uno cuáles son, o que deben inspirar la imaginación y fantasías instalados en el sentido común colectivo, por ejemplo cuando se trata de novelas históricas. Sin embargo, quienes piensan así raras veces admiten que los recursos narrativos para lograr un efecto de naturalidad literaria provienen de procedimientos de una complejidad semejante a la necesaria para alcanzar lo contrario, con la salvedad de que se trata de mecanismos adocenados. Como la noción de «patria» o «lengua», en literatura la idea de «público» es una cosa difusa y sumamente movediza.

En cierto modo, la idea de «público» es un punto de la imaginación, el lugar contiguo al que el artista ocupa y cree ocupar. Y el «público» es lo que le permite al escritor tener sus avatares privados, o sea escribir. Preguntarse por el público es preguntarse por el sentido de la propia voz, aun cuando no se llegue a ninguna conclusión decisiva. En la idea de reconciliación entre autor y público se combinan algunos rasgos particulares de la literatura argentina y el momento cultural actual, que cada vez le reconoce a la construcción literaria menos importancia simbólica y material.

Desde hace años, parte importante de la literatura argentina plantea formas de legibilidad particulares. Se trata de un proceso que no ha sido brusco porque desde los orígenes del país, las obras más relevantes se concibieron como argumentos (a veces estéticos, otras ideológicos o políticos, o los tres a la vez) que debían enfrentarse, entre otras cosas, a la legibilidad dominante. Las obras tenían que ser resistentes a la lectura, como paradójico recurso para preservar su disidencia. Es un gesto que se reconoce en Sarmiento y otros románticos, en algunas obras de la literatura gauchesca, y en el siglo XX provee una lista bien larga, que en su primera mitad incluiría entre otros a Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Ezequiel Martínez Estrada.

Hay casos muy notorios de esta resistencia a la legibilidad, o al revés, de esta apropiación de la ilegibilidad, muchas veces como estrategia para asimilar la experiencia del fracaso. Y también hay casos extremos, convertidos con el tiempo en emblemas dentro de la tradición literaria argentina. Por ejemplo, los intentos de nacionalización crítica de textos escritos en idiomas distintos del español: el inglés de los cronistas del siglo XIX, el polaco de Witold Gombrowicz, el francés de Copi, etc. En estos casos, el idioma extranjero en ocasiones revelaría lo que el castellano es incapaz de ver y nombrar, «enseña» a escribir porque descubre zonas de la realidad y formas de representación ocultas para la lengua local.

También se producen textos que proponen una suerte de hibridez. Novelas escritas en castellano, pero con incrustaciones de lenguas inmigrantes, o del portugués, o de un castellano arcaico. Habría que ver en cada caso el efecto de estos recursos, pero como fenómeno son indicativos de una literatura que funda su recorrido en la inestabilidad tanto de sus procedimientos como de sus premisas y herramientas fundamentales, como la lengua.

Modo (ST)

El trabajo idiomático es el recurso más inmediato, y por cierto el más limitado, dada su vocación naturalista, para transfigurar el sentido; en general es más laborioso, pero más perdurable, trabajar con los géneros. Y de eso se trata, de producir nuevos sentidos que descoloquen y reconfiguren a los vigentes. Pues bien, ya sea a través de idiomas, dialectos, géneros u otros procedimientos, tenemos que para la tradición literaria argentina la legibilidad establece una difícil tensión, nunca es una operación automática o pacífica.

A esto se debe también la curiosa relación entre escritores y «público», marcada casi siempre por el desencuentro, la demora y la desconfianza. Con la única excepción de Julio Cortázar con Rayuela, ningún otro autor de envergadura alcanzó una sintonía simultánea con la época (vale la aclaración: tampoco Borges). El vínculo incierto con el público otorga a nuestra literatura un rasgo adicional: una suerte de desinhibición en cuanto a modelos y propuestas narrativas.

Debería sumarse a estos datos casi estructurales de la literatura argentina otro hecho de los últimos años, el proceso de la vida intelectual que desvanece la primacía estética que la literatura tenía hasta no hace mucho. Dicho en términos de relevancia, hoy el arte es menos importante. Es probable que diga «más», o sea, que sus formas, medios, canales y mensajes hayan adquirido una mayor complejidad, pero es visto con un interés «menor», más acotado y esporádico en la medida en que, sobre todo los medios de comunicación y las instituciones, le piden un carácter declarativo.

La fragmentación de los saberes, los discursos y las sensibilidades que ocurre en general desde los 80 hace que la literatura sea una actividad casi privada, también en muchas ocasiones superespecializada. Uno más entre los tantos formatos que pueden tomar las versiones o fábulas sobre la vida histórica o social. Así, la política y la historia están constantemente presentes en la narrativa argentina, pero organizadas de modos diversos, habitualmente complejos y no asertivos.

Para resumir, los escritores argentinos de hoy transcurren en un proceso doble. Por un lado, se insertan en una tradición compleja, que habla consigo misma y es autoconsciente, quizá como ninguna otra en el espacio hispanohablante. En un punto es la biblioteca hecha vida, porque puede verse en un primer plano una verdad antigua pero no siempre vigente, que es cómo los libros están escritos en primer término para ser leídos por los escritores, y que la literatura se escribe a partir de los libros.

Y por otro lado, como ya no hay ideales colectivos que pasen por la creación literaria, ni identidades sociales ni expectativas mayoritariamente comunes que necesiten verse reflejadas en las ficciones, la literatura vuelve a ser un arte murmurado que reúne a unos pocos miembros alrededor del fuego. No digo que no esconda claves, digo que por ahora y durante un lapso ignorado han dejado de importar como antes.

Supongo que si alguna enseñanza puede extraerse de esta situación es que siempre es razonable desconfiar del público; una desconfianza a la que los escritores argentinos del siglo XX se acostumbraron, se resignaron o se sumaron, pero con la cual en términos generales, creo, por lo menos en términos estéticos no les ha ido del todo mal. La literatura argentina cumplirá cien años de haber sido creada (y sin embargo su vida es anterior a las instituciones), con un corpus actual bastante diverso, contradictorio y en discusión permanente.


Translation - German
Besonders argentinisch:
Verschiedene Literaturen und zwei Jahrhunderte

von Sergio Chejfec

Zusammenfassung:

Wie die Literatur anderer lateinamerikanischer Länder so ging auch die argentinische aus einem Akt der Kritik hervor. Vor circa einhundert Jahren stellte man Texte aus unterschiedlichen Zeiten und Umständen zusammen und vertraute ihnen in erster Linie über die Schule die Bewahrung der nationalen Identität an. Die Haltung dieser Gründungsschriften war aber im Hinblick auf die Realität nicht so friedlich, wie der nationale Wille es wollte, der einen großen Teil der Tatsachen nicht berücksichtigte. Der daraus resultierende forcierte Charakter ist zusammen mit anderen Elementen, wie z. B. einer schwierigen und distanzierten Beziehung zum Publikum die Ursache dafür, dass die argentinische Literatur des 20. Jahrhunderts bisweilen wie eine extravagante, artifizielle und isolierte Textsammlung wirkt.

von Sergio Chejfec: argentinischer Schriftsteller wohnhaft in den USA. Verfasser von Erzählungen und Essays. Zu seinen Werken gehören Mis dos mundos (Buenos Aires, Alfaguara, 2008); Baroni: un viaje (Buenos Aires, Alfaguara, 2007); Boca de lobo (Buenos Aires, Alfaguara, 2000). Website: .
Schlagwörter: Literatur, nationale Identität, Geschichte, Argentinien.


///

Die argentinische Vorstellungswelt schwankt zwischen wohlverdienter Wiederauferstehung und unwiderruflicher Katastrophe. Bemerkenswerterweise finden wir Argentinier überzeugende Gründe, um im gleichen Augenblick sowohl das eine als auch das andere Szenario zu rechtfertigen. Die argentinische Literatur ist ein vielstimmiger Diskurs, der sich in diesem Raum einen Weg bahnt und bald in die eine, bald in die andere Richtung tendiert. Der Beweis, dass Kunst sich fortentwickelt und Literatur sich im Laufe der Zeit selbst vollendet, ist nicht leicht zu führen. Unsere Literatur ist in diesem Sinne keine Ausnahme (auch wenn sie von meinem Standpunkt aus ohne Zweifel außergewöhnlich ist). Die nachfolgenden Argumente führe ich zur Verdeutlichung an. Ich nenne weder Namen, Titel noch statistische Details, sondern beschränke mich darauf, die Tendenz dieses eigentümlichen Diskurses zu beschreiben, den wir argentinische Literatur nennen.

Dimension (ST)

Eine der ersten Anekdoten, die sich um die Problematik der argentinischen Literatur rankt, liegt weniger als 100 Jahre zurück. Als Ricardo Rojas zwischen 1917 und 1921 seine Historia de la literatura argentina veröffentlichte, lautete einer der ersten Kommentare, dass sein mehrbändiges Geschichtsbuch umfangreicher sei als die literarischen Werke, mit denen es sich befasst. Der Autor dieser sarkastischen Äußerung war Paul Groussac, ein argentinischer Schriftsteller französischer Abstammung und der erste Direktor der Nationalbibliothek. Groussacs Unmut war allseits bekannt und kam deutlich in seinen Büchern zum Ausdruck. Des Spanischen mächtig und ins argentinische Pantheon aufgestiegen zu sein, war für ihn kein Ausgleich dafür, dass er in Frankreich nahezu unbekannt blieb. Heimlich, wie es der Psychologie des Scheiterns entspricht, thematisierte er dies als einer der Ersten . Rojas, Lugones und einige andere wollten jeder auf seine Weise die bis zu diesem Zeitpunkt eher unstete und wenig gefestigte argentinische Literatur nationalisieren (d. h. ihr den Stempel der Argentinität aufdrücken). Rojas initiierte das Studienfach „Argentinische Literatur“, richtete an der Universität einen gleichnamigen Lehrstuhl ein und legte eine Reihe von Themen und Lehrplänen fest. Lugones Ziel war, die wesentlichen Texte der argentinischen Literaturtradition zu bestimmen; Groussac hatte in seinen Essays und Erinnerungen über die Bildung einer kulturellen Elite und eines literarischen Systems nachgedacht. Die Initiativen von Rojas und Lugones waren eindeutig ideologisch und kulturell motiviert und drückten sich unmittelbar in politischen Haltungen aus.

Lugones ernennt nicht nur Martin Fierro von José Hernández zum Nationalepos und den Gaucho zum Archetypus des Helden, er verherrlicht auch den Unabhängigkeitskrieg, idealisiert die Evangelisierung der Guarani durch die Jesuiten und zweifelt nicht daran, dass diese literarischen Monumente Wegweiser der großartigen Zukunft sein würden, die Argentinien erwartetete . Rojas tendiert dazu, literarische Phänomene aus der Zeit vor der Conquista wiederzubeleben, indem er auf mündlich überlieferte Traditionen der Indigenen zurückgreift. In der strategischen Gegensätzlichkeit zwischen Lugones und Rojas werden zwei Varianten der kulturellen Politik und des literarischen Ideals umrissen, die sich in der argentinischen Ideologie fortsetzten: Die Tendenz Unterschiede zu integrieren auf der einen und Katholizismus und Nationalismus auf der anderen Seite . Es ist interessant, dass es Groussac trotz seines unbestrittenen Ansehens in Argentinien noch im Alter stark beschäftigte, in welcher Hinsicht sich z. B. Romain Rolland in Bezug auf einen gelegentlichen Besucher aus dem Süden an ihn gewendet hatte. Groussac gelang es sehr früh, sensible Bereiche der argentinischen Literatur aufzuzeigen: Die unerklärliche Faszination des von Ausländern Geschriebenen und die Unerreichbarkeit von Erfolg oder literarischer Anerkennung. Ich möchte nicht sagen, dass unsere Literatur deshalb mangelhaft oder reduziert wäre. Es geht eher darum, die Art zu schreiben, zu lesen, die Rolle der Schriftsteller und die Bedeutung zu charakterisieren, die die Literatur unseres Landes für Autoren, Kritiker und Leser hat. Rojas und Lugones verbindet mit vielen ihrer Zeitgenossen der ersten Jahrzehnte des 20. Jahrhunderts, dass sie Literatur als einen unmittelbar mit der Politik, im Sinne von Regierung, und mit der Mentalität der Menschen, im Sinne von Kultur, verbundenen Diskurs sehen. Sie wurde selbst in den liberalsten und fortschrittlichsten Bereichen zur bestimmenden Debatte über die die Elite die öffentliche Vorstellungswelt begrenzte, sowohl die der Machthaber als auch die des Volkes.

Der ästhetischen Avantgarde der 20er Jahre gelang es mit dieser scheinbar naturgegebenen Verbindung zwischen dem Diskurs von Machthabern, Staat und Literatur zu brechen, für den Politiker und Schriftsteller identisch waren. Vor der Avantgarde sprach aus den Texten die Notwendigkeit, eine heterogene und aufgewühlte Gesellschaft zu organisieren und zu ordnen; sowie ein profaner Optimismus, der aus einem bis zu diesem Zeitpunkt erfolgreichen Wirtschaftsmodell resultierte und der über die Erziehung die Vielzahl von Immigranten schrittweise integrieren wollte.

Das war Sinn und Zweck der Literatur; sie sollte Identität mit Sprache verbinden und dem Land so zu einer symbolischen Einheit verhelfen. Es wurden fast alle bedeutenden Texte nur dann in den Schulkanon des 20. Jahrhunderts aufgenommen, wenn sie der programmatischen Vorgabe entsprachen, die darin bestand, dem argentinischen Staat als spezifische und nützliche Vorstellungswelt zu dienen.

Sprachen (ST)

Währenddessen existierte selbstverständlich Literatur und vor allem eine intensive kulturelle Produktion des Volkes, sowohl der Criollo-Bevölkerung als auch der Immigranten, mit eigenen, bisweilen stark genutzten Absatzkanälen, die - auch darin ist Argentinien keine Ausnahme - einerseits ein Reservoir für Themen und Inhalte der intellektuellen Kultur war und andererseits Misstrauen in den Staatsapparat hervorrief. Ein entscheidendes Thema war in diesen Jahren die Sprache, vor allem wegen des großen Anteils an Einwanderern.

Es waren Zeiten der regelrechten Dämonisierung der Fremdsprache (vor allem Italienisch und Jiddisch), da sie für die Regierungen anarchistischen und kommunistischen Aktivismus symbolisierten; selbst Sozialisten konnten dem nicht entgehen, gleich welcher Sprache. Auch wenn im 19. und 20. Jahrhundert die Literatursprache in Argentinien nicht das Spanische war, gibt es kaum Untersuchungen über die Rolle der widersprüchlichen fremdsprachigen Literatur in den ersten Jahrzehnten des Jahrhunderts.

Zwei kurz umrissene Beispiele machen deutlich, dass das, was die offizielle Kultur und der Staat als die blühende Ära einer reichen und konfliktfreien Nation erscheinen lassen wollten, ganz andere Interpretationen zuließ; aber auch, dass es zahlreiche Erfahrungen weitab von jeglicher Uniformierung gab, und dass all dies wesentlich weniger voraussehbar war, als man vorgab.

Ein Beispiel ist die erste argentinische in Jiddisch erschienene Erzählung Pesadilla - Albtraum - von Pinie Wald, die 1929 von einem jüdischen Periodikum herausgegeben wurde. Es ist ein Zeugnis der erschütternden La Semana Trágica von 1919 in deren Verlauf Demonstrationen und Arbeiterstreiks unterdrückt, Aktivisten verhaftet, linksgerichtete Lokale niedergerissen wurden und Katholiken in Zivil jüdische Kulturzentren und Bürger angriffen.

Die Erzählung von Wald skizziert im Wesentlichen den sozialen Konflikt und den Rassenhass der konservativen Eliten und beschreibt Buenos Aires als eine bis ins Mark erschütterte Stadt. Bezeichnenderweise klagt Pesadilla nicht so sehr das System an, sondern würdigt die politischen Figuren sozialistischer Gesinnung, die Verhaftete und Gequälte wie Wald verteidigten.

Ein weiteres Beispiel ist eher ungewöhnlich und nahezu unbekannt; aber wir sprechen ja über eine Literatur, die sich auf die Idee des Verborgenen, der Exzentrik gründete, worauf ich später näher eingehen werde. Es handelt sich um eine kurze Erzählung des Italieners Carlo Emilio Gadda, die sehr fragmentarisch seine Erfahrungen von 1923 bis 1924 als Angestellter eines Unternehmens im Chaco beschreibt . Vielleicht ist „Erzählung“ etwas zu viel gesagt; es handelt sich eher um eine Sammlung miteinander verwobener Erinnerungen, Einzelszenen und Schilderungen der Natur und des täglichen Lebens. Eine Art Tagebuch in dem sich verschiedene Darstellungsformen und Szenarien vermischen.

Das Bemerkenswerteste an diesem Text ist jedoch das, was er verschweigt. Im Rahmen seiner Argentinienreise erstellte Gadda eine kurze und ungeordnete Textsammlung bestehend aus privaten Briefen, verschlüsselten Orts- und Personennamen sowie kurzen Eindrücken, die er für spätere Werke nutzte, vor allem für Die Erkenntnis des Schmerzes (La cognizione del dolore). Er spricht darin an manchen Stellen sehr vage über Argentinien und an anderen sehr unmissverständlich, immer bringt er jedoch deutlich seine negative Einschätzung zum Ausdruck. Das ganze Land empfindet er als banal, selbstgefällig, zum Scheitern verurteilt, angefangen bei den Intellektuellen, über die Öffentlichkeit bis hin zur besseren Gesellschaft. Als einziger Trost bleibt dem argentinischen Leser, dass er Teil der Landschaften oder Szenarien ist, die Gadda unvollständig und experimentell beschreibt.

Diese unter vorgehaltener Hand genannten Randgeschichten stellen neben den Projekten von Rojas und Lugones, den offiziellen Texten, das andere Extrem dar; ich erwähne sie, um aufzuzeigen, dass die so genannte argentinische Literatur der ersten Jahrzehnte des 20. Jahrhunderts viel komplexer und vielfältiger war als es jegliche Form der klassifizierenden Literaturgeschichte zu zeigen vermag.

Auf der einen Seite standen die vereinheitlichenden Tendenzen des Staates und das eigentliche literarische System, dessen traditionelle Institutionen Schriftsteller und Textproduktionen aufnahmen, die dem staatlichen Konzept entsprachen; und auf der anderen eine große diskursive Vielfalt im Hinblick auf Genres, Verbreitungswege und Sprachen. Ich glaube, dass Wald und Gadda ein Beispiel für dieses andere Paradigma sind, denn ihre Texte hatten damals keinen literarischen Status, erst aus heutiger Sicht werden sie als Literatur beleuchtet. Damit möchte ich sagen, dass die argentinische Literatur der ersten Jahrzehnte des 20. Jahrhunderts die Literatur der Gegenwart und der heutigen Sichtweise formte.

Trotz wiederholter Versuche, die literarische Tradition zu normalisieren, wie im paradigmatischen und signifikanten Fall von Rojas und Lugones, bildet sich die argentinische Literatur immer wieder neu und findet ihren größten Reichtum in den Randgebieten literarischen Schaffens wieder, in ungewissen Gattungen und Konzepten; im Widerspruch, in der Instabilität, im Versteckten und im Konflikt. Es handelt sich um eine für den Leser unbequeme Literatur .

Publikum (ST)

Wie üblich spielen die so genannte kulturelle Industrie und die Verlage eine entscheidende Rolle in der Verbreitung der Literatur, sowohl im Landesinneren als auch im Ausland. Argentinien hat in dieser Hinsicht gute und schlechte Zeiten erlebt. Ein limitierter Kulturapparat führt unter anderem dazu, dass Schriftsteller glauben, sie haben kein Publikum, ob das tatsächlich so ist oder nicht. Meiner Einschätzung nach hat das Auf und Ab des kulturellen Sektors Argentiniens zusammen mit der demokratischen Instabilität, der schlechten wirtschaftlichen Lage, der ambivalenten sozialen Mobilität, der Repression und der Krisen im Erziehungswesen usw., d. h. mit all dem, was unvereinbar ist mit der Vorstellung vom glücklichen kollektiven Schicksal oder von den naturgegebenen Tugenden dazu geführt, dass argentinische Schriftsteller in einem Übermaß zeitgenössisch wurden. Denn es erschienen ihnen genau die Elemente als bedeutsam, die die literarische Sensibilität der letzten Jahrzehnte herausgefordert hatten.

Ich beziehe mich damit auf das Konzept von Literatur als wechselhafter Diskurs, der mal von einer geschichtlichen, politischen, subjektiven oder sozialen Perspektive her argumentiert, mal gar keinen Standpunkt bezieht und dann wieder mehrere gleichzeitig. Die argentinische Literatur entschied sich im Laufe des Jahrhunderts für das Unbequeme; oft wurde es ihr aber auch zugewiesen und es blieb ihr nicht anders übrig als damit zurechtzukommen.

Ich glaube ein interessanter Ansatzpunkt, um einen Großteil der Prämissen der argentinischen Literatur und ihres eigentümlichen Vorgehens (d. h. einer weitgehend verborgenen, isolierten und einigermaßen autonomen, ästhetisch sehr anspruchsvollen, aber vollkommen von externen Reproduktions- und Verbreitungskanälen abhängigen Literatur) zu beschreiben, ist der Aspekt des Publikums. Es erscheint mir angemessener von Publikum zu sprechen als von Markt, denn Ersteres erinnert mehr an eine bestimmte soziale Lesergruppe, wohingegen Markt an passive Konsumenten denken lässt.

Ich unterstelle sogar, dass die argentinische Literatur es immer vorgezogen hat, sich kritischer mit dem Publikum auseinanderzusetzen als mit dem Markt (der über die Jahre so flüchtigen Ereignissen unterworfen war). Das soll nicht heißen, dass die Auseinandersetzung mit dem Markt weniger schwierig gewesen wäre, sondern dass viele argentinische Schriftsteller sich rühmen können, ein Publikum, aber keinen Markt zu haben; wohingegen andere einen Markt haben, aber kein Publikum.

Von Zeit zu Zeit kommt es immer wieder zu Aufrufen, die argentinische Literatur möge erneut in Kontakt mit dem Publikum treten, dem sie angeblich den Rücken zeigt. Das sind willkommene Vorschläge von jenen, die glauben, Romane sollen den Menschen und seine alltäglichen, elementaren und dringendsten Probleme hinterfragen, welche auch immer das sind; oder sie sollten die Imagination und die Fantasien des kollektiven Denkens anregen, wie z. B. historische Romane es tun. Jene, die so denken geben selten zu, dass die Erzählmittel, mit denen sich literarische Natürlichkeit erreichen lässt, ähnlich komplexen Vorgehensweisen entstammen, wie jene, die das Gegenteil erzeugen, nur dass es sich dann um billige Mittel handelt. Wie das Konzept von „Heimat“ oder „Sprache“, so erscheint in der Literatur die Vorstellung eines „Publikums“ diffus und unsicher.

In gewisser Weise hat der Begriff „Publikum” Anteil am Imaginären, er ist dem Ort benachbart, den der Künstler bewohnt oder zu bewohnen glaubt. Das „Publikum“ ermöglicht dem Schriftsteller das Schreiben, und damit seine Verwandlungen. Die Frage nach dem Publikum geht einher mit der Frage nach dem Sinn der eigenen Stimme, selbst dann, wenn man zu keinem entscheidenden Schluss kommt. In der Idee der Versöhnung von Schriftsteller und Publikum treffen einige der besonderen Merkmale der argentinischen Literatur und die Kultur der Gegenwart zusammen, die der literarischen Konstruktion zunehmend weniger symbolische und materielle Bedeutung beimisst.

Seit einigen Jahren befasst sich ein Großteil der argentinischen Literatur mit besonderen Formen der Lesbarkeit. Dies geschah nicht unvermittelt, denn seit der Entstehung Argentiniens waren die bedeutendsten Werke ästhetische, ideologische und politische Botschaften (oder alles drei auf einmal) und mussten sich daher auch mit den herrschenden Leseerwartungen auseinandersetzen. Die Werke mussten förmlich “leseresistent“ sein, was ein paradoxes Hilfsmittel war, um den nonkonformen Charakter der Literatur zu bewahren. Dieses Merkmal von Sarmiento und anderen Romantikern sowie von einigen Werken der Gaucho-Literatur lässt sich auch im 20. Jahrhundert bei einer Vielzahl von Schriftstellern finden, angefangen bei Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal und Ezequiel Martínez Estrada.

Es gibt offenkundige Fälle, in denen der Widerstand gegen Lesbarkeit oder die absolute Unlesbarkeit eine Strategie zur Verarbeitung des Scheiterns sind. Und es gibt extreme Fälle, die mit den Jahren zu Symbolen der argentinischen Literaturtradition wurden. Zum Beispiel die grundlegende Nationalisierung von nicht-spanischen Texten: Die englischen der Chronisten des 19. Jahrhunderts, die polnischen von Witold Gombrowicz und die französischen von Copi etc. In diesen Fällen sollte die „fremde“ Sprache das offenlegen, was das Spanische nicht sehen und benennen konnte und sie sollte das Schreiben „lehren“, indem sie Realitäten und Darstellungsformen aufdeckt, die der lokalen Sprache verborgen waren.

Es entstanden auch wunderbar hybride Texte; in Spanisch verfasste Romane, die Elemente der Einwanderersprachen Portugiesisch oder archaisches Spanisch integrierten. Es muss in jedem Einzelfall über die Wirkung dieser Mittel entschieden werden, als Phänomen geben sie Hinweise auf eine Literatur, deren Verlauf, Prämissen und elementare Werkzeuge wie die Sprache auf Unbeständigkeit aufgebaut ist.

Modus (ST)

Um den Sinn zu verwandeln, ist die Spracharbeit das unmittelbarste, wenn auch begrenzteste Mittel; die Arbeit mit den Genres ist weniger direkt und mühevoller, aber dauerhafter. Darum geht es aber, um die Produktion von Bedeutungen, die Bestehendes entwurzeln und neu formen. Sei es über Sprache, Dialekte, Gattungen oder andere Vorgehensweisen, in der argentinischen Literaturtradition erzeugt das Gebot der Lesbarkeit immer eine schwierige Spannung, niemals kommt sie automatisch oder ohne Auseinandersetzung zustande.

Dazu gehört auch die merkwürdige Beziehung zwischen Schriftstellern und “Publikum”, die immer mit Entfremdung, Verzögerung und Misstrauen einhergeht. Die Ausnahme ist Julio Cortázar mit seinem Roman Rayuela. Keinem anderen bedeutenden Autor gelang eine Übereinstimmung mit seiner Epoche (Anmerkung: selbst Jorge Luis Borges schaffte das nicht). Doch die problematische Beziehung zum Publikum gibt unserer Literatur noch etwas anderes: die Freiheit von Vorgaben, Modellen und Erzählformen.

Diesen strukturellen Daten der argentinischen Literatur ist ein weiteres Phänomen der letzten Jahre hinzuzurechnen, die Entwicklung des intellektuellen Lebens, die die ästhetische Überlegenheit auflöst, der die Literatur noch bis vor Kurzem gerecht werden musste. In anderen Worten, Kunst hat heute an Bedeutung verloren. Man könnte meinen, sie sei wegen ihrer komplexeren Formen, Mittel, Kanäle und Nachrichten bedeutender geworden; es wird ihr jedoch ein geringeres, sporadischeres und begrenzteres Interesse entgegengebracht, um so mehr als die Medien und die Institutionen eine Art bezeugenden Charakter von ihr fordern.

Die seit den 80er Jahren eingetretene Zersplitterung des Wissens, der Anspracheformen, der Empfindlichkeiten ließ Literatur zu einer nahezu privaten Aktivität werden, in vielen Fällen zu einer extrem spezialisierten. Das ist nur eine von vielen möglichen Formen, wie die Literatur Geschichte oder das öffentliche Leben darstellen kann. Politik und Geschichte sind demnach in argentinischen Erzählungen immer präsent, aber eben unterschiedlich organisiert und meist in sehr komplexer und nicht sehr bejahender Weise.

Argentinische Autoren der Gegenwart durchlaufen einen doppelten Prozess. Auf der einen Seite sind sie Teil einer komplexen Tradition, die mit sich selbst spricht und sich bewusst wahrnimmt, vielleicht wie keine andere im spanischsprachigen Raum. Es ist wie eine sich selbst am Leben erhaltende Bibliothek, in der Literatur produziert wird, um von Schriftstellern gelesen zu werden, die als Antwort darauf erneut Bücher schreiben.

Da es andererseits aber weder kollektive Ideale für das literarische Schaffen gibt noch soziale Identitäten oder allgemein vorherrschende Erwartungen, denen Erzählungen entsprechen müssen, wurde Literatur erneut zu einer leisen Kunst, um deren Feuer sich nur noch wenige sammeln. Ich sage nicht, dass sie nichts Großartiges bereithielte; ich sage nur, dass sie in der Gegenwart und für eine unbestimmte Zeit ihre frühere Bedeutung verloren hat.

Lässt sich daraus eine Lehre ziehen, dann die, dass es immer sinnvoll ist, dem Publikum zu misstrauen. Argentinische Schriftsteller des 20. Jahrhunderts haben sich an ein solches Misstrauen gewöhnt, sie haben es akzeptiert und übernommen und sind, zumindest vom ästhetischen Standpunkt aus, nicht so schlecht damit gefahren. Seit der Entstehung der argentinischen Literatur sind bald 100 Jahre vergangen (obwohl sie schon vor den Institutionen existierte); ihr Korpus ist vielfältig und widersprüchlich und sie befindet sich in einem Prozess der kontinuierlichen Auseinandersetzung.


English to German: Extract from Conscious Business
General field: Marketing
Detailed field: Management
Source text - English
How to Build Values through Values

Conscious Business

Cogito ergo sum. (I am conscious, therefore I am.)
René Descartes

Greatness is not a function of circumstance. Greatness … is a matter of conscious choice.
Jim Collins1

“I love molecules,” explains Marcus. “You apply a certain amount of heat and a certain amount of pressure, and you know exactly what’s going to happen. At the start of my career I did great working with molecules, but now I work with people. People are unpredictable. You apply a certain amount of heat and a certain amount of pressure, and you never know what’s going to happen.”
Marcus, a research manager at an oil company, has two doctorates. He is an intellectual wonder and a management disaster. Technical excellence propelled him into management, exposing his social incompetence. Marcus deals with people in the same way he dealt with molecules. It doesn’t work. In contrast to molecules, people have minds of their own.
As they climb the corporate ladder, managers like Marcus stumble and fall. They fail to make the transition from the operational requirements of the lower rungs to the leadership requirements of the higher ones. Ironically, some of the traits that drove their success as individual contributors derail their success as leaders.2 Success in business requires dealing with human beings, which is to say conscious beings. This book presents the basic principles and skills to deal with people while honoring their conscious nature. Although this is helpful for anybody who works, it is fundamental for those who manage and lead others. Great leadership is conscious leadership.
In his book Good to Great, Jim Collins studied what drives average companies to take a quantum leap and become extraordinary. He concluded that a crucial component of greatness was a group of leaders with a paradoxical blend of personal humility and professional will. These leaders, whom Collins calls “level 5,” channel their ego ambition away from themselves into the larger goal of building a great company. “All of the companies in the study that went from good to great,” wrote Collins, “had level 5 leaders in key positions, including the CEO, at the pivotal time of transition.” However, Collins couldn’t answer a central question: how to develop level 5 leadership. “I would love to be able to give you a list of steps for becoming one of these level 5 leaders, but we have no solid research data that would support a credible list. The inner development of a person remains a black box.”3 This book is my effort to unlock the black box of great leadership. My key is the set of attitudes and skills that I call “Conscious Business.”

Living consciously is a state of being mentally active rather than passive. It is the ability to look at the world through fresh eyes. It is intelligence taking joy in its own function. Living consciously is seeking to be aware of everything that bears on our interests, actions, values, purposes and goals. It is the willingness to confront facts, pleasant or unpleasant. It is the desire to discover our mistakes and correct them… It is the quest to keep expanding our awareness and understanding, both of the world external to self and of the world within. Nathaniel Branden4
Translation - German
Conscious Business

Bewusstes Handeln im Geschäftsleben

Wie Wert durch Werte entsteht

1. Kapitel: Bewusstes Handeln im Geschäftsleben

Cogito ergo sum. (Ich denke, also bin ich.)
René Descartes

Großes entsteht nicht einfach als Produkt der Umstände.
Großes … ist das Ergebnis bewusster Entscheidungen. Jim Collins1

„Moleküle sind einfach großartig“, erklärt Markus mir. „Du fügst ihnen ein gewisses Maß an Hitze und Druck zu, und Du weißt genau, was passiert. Zu Beginn meiner Karriere habe ich sehr gut und erfolgreich mit Molekülen gearbeitet, doch jetzt arbeite ich überwiegend mit Menschen. Und Menschen sind einfach unberechenbar. Man setzt sie einer gewissen Temperatur und einem gewissen Druck aus, und weiß nie, was dabei heraus kommt.“
Markus ist Leiter der Forschungsabteilung eines Mineralölkonzerns und hat zwei Doktortitel. Er ist ein wissenschaftliches Genie und ein Management-Desaster. Sein exzellentes Fachwissen hat zu Beförderungen in Positionen geführt, die Führungsverantwortung mit sich bringen, und seine soziale Inkompetenz sichtbar werden lassen. Markus behandelt Menschen, wie er Moleküle behandelt hat. Und das funktioniert nicht, da Menschen im Gegensatz zu Molekülen über einen eigenen Willen verfügen.
Führungskräfte, die wie Markus Karriere machen, stolpern und fallen auf ihrem Weg nach oben. Der Wechsel von den technischen Anforderungen zu Beginn ihrer Karriere auf die menschlichen Anforderungen einer Führungsposition gelingt ihnen in der Regel schlecht oder gar nicht. Ironischerweise behindern genau die Qualitäten, die zu Beginn ihre Karriere ermöglichten, den späteren Erfolg als Führungskraft.
Um beruflich nachhaltig erfolgreich zu sein, muss man mit Menschen umgehen können, die ihren eigenen Willen haben, die über ein eigenes Bewusstsein verfügen. Mein Buch beschreibt Eigenschaften, die grundsätzlich nötig sind, um mit Menschen auf eine Art und Weise umzugehen, die die Natur dieses Bewusstseins aufrichtig achtet. Die von mir im Verlaufe des Buches beschriebenen Einstellungen und Fähigkeiten sind hilfreich für jeden von uns, aber für Führungskräfte sind sie von essenzieller Wichtigkeit. Hervorragende Führung ist immer bewusst handelnde Führung.
So beschreibt Jim Collins in seinem Buch „Der Weg zu den Besten“ wie vormals durchschnittlich gute Unternehmen es geschafft haben, einen Quantensprung zu vollziehen und zu einem echten Spitzenunternehmen wurden. Er kommt zu dem Schluss, dass eine der erfolgskritischen Komponenten ist, ein Team von Führungskräften zu haben, welches sich durch eine paradoxe Mischung aus persönlicher Bescheidenheit und beruflicher Entschlossenheit auszeichnet. Diesen Führungskräften, die Collins als „Level 5“ bezeichnet, gelingt es, ihre persönlichen Ambitionen weg von sich selbst voll und ganz auf das größere Ziel, ein Unternehmen der Spitzenklasse werden zu wollen, auszurichten. „Alle Unternehmen in der Studie, die den Sprung von durchschnittlich auf hervorragend geschafft haben“, so Collins, „hatten in der ausschlaggebenden Zeit Level-5-Führungskräfte an den entscheidenden Positionen, inklusive des CEOs“. Collins war dennoch nicht in der Lage, die sich automatisch anschließende Frage zu beantworten, wie denn Level-5-Führungsqualitäten entwickelt werden könnten. „Ich würde Ihnen gerne eine Liste mit Schritten für die Entwicklung von Level-5-Führungsqualitäten geben, aber wir haben keine soliden Forschungsergebnisse, die eine glaubwürdige Liste hervorbrächten.“ Die innere Persönlichkeitsentwicklung einer hervorragenden Führungskraft bleibt also eine „black box“. Dieses Buch ist mein Versuch, die „black box“ herausragender Führungsarbeit zu öffnen. Mein Schlüssel ist eine Kombination aus einer inneren Haltung und zwischenmenschlichen Fähigkeiten, die ich „Conscious Business – Bewusstes Handeln im Geschäftsleben“ nenne.
Bewusst zu leben bedeutet, geistig aktiv anstelle von passiv zu sein. Es umfasst die Fähigkeit, die Welt mit neuen Augen zu sehen und Freude am Einsatz der eigenen Intelligenz zu haben. Bewusst zu leben heißt, aller Dinge gewahr sein zu wollen, die eine Auswirkung auf unsere Interessen, Handlungen, Werte, Aufgaben und Ziele haben. Es bedeutet den Willen zu haben, sowohl den angenehmen als auch den unangenehmen Tatsachen ins Auge zu sehen. Es umfasst den Wunsch, unseren Fehlern auf die Spur zu kommen und sie zu berichtigen... Bewusst zu leben ist das Bestreben, die eigene Wahrnehmung und das Verständnis für die äußere Welt wie auch unsere innere Welt ständig zu erweitern.
Nathaniel Branden4

Spanish to German: Extract from an interview with Latin-American politician
General field: Social Sciences
Detailed field: Government / Politics
Source text - Spanish
El Instituto Fernando Henrique Cardoso está ubicado en el corazón de ese infierno de hormigón y autos que es San Pablo, pero apenas uno ingresa a sus oficinas la pesadilla del smog y las bocinas queda atrás y prevalece el silencio de una recepción amplia, elegantemente decorada con un jarrón chino, un cuenco con inscripciones en árabe y un reloj de pie que da las campanadas puntualmente. El despacho, a una puerta de distancia, también es grande y de decoración despojada, con una elegante mesa de reuniones, pinturas modernas y unos sillones blancos. Cardoso saluda amablemente y apaga su computadora, en la que le estaba dando los toques finales a su próxima conferencia. Es que, antes de ser presidente de Brasil, Cardoso era uno de los sociólogos más importantes de la región, famoso sobre todo por Dependencia y desarrollo en América Latina, el libro escrito junto con el chileno Enzo Faletto de cuya publicación se cumplieron el año pasado cuatro décadas. Más tarde senador, luego canciller, ministro de Hacienda y finalmente presidente, Cardoso fue el responsable del ajuste neoliberal en Brasil (para algunos) o el hombre que condujo el mayor proceso de modernización del país desde la posguerra (para otros). En cualquier caso, hoy se lo ve tranquilo con su vida de seminarios intelectuales e intervenciones políticas meditadas y puntuales. Saluda con amabilidad y se predispone para la entrevista, que solo será interrumpida por un bip indescifrable. “Estos celulares modernos”, se queja. Izquierda y Estado en la globalización


¿Cómo cree que impactó la globalización en el imaginario y la praxis de la izquierda, sobre todo teniendo en cuenta que la globalización implica, entre otras cosas, un debilitamiento de las capacidades del Estado, y que la izquierda siempre enfatizó un rol fuerte del Estado?

Al principio, la izquierda quedó un poco perpleja con lo que pasaba en el mundo a partir de que se desataron los procesos de globalización. No entendió qué ocurría, y soñó el sueño de poder parar las fuerzas de la globalización, un poco como los ludditas, los obreros que en plena Revolución Industrial destruían las máquinas para oponerse a la tecnificación. Por momentos, parecía que se actuaba como si la globalización fuera una conspiración de los poderosos y no el resultado de un cambio estructural. Se creó un ambiente donde se impuso la idea de que la globalización necesariamente provocaría un daño a la sociedad. Pero los datos no confirman eso. La pobreza en el mundo ha disminuido. La participación ciudadana, lejos de estancarse, se ha intensificado. Las mismas fuerzas que desataron el proceso de globalización, básicamente la evolución acelerada de las tecnologías de información, comunicación y transporte, abren posibilidades inéditas para una ampliación de los espacios de conexión de la sociedad y de otras formas de actuación y participación política. Sobre la base de esta evidencia, últimamente algunos sectores de la izquierda se reposicionan respecto de la globalización. Pero si hubo una forma errada de entender la globalización por parte de la izquierda, también la hubo por parte de la derecha: la ilusión de asociar globalización con neoliberalismo, de lo cual se derivaba la idea de que era necesario desarticular el Estado y dejar que todo se solucionara gracias al mercado. Esa visión también se está desmitificando.


Translation - German
Das Institut Fernando Henrique Cardoso liegt im Herzen von São Paulo, einem Moloch aus Autos und Beton. Kaum betritt man die Räume des Instituts, lässt man Smog und Autogehupe hinter sich und es herrscht Stille. Die eindrucksvolle Rezeption ist stilvoll eingerichtet: eine chinesische Vase, eine Schale mit arabischen Schriftzeichen und eine Standuhr, die pünktlich zur vollen Stunde schlägt. Eine Tür weiter liegt das geräumige und zurückhaltend möblierte Büro mit dem eleganten Konferenztisch, modernen Gemälden und weißen Sesseln. Cardoso begrüßt mich freundlich und schaltet den Computer aus, auf dem er gerade seinem nächsten Vortrag den letzten Schliff gegeben hat. Bevor er brasilianischer Präsident wurde, war Cardoso einer der wichtigsten Soziologen Lateinamerikas. Er hatte sich vor allem mit dem Buch Abhängigkeit und Entwicklung in Lateinamerika einen Namen gemacht, das er vor rund 40 Jahren mit seinem chilenischen Kollegen, Enzo Faletto, herausgegeben hatte. Später wurde er Senator, dann Außenminister, Finanzminister und schließlich Präsident. In Ausübung dieses Amtes ist er für manche schuld an der neoliberalen Anpassung Brasiliens, für andere hat ihm das Land den nachhaltigsten Modernisierungsprozess der Nachkriegszeit zu verdanken. Jedenfalls wirkt er heute zufrieden mit seinem Leben, das aus der Teilnahme an Seminaren und überlegten, punktuellen politischen Interventionen besteht. Nach der herzlichen Begrüßung und stellt sich voll und ganz dem Interview zur Verfügung. Nur ein einziges Mal werden wir von einem unerklärlichen Piepton unterbrochen. „Ach, diese modernen Handys!", beklagt er sich.

Linke und Staat im Globalisierungsprozess


Wie hat sich Ihrer Meinung nach die Globalisierung auf die Vorstellungswelt und die Praxis der Linken ausgewirkt – vor allem wenn man bedenkt, dass die Globalisierung den Staat schwächt, die Linke ihm aber immer einen bedeutende Rolle zuerkannt hat?

Zu Beginn war die Linke etwas sprachlos angesichts dessen, was die Globalisierung in der ganzen Welt in Gang setzte. Sie begriff nicht, was vor sich ging und träumte davon, die Globalisierung aufzuhalten - wie die Maschinenstürmer, die mitten in der industriellen Revolution Maschinen zerstörten, um sich der Technisierung zu widersetzen. Manchmal tan man so, als sei die Globalisierung eine Verschwörung der Mächtigen und nicht das Ergebnis eines Strukturwandels. Es entstand die Vorstellung, die Globalisierung füge der Gesellschaft notwendigerweise Schaden zu. Dieser Eindruck wurde aber von den Tatsachen nicht bestätigt: Die Armut in der Welt ist zurückgegangen. Die Bürgerbeteiligung stagnierte nicht, im Gegenteil – sie hat zugenommen. Die gleichen Kräfte, die den Globalisierungsprozess und die Entwicklung der Informations-, Kommunikations- und Verkehrstechnologie ausgelöst haben, eröffnen auch ungeahnte Möglichkeiten zur Interaktion innerhalb der Gesellschaft und für neue Formen politischen Handelns und politischer Teilhabe. Dies hat einige linke Parteien in letzter Zeit veranlasst, ihre Haltung zur Globalisierung zu überdenken. Doch nicht nur die Linke hat die Globalisierung grundlegend missverstanden, der Rechten erging es nicht anders: Beide haben Globalisierung und Neoliberalismus gleichgesetzt und daraus die Vorstellung abgeleitet, der Staat müsse sich ausgeschaltet werden und dem Markt die Lösung aller Probleme zu überlassen. Diese Vorstellung wird gerade entmythifiziert.
Spanish to English: Argentine short story
General field: Art/Literary
Detailed field: Poetry & Literature
Source text - Spanish
Gorostiaga

(“...emborrachando a Lulú con su champagne ...”) por René

Aunque el profesor Gorostiaga formaba parte de la milonga desde tiempos inmemoriales, nadie supo nunca si realmente era profesor y, en tal caso, profesor de qué. Lo que realmente lo distinguía era la pasión política. Forjado en la vieja guardia sindical, Gorostiaga había sido durante muchos años delegado de Luz y Fuerza y se decía que después del 55 había estado preso unos cuantos meses. Él no hablaba del tema, prefería recordar los buenos momentos; siempre contaba con orgullo que el 17 de octubre, siendo apenas un purrete, había llegado hasta la Plaza de Mayo de la mano de su padre.
El profesor Gorostiaga entraba a la milonga con los brazos en alto y así saludaba, a un costado y al otro, ofreciendo una sonrisa pícara y compradora. Luego caminaba lentamente hasta su mesa estrechando manos, intercambiando palmadas e interesándose por la familia de todos los que lo cruzaban. Una vez instalado ordenaba lo de siempre –una copita de sidra con una buena porción de pan dulce- y habilitaba el desfile. Por su mesa pasaban todo tipo de personajes: “Siéntese, mi amigo –invitaba Gorostiaga-, para un milonguero no hay nada mejor que otro milonguero”.
Cuando alguien descollaba dando una exhibición, Gorostiaga solía dedicarle un caluroso “mi General, cuanto valés”, frase que se transformó en un clásico que algunos luego comenzaron a imitar. También era generoso en el elogio con los pibes que recién empezaban: “y ya lo ve, es la gloriosa jotapé”, les susurraba al pasar. Gorostiaga solo bailaba la tanda de D´Arienzo. Apenas sonaban los primeros compases suspiraba embelezado: “Escuche, eschuche –le decía a su ocasional interlocutor- llevo en mis oídos la más maravillosa música”, y enseguida buscaba a alguien de la rama femenina con quien salir a bailar. Las mujeres lo apreciaban especialmente y él siempre las endulzaba con alguna galantería: “Parece que vinieron las chicas de la UES”, piropeaba respetuoso.
Fue precisamente una mujer, Olga, la que alertó del peligro. Aquella noche nos llamó en un aparte y nos contó lo que había visto en un baile de la tarde. Estaba preocupada, sabía que en algún momento se iban a cruzar y podía suceder cualquier cosa. La mina era polaca y no hablaba una sola palabra en español. Un verdadero milagro, nos dijo, y en seguida pudimos comprobarlo; mientras Olga hablaba, la polaca –que luego supimos, se llamaba Ewa Kapittaninska- hacía su entrada triunfal por el otro extremo del salón. Era como una estampita, exactamente igual: el mismo vestido con los hombros descubiertos, la misma tez blanca y luminosa, el mismo peinado tirante con rodete y la misma sonrisa lánguida e inmortal.
Al verla, las parejas dejaron instintivamente de bailar. La música se apagó misteriosamente y todas las miradas recayeron en Gorostiaga, que charlaba ajeno a la situación. Cuando por fin la vio intentó ponerse de pie pero no pudo. “La razón de mi vida”, murmuró con un hilo de voz. Vimos que se llevaba una mano al pecho y temimos lo peor.
Después de unos segundos interminables, Gorostiaga se secó una lágrima, logró incorporarse y se acercó hasta la polaca. Besó su mano y le dijo “Venga, Señora, venga, bienvenida”. La sentó en su mesa y charló con ella por horas, vaya uno a saber en qué idioma. La milonga continuó con todo pudor y miradas de reojo, pero afortunadamente nadie los importunó.
Lo último que se supo fue que vivieron unos años en Cracovia, y que Gorostiaga consiguió unas horas de cátedra en un colegio secundario. Después se les perdió el rastro.
Translation - English
Gorostiaga

(“...emborrachando a Lulú con su champagne...”)1 by René

The teacher Gorostiaga had been a part of the milonga since time immemorial, although nobody knew if he was really a teacher and what it was he taught. What really distinguished him was his passion for politics. Trained by the old syndicalists, Gorostiaga had for many years been a delegate of the syndicate “Luz y Fuerza”2 and people said that after ’55 he’d been in jail for a few months. He didn’t mention this topic at all and rather preferred to remember the good old times. Full of pride, he used to recall that when he was just a little boy he went to the Plaza de Mayo on 17 October3, hand in hand with his father.
The teacher Gorostiaga entered the milonga with his arms raised, saying hello to everybody on one side and the other, carrying on his face a disarming and naughty smile. Then he would walk slowly to his table, shaking hands and showing interest in the family business of everyone he crossed. Once he had reached his table he ordered, as usual, a cup of cider with a large portion of Pan Dulce4 and began to watch the parade. All kinds of people would pass by his table: “Have a seat, my friend,” Gorostiaga would invite one or the other. “For a milonguero, there is no better company than another milonguero.”
When somebody performed outstandingly well, Gorostiaga would dedicate him a warm "My General, you are priceless" – a sentence that later on became a classic that people used when citing Gorostiaga. He was generous too when he praised the young fellows who had started to dance only recently: “Here were go, here comes the glorious Jotape,”5 he used to whisper as they passed by. Gorostiaga danced a single tanda per night, the D’Arienzo one. The first bars had hardly sounded before he sighed, spellbound. “Listen, listen,” he would say to whoever was listening. “In my ears I can hear the most wonderful music.” And immediately he would look among the women to find the right one to dance with. The ladies liked him in a very special way and he would always flatter them with some gallantry: “It seems that the girls from the UES6 have arrived,” he would flirt respectfully.
And finally it was indeed a lady, Olga, who noticed the danger. One night she called us from a private room and told us what she had seen in one of the matinee milongas. She was worried; she knew that sooner or later they would meet and that anything could happen then. The lass was from Poland and she did not speak a single word of Spanish. A real miracle, our friend said, and soon after we saw it with our own eyes; while Olga talked the Polish girl, whose name was Eva Kapittaninska, as we found out later, made her glorious entry from the other side of the dance hall. She was the exact depiction of a saint7: the same dress with uncovered shoulders, the same fair and shiny complexion, the same way to wear her hair drawn backwards in a bun and the identical smile – languid and immortal.
When they saw her, the couples stopped dancing for a moment. The music mysteriously ended too and all eyes went towards Gorostiaga, who was engaged in chatter, unaware of what happened around him. When he finally saw her, he tried to stand, but couldn’t. “The reason for my life,” he murmured with a voice as thin as string. We saw that he brought his hand to his chest and we feared the worst.
After a few endless seconds, Gorostiaga dried a tear on his face, entered the crowd and went towards the lass from Poland. He kissed her hand and said: “Please come, lady, come; you are welcome.” He made her sit at his table and talked with her for hours, who knows in what language. The milonga went on, discreetly accompanied by sideways glances, but luckily nobody bothered them.
The last we heard was that they lived a few years in Cracovia and that Gorostiaga had gotten a teaching placement for a few hours in a highschool. After that we lost the trail.


1 From the Tango “Aquaforte” (Etching) with the 1931 lyrics inspired by the cabaret Excelsior in Milan..
2 “Fire and Strength”, the name of the union.
3 Loyalty Day of the Peronist movement.
4 Sweet bread.
5 A colloquial way of referring to the Juventud Peronista de la Ciudad – the Peronist youth movement.
6 Unión de Estudiantes Secundarios o Unión Estudiantil Secundaria – the secondary school students’ union.
7 Insinuating “Evita Peron”


Translation education Bachelor's degree - Karls-Rupprecht University of Heidelberg
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I see myself as a global citizen and translate for

1. Internationally active companies from German-speaking territories

2. Brands who are ready to conquer the German market

3. Global translation agencies with a focus on multicultural marketing


I have obtained my title as a translator in the University of Heidelberg
(Germany) at the Institute for Translation and Interpreting. From 2004 to 2017
I have been living Argentina, where I worked as a translator in the following
language combinations: EN-GE, SP-GE and FR-GE. I am a member of the German and
the Argentine Federation for Translators and Interpreters (BDÜ and AATI). I
have been working as a full-time translator for the last 12 years.


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Feb 7, 2020



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